Secuoya exprime los platós españoles
La Bolsa aplaude el crecimiento del grupo audiovisual, que espera terminar el año con ingresos superiores a 150 millones de euros.
Hace una semana concluía en Canarias el rodaje de Solos, una película que arranca en la cena de cuatro amigos con ganas de divertirse. La adaptación audiovisual de la obra de Paloma Bravo es una de las siete películas —junto a ocho series— que saldrán este año de Secuoya Studios, la joya de la corona del grupo Secuoya, que se define como el mayor estudio de producción audiovisual del país.
La empresa de Raúl Berdonés y su socio Pablo Jimeno (entre ambos poseen el 80% de las acciones), que cotiza en el BME Growth, capitaliza 136 millones y a lo largo de 2024 ha conseguido duplicar su valor en el mercado. Lo hace a lomos de unas ventas disparadas: 83 millones en el primer semestre, un 40% más, y un ebitda que se ha duplicado, hasta los 43 millones. Sin embargo, las pantallas viven cierta indigestión de contenidos. Los principales actores mundiales del streaming (desde Disney+, Netflix o Amazon Prime Video) están buscando nuevas vías de ingresos porque cada vez tienen mayores dificultades para lograr que la gente pague más por bienes y servicios digitales, como refleja un reciente estudio de PwC.
Berdonés, por videoconferencia, explica la aparente contradicción debido a un cambio estratégico de la compañía adoptado años atrás. Secuoya está dividida en varias áreas de negocio: la citada productora de contenidos, que produce o licencia para clientes como Amazon, Disney, Movistar, Atresmedia o RTVE; los servicios externalizados (llamados Bpo) que realiza para distintos canales, como las televisiones autonómicas; la parte de servicios de producción y posproducción para sus clientes, el desarrollo de proyectos basados en experiencias y contenidos de entretenimiento y su negocio internacional, presente en Latinoamérica y Oriente Próximo.
Secuoya ha apostado fuerte estos últimos años por la producción cinematográfica de series y programas desde su sede de Tres Cantos (Madrid) con un modo de acercarse al mercado distinto del que usaba antaño: en vez de desarrollar la idea y venderle el producto resultante a un solo cliente, a medida de sus exigencias, han dado más peso a su propio contenido, que después ofrecen a través de “ventanas” de proyección, ya sea por un tiempo determinado o para un mercado concreto. “Hemos pasado de ser una empresa de servicios a una empresa de contenidos”, resume Berdonés.
La serie Zorro, que se pudo ver en 48 países, o Montecristo, protagonizada por William Levy, son ejemplos de sus últimas grandes apuestas. “Desarrollamos guiones, escogemos al elenco y el director, y ofrecemos a players nacionales e internacionales la posibilidad de la ventana por un tiempo determinado y por un canal determinado. Eso significa que si luego queremos vender los derechos para una adaptación en otro país, o hacer una segunda temporada, es una decisión nuestra”. Asumen más riesgo, pero también consiguen un margen de beneficio mayor.
Un contexto favorable
La producción ha disparado sus ingresos y el objetivo es que, en el medio plazo, el 70% de la facturación provenga de los contenidos de ficción, series o documentales. El grupo tiene una previsión de ingresos para 2024 que podría superar los 150 millones con un importante crecimiento del beneficio, como vienen confirmando los resultados semestrales. “El crecimiento del beneficio procede en mayor medida de lo que aporta el contenido y no tanto por la parte de servicios, donde los márgenes son más estrechos”, explica Pablo Jimeno, cofundador.
Cuatro factores definen, según Berdonés, la oportunidad que tiene el audiovisual español. “Atracción de país, clima, talento e incentivos”. Considera que España es un paraíso para buscar localizaciones cinematográficas, que cuenta con un gran talento descubierto desde el extranjero gracias a series como La casa de papel (“le debemos mucho”), y que añade un marco tributario a escala nacional y autonómica envidiable. Los productores tienen derecho a deducciones de hasta el 30% en el primer millón invertido y del 25% en los restantes gastos. Canarias y Navarra ofrecen deducciones especiales que pueden llegar hasta el 50%, de ahí que no sea coincidencia que la última película de Secuoya se haya rodado en las islas.
En la cuestión de la creatividad, Berdonés considera que el mundo se ha dado cuenta de que en el país “hay un gran talento, no solo en la parte creativa, sino en todo lo que rodea al contenido. En los servicios, en los profesionales del sector, en las agencias de arte, los que hacen los escenarios, los decorados…”. Rompe una lanza a favor de las televisiones en abierto: “Han apostado mucho por la ficción de calidad. Pensemos en Médico de familia, donde cada capítulo era una película”. Y en esa idea, asegura que su empresa es la “casa del talento”.
“No nos metemos en la decisión del productor, del guionista o del director. Ahí es donde se enriquecen las historias; cuentan con libertad absoluta”. Dicho así, parecería que asumen un elevado riesgo con cada proyecto. Pero pisan por camino firme, dice, porque tienen un diálogo continuo con los clientes para saber los contenidos que están funcionando en cada momento. “Diseñamos una serie que puede estar pensada para Amazon o que le puede encajar más al público de Disney”.
Partiendo de una idea, desarrollan un guion, montan el elenco principal con el actor o la actriz protagonista y el director, y su departamento de public affairs se pone manos a la obra para aprovechar los incentivos fiscales del rodaje, sea en España o en el extranjero. “Pedimos a los creadores que hagan grandes series y piensen en historias globales. Con todo eso salimos a la preventa”. Sus clientes, tanto plataformas como televisiones, les dan su feedback, y cuando tienen un mínimo de ventas asegurado, empiezan a producir. España, calcula, es un país con un elevado Roi (retorno de la inversión).
El subidón de Secuoya en Bolsa, en cambio, no brilla tanto como su cuenta de resultados porque el valor apenas tiene liquidez. La práctica totalidad de las acciones está en manos de los dos fundadores y de Beka Finance, que ostenta otro 20% de manera estable, así que apenas un 1% de las acciones fluctúa. “El BME Growth nos permite ser transparentes. Es una plataforma que en un futuro próximo puede permitir una mayor capitalización o una mayor captación de fondos para el crecimiento”, razona el presidente. No se plantea segregar el rol al frente de la compañía de su labor ejecutiva, algo que suelen exigir los inversores en las cotizadas. “No tengo titulitis. Soy el fundador y merezco el título de presidente, es un valor añadido. Creo que no hay nadie que conozca mejor la compañía que yo”. Secuoya, dice, tiene todavía un largo recorrido por delante. “Di un paso al frente comprando la mayoría del grupo el año pasado. Me toca jugar un papel imprescindible en los próximos años. Estamos en el mejor momento de la historia del sector y del país”.