Endesa no quita ojo al BOE

La eléctrica, que revisará su plan estratégico en noviembre, está pendiente de la decisión de Competencia sobre la retribución de las redes de distribución, que suponen el 40% de su beneficio de explotación

Operarios trabajando en la red de Endesa en Cádiz.

Los agricultores al cielo, los marineros a las olas y las empresas con actividades reguladas al Boletín Oficial del Estado (BOE). Endesa, propiedad del grupo italiano Enel (70%) desde 2009, está muy atenta al diario oficial porque más del 40% de su beneficio de explotación (ebitda) depende de lo que el regulador —la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) de acuerdo con las orientaciones del Gobierno— decida...

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Los agricultores al cielo, los marineros a las olas y las empresas con actividades reguladas al Boletín Oficial del Estado (BOE). Endesa, propiedad del grupo italiano Enel (70%) desde 2009, está muy atenta al diario oficial porque más del 40% de su beneficio de explotación (ebitda) depende de lo que el regulador —la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) de acuerdo con las orientaciones del Gobierno— decida pagar a las redes de distribución desde 2025 hasta 2031.

Endesa disputa con Iberdrola el primer puesto del podio de distribuidoras de electricidad —­ambas suministran en torno a 10 millones de clientes—, vende más electricidad de la que genera y está más expuesta al negocio de redes que sus competidoras. De ahí la mirada. La retribución de redes es uno de los puntos sensibles de la eléctrica. Los analistas, que apuestan por un cierre de ejercicio con mejores resultados que el flojo 2023, plagado de imprevistos —laudos negativos, precios a la baja y más costes financieros—, señalan algunos puntos delicados más, entre ellos, la revisión del dividendo, el impacto del impuesto extraordinario a las energéticas y el calendario de cierre de nucleares. La compañía que dirige José Bogas desde hace 10 años —lleva 42 en la empresa— tiene previsto presentar resultados trimestrales este mes de octubre. En noviembre revisará su plan estratégico para el periodo 2025-2027.

Para entender dónde está y hacia dónde va Endesa hay que recordar de dónde viene. El gran grupo energético público, privatizado por completo en 1998, pasó a manos italianas —Enel— hace 15 años. El grupo italiano asumió los negocios de la eléctrica en América Latina y recuperó holgadamente el precio de compra —40.000 millones—. Endesa, retrasada en la apuesta renovable, quedó constreñida al mercado ibérico. El banco de inversión Jefferies fotografía la realidad de la eléctrica en un reciente informe: “Carece de la diversificación que se observa en casi todos sus pares europeos. Este enfoque en un solo país ha hecho que Endesa sea más vulnerable a los vientos en contra económicos y regulatorios en el ámbito nacional”. “[Endesa] no es independiente y no tiene una estrategia muy definida”, resume Álvaro Blasco (ATL Capital).

Pero no todo es negativo. Jefferies cree que el futuro regulatorio tiene buen color. O, lo que es lo mismo, cree que el regulador elevará la retribución de los últimos años —5,58%— para acercarse a las reclamaciones de las empresas distribuidoras —entre el 7% y el 8%—. “Se beneficiará de los cambios regulatorios en España, con más del 40% de su valor empresarial (EV o capitalización más deuda) vinculado a su negocio de redes y un balance sólido”, apunta la firma. En euros, una subida de la retribución hacia el 7% elevaría el beneficio bruto en 200 millones en 2026.

La seguridad de que va a contar con viento de cola descansa en los planes de descarbonización aprobados por España. El país necesita más electricidad —más demanda— y eso supone más inversión en redes y estímulos a la inversión. Durante los últimos cinco años, las eléctricas han mantenido los activos regulados al trantrán, planos. Han invertido solo para cubrir su amortización. Los expertos creen que el Gobierno va a abrir la mano. Desde hace más de una década, el límite regulatorio sobre las inversiones anuales en redes de distribución y transmisión está fijado en 0,13% del PIB, y eliminar el límite es un paso lógico para cumplir con el Plan Nacional Integrado de Energía Clima (PNIEC) y la incorporación de 4,6 GW por año de capacidad eólica y solar hasta 2030.

Endesa está en la carrera. La eléctrica produce menos de lo que vende y, aunque eso puede ser una ventaja a corto plazo —la volatilidad de precios permite comprar energía barata y venderla más cara en los próximos meses—, la empresa intenta tomar posición para cubrir los contratos de suministro comprometidos. El contexto no es cómodo. La demanda eléctrica mejora —el aumento estimado en lo que va de año ronda el 1,4%—, pero todavía es débil. Sobra energía y esa circunstancia seguirá afectando a los precios en los próximos años. Como lo hará el cierre previsto de 7,3 GW de capacidad nuclear en España hasta 2035, un plan que Endesa quiere revisar, según ha manifestado su consejero delegado, José Bogas. Para Endesa —accionista de las centrales de Almaraz, Ascó, Vandellòs, Garoña y Trillo— el apagón nuclear tiene doble cara: positiva porque elevará los precios de la electricidad y negativa porque la compañía tendrá que reemplazar la capacidad cerrada. Lo comido por lo servido, pero un empujón más hacia las renovables. Endesa dispone de 10,1 GW de capacidad renovable instalada (energía solar y eólica), lo que supone que un 40% de su producción es limpia.

El apagón nuclear y la posible consolidación del impuesto extraordinario a los grupos energéticos —208 millones en 2023— son dos de los grandes desafíos que afronta Endesa, apunta Fernando Lafuente, analista de Alantra. Lafuente es optimista sobre el desem­peño financiero de la compañía para el año en curso, con previsiones de beneficio operativo, ebitda, de entre 4.900 y 5.200 millones. “Podría alcanzar o incluso superar los objetivos propuestos”, apunta. Barclays comparte el análisis y añade más ingredientes positivos: costes financieros a la baja y deuda controlada —pronostica 11.100 millones a fin de año—.

Dividendos

Endesa está cómoda en su liga, el mercado ibérico. Ya ajustó la política de dividendos para encajar el impacto de 530 millones de euros que la Corte Arbitral Internacional la obligó a pagar a Qatar Energy el pasado año por el ajuste de los precios del gas en contratos firmados antes de la crisis. Actualizó su política para el periodo 2024-2026 y mantuvo un 70% de pay out (porcentaje del beneficio que se distribuye a los accionistas) para el trienio, aunque situando el suelo en la retribución a sus accionistas en un euro por acción, con la previsión de poder alcanzar los 1,5 euros en 2026. El mercado espera más.

“El dividendo fue atractivo”, explica Blasco, “pero un 5% de rentabilidad también lo dan otros valores, como los bancos”. “Debería haber un enfoque más flexible y claro, similar al de otras grandes del sector, que permita un crecimiento sostenible y visibilidad”, indica Lafuente. Más y mejor reparto. Para el último tramo del año, Barclays pronostica un impacto positivo de los márgenes de negocio (minorista y de generación). Y suena un interesante tintineo en la caja por los acuerdos de venta de fotovoltaicas al fondo Masdar de Abu Dabi por más de 1.200 millones.



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