Usar las mascotas en publicidad tiene sus límites
Las productoras deben pactar un acuerdo laboral en el que se incluyan condiciones que garanticen el bienestar de los animales
Los animales de compañía son una de las mayores debilidades del ser humano. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 43% de los hogares en España tiene una mascota y ocho de cada diez les considera como parte de su familia. La presencia de un animal de compañía también ha llegado hasta el mundo digital, en el que muchos animales cuentan con perfiles en redes sociales, algunos con millones de seguidores. La habilidad de los animales para conectar con la audiencia los ha llevado a convertirse en influencers o, mejor dicho, petfluencers, en una sociedad en la que, en base a los datos del INE, ya hay más perros que niños en las viviendas.
El bum de los perfiles de animales en redes sociales no ha pasado desapercibido para las marcas. Las empresas ven en el mercado una buena oportunidad de negocio. Según la consultora Kolsquare, la tasa de interacción de los consumidores en anuncios en Instagram de productos promocionados por animales es significativamente más alta: entre un 2% y un 25% en comparación con la de los humanos, que promedia entre un 1% y un 3 %. Además, de acuerdo con la Asociación Española del Comercio y la Industria del Sector del Animal de Compañía (AEDPAC), el sector de los animales está en auge y la industria factura más 2.000 millones de euros al año. Unas cifras que invitan a las empresas a usar a las mascotas para lanzar productos para animales, captar nuevos clientes y obtener jugosos beneficios.
Ahora bien, utilizar a un animal en España para hacer publicidad tiene límites. La Ley de Bienestar Animal, que entró en vigor el año pasado, establece que está totalmente prohibido utilizar a los animales como “reclamo publicitario”. Sin embargo, los expertos explican que esta prohibición no se aplica a los anuncios en los que las mascotas patrocinan productos relacionados con el mundo animal. Un ejemplo sería la última campaña de Ikea en la que promociona, con un Border Collie de portada, una nueva gama de productos como bebederos o juguetes para mascotas. Al patrocinar artículos enfocados a los animales, la ley consiente este tipo de anuncios.
Además, para que una mascota se ponga delante de una cámara, es necesario contar con el aval de la autoridad competente. En concreto, el proyecto debe tener la aprobación del ayuntamiento del municipio donde se va a realizar el rodaje. Para obtener luz verde por parte del correspondiente consistorio, explica Agustín Alguacil, abogado de Elzaburu especializado en negocios y contratos con marcas, es necesario presentar un informe en el que se detalle “los animales que participan, el tiempo que va a durar la filmación, las condiciones físicas que garanticen el bienestar de las mascotas y los datos de las personas responsables de garantizar su confort”.
Contrato de actor
Por otro lado, dado que el animal está llevando a cabo una actividad laboral, la ley obliga a que la marca firme un contrato de trabajo con el dueño o responsable de dicha mascota. Los acuerdos, explican desde Animales de Cine, una agencia que trabaja con mascotas en la industria audiovisual y de la publicidad, exigen una serie de requisitos para poder grabar con animales. Por ejemplo, se suele pedir que los rodajes siempre se hagan en espacios con un clima adecuado y que haya un veterinario en el set de rodaje para los cuidados del animal.
De hecho, a los animales que ejercen de actores se les atribuye los mismos derechos que a los intérpretes de carne y hueso. Según cuenta la productora a este diario, otras de las condiciones que habitualmente exigen a las marcas es que sus estrellas cuenten con prestaciones como un camerino, sesión de maquillaje, equipo de seguridad o servicio de transporte para trasladar a los animales al lugar de rodaje. Además, tanto las productoras como los representantes de los animales cuentan con una póliza de seguro para cubrir los gastos en el caso de que la mascota sufra algún tipo de daño o cause malestar a terceros durante la filmación.
Las marcas tampoco pueden pasarse de la raya a la hora de poner a los animales a trabajar, ya que podrían incurrir en un delito de abuso animal. Como explica Adriana Rodríguez, socia del despacho Vestalia Abogados y especialista en derecho de los animales, se considera maltrato toda actividad “que no incluya periodos de descanso adecuados, someterlo a condiciones que causen dolor u obligar al animal a realizar tareas para las que no está capacitado”. También, añade la experta, el uso de dispositivos, como collares eléctricos, que estimulan al animal para hacer una determinada acción, se considera una práctica grave de abuso.
En caso de que la mascota desempeñe funciones que van más allá de sus condiciones físicas, como forzarlo a cargar pesos excesivos o correr largas distancias sin preparación adecuada, puede salirle caro a la empresa. “Los animales tienen sus propios intereses y no siempre coinciden con los nuestros, por lo que garantizar la salud física y psíquica del animal es una obligación ética y moral”, afirma Lola García, abogada y fundadora del despacho Derecho&Animales.
Ahora, la ley de bienestar animal ha elevado las multas, hasta los 200.000 euros para los infractores que maltraten o abusen de los animales en los platós. Unas sanciones que buscan poner coto a la sobreexplotación de las mascotas ya que, como expresa García, “el bolsillo, lamentablemente, es lo único que frena a las personas sin escrúpulos”.
Opciones baratas
El uso de la inteligencia artificial (IA) gana peso en las campañas. Las mascotas virtuales no tienen horario, son baratas y no corren ningún riesgo. “La opción de utilizar animales generados por IA es una buena alternativa para aquellos casos en los que, con carácter general, no pueda garantizarse o existan dudas sobre si se está causando angustia, dolor o sufrimiento al animal”, señala Agustín Alguacil, abogado de Elzaburu. En opinión del experto, “el hecho de que la generación de vídeo e imágenes de animales con IA vaya siendo cada vez más asequible, es algo favorable para la industria y, sobre todo, para los propios animales”.