¿Kamala Harris o Donald Trump? Estas son las apuestas de los inversores

El candidato republicano es el preferido de las Bolsas, pero la demócrata tiene a su favor tipos de interés más bajos y menos déficit

Un hombre sigue el debate electoral del pasado martes en un bar de Chicago.Charles Rex (AP Photo/LaPresse)

El mundo del dinero hace sus cábalas sobre lo que marcará el devenir del último trimestre del año: crecimiento, inflación, empleo, riesgos geopolíticos, evolución de las tecnológicas y marcha del petróleo como principales incógnitas con su reflejo en los tipos de interés. Sin embargo, la gran preocupación está en el resultado electoral de Estados Unidos el próximo 5 de noviembre, según una encuesta publicada recientemente por la gestora Janus Henderson, titulada Insights for a Brighter Future (Perspectivas para un futuro más brillante) en la que el 78% de los encuestados ponían en primer plano de sus inquietudes quién mandará en Estados Unidos los próximos cuatro años.

El mundo de las encuestas, que apuntaba a una clara victoria del expresidente republicano Donald Trump, ha dado un giro desde que Kamala Harris aceptara el pasado 23 de agosto ponerse al frente de la candidatura demócrata en sustitución del actual presidente, Joe Biden. Los números apuntan a un 47% de la intención de voto para Harris frente al 44% de Trump.

El resultado electoral es clave para la marcha de los tipos de interés y, por tanto, de los bonos y, cómo no, también para el devenir de las acciones o de la cotización del propio dólar estadounidense. Aunque con importantes matices, republicanos y demócratas comulgan con un mayor proteccionismo económico. Hace solo unos días, por ejemplo, Harris se oponía a la compra de la siderúrgica US Steel por parte de la japonesa Nippon Steel en sintonía con el bando republicano, en una operación acordada el pasado año. Los aranceles a la importación —especialmente para China— y la entrada de emigrantes son otros factores de este nuevo revés a la globalización que tiene sus consecuencias en la economía y en la inversión.

Los analistas consideran imposible una reducción de la gigantesca deuda de Estados Unidos. El déficit fiscal seguirá aumentando, lo que supone tipos de interés elevados para atraer a los prestamistas. Un reciente estudio de la prestigiosa Wharton School de la Universidad de Pensilvania calcula una ampliación del déficit adicional de 5,8 billones de dólares hasta 2034 para el programa electoral de Trump, frente a los 1,2 billones del programa de Harris. Además, como indica Paolo Zanghieri, economista senior en Generali AM, “unas medidas de política fiscal restrictivas requieren que el presidente cuente con el respaldo de ambas Cámaras del Congreso, lo que parece posible pero extremadamente poco probable”, explica.

Kamala Harris se muestra también menos radical en cuanto a la imposición de aranceles a las importaciones. Los aranceles se mantendrían estables para la mayoría de los productos, especialmente respecto de sus aliados económicos, aunque es probable que se impongan a determinados productos industriales, como ha ocurrido recientemente con los vehículos eléctricos y paneles solares chinos. Thomas Mucha, estratega geopolítico en Wellington Management, resume la situación en que ambos partidos se seguirán centrando “en la protección y promoción de sectores estratégicos en industrias críticas para la competencia con China, como la inteligencia artificial, la cuántica, la biotecnología y otras. Harris, en particular, ha sido partidaria de los controles de exportación estadounidenses y de las restricciones a la inversión exterior en semiconductores avanzados”, indica.

Trump incluye un arancel universal de 10% a todos los bienes importados, recíproco a países que imponen aranceles a EE UU, incluso del 60% a importaciones chinas, con la vuelta al statu quo anterior a su entrada en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

La consecuencia económica de estas políticas proteccionistas es “que el aumento de inflación puede ser considerable, aunque dependerá de la capacidad de los exportadores para eludir aranceles, la respuesta de los productores nacionales y en su caso, las represalias de los socios comerciales. En concreto, la inflación subyacente puede aumentar un 0,1% por cada 1% que lo haga la tasa arancelaria. En conjunto unos mayores aranceles pueden ser un lastre para el crecimiento interno y mundial”, explica Xiao Cui, economista para EE UU en Pictet WM.

El movimiento poblacional en los últimos dos años en Estados Unidos se estima en tres millones de inmigrantes anuales, más que con la primera administración de Trump. Ambos candidatos se han comprometido a endurecer los controles. El expresidente planea un drástico freno a la inmigración que junto a sus otras medidas proteccionistas podrían disparar la inflación, según los economistas, aunque hacen hincapié en el control de las fronteras. “Cabe recordar que el repunte de la inmigración posterior a la covid-19 ayudó a contener las presiones salariales ante la fuerte demanda de mano de obra”, explica el experto de la gestora de Generali. Desde el banco estadounidense Goldman Sachs estiman que Desde el banco estadounidense Goldman Sachs estiman que la contribución de la inmigración al crecimiento de la fuerza laboral si Harris gana sería de entre 10.000 y 30.000 personas más por mes.

Un claro punto de divergencia entre los dos candidatos es el de los impuestos. “El programa de Kamala Harris incluye una serie de medidas muy desfavorables para las empresas: subida del impuesto de sociedades del 21% al 28%, aumento del tipo impositivo sobre los beneficios obtenidos en el extranjero del 10,5% al 21%, multiplicar por cuatro el impuesto sobre la recompra de acciones del 1% al 4%, etcéctera. Todas estas iniciativas serán probablemente recibidas con algo más que frialdad por las bolsas estadounidenses”, explica Enguerrand Artaz, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier. A ello habría que añadir aumento de impuestos para las rentas superiores a los 400.000 dólares anuales y para aquellas procedentes de las ganancias del capital.

También Harris ha prometido una supervisión antimonopolio más estricta para frenar los beneficios excesivos en el sector alimentario, medidas para impulsar la oferta de vivienda y desgravaciones fiscales para los compradores de primera vivienda y los hogares con niños pequeños. “El objetivo es mantener el poder adquisitivo de la clase media y resolver la crisis de la vivienda, las dos necesidades más acuciantes expresadas por los votantes”, explica Paolo Zanghieri.

El anterior mandato del expresidente Donald Trump tuvo una gran acogida en las Bolsas por la bajada de impuestos a las empresas: “La reacción en los mercados de renta variable puede ser más positiva con los republicanos, dada la esperanza de recortes de impuestos y desregulación. Pero implica la posibilidad de mayor inflación y con ello, menores recortes de tipos de interés. Además, una victoria republicana puede favorecer a las acciones estadounidenses frente a otras regiones, dados los mayores aranceles y un dólar más fuerte. De hecho, en caso de victoria de Trump con control de las dos Cámaras, el dólar puede fortalecerse significativamente”, explica el experto de Pictet.

Otro de los aspectos que inquietan a los inversores es la independencia de la Reserva Federal estadounidense (Fed) a la hora de marcar su política monetaria. Trump ya ha manifestado su voluntad de no renovar al presidente de su banco central, Jerome Powel, cuando finalice su mandato en 2026. “Aunque Trump puede nombrar un candidato poco ortodoxo, vemos poco probable que el poder ejecutivo fije la política monetaria. El Senado tiene la última palabra y es común entre senadores que se preserve la independencia de la Reserva Federal, base del sistema financiero mundial. Si se viera comprometida, los mercados podrían reaccionar con volatilidad significativa”, concluye Xiao Cui.

Parece claro que el mundo que saldrá de las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre ya no será el mismo que en la pasada cita electoral del 2020. “Los inversores deberían prepararse para un contexto muy diferente al de épocas anteriores, que incluye un proteccionismo selectivo como nueva normalidad, una probabilidad creciente de inflación y tipos de interés estructuralmente más altos, ciclos macroeconómicos más diferenciados y un crecimiento mundial inferior al que vimos durante el periodo de la globalización”, remata Thomas Mucha.



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