Los Carulla, el discreto clan catalán al que Gallina Blanca da huevos de oro millonarios
GB Foods, dueña de la famosa firma de alimentación que comercializa productos como el AveCrem, ceba con jugosos dividendos a una de las familias más ricas de Cataluña, próxima políticamente al soberanismo
Nació de una necesidad provocada por la carestía, pero el nombre ya hacía presagiar el éxito: Gallina de Oro. Era el principio de la Guerra Civil en España y Lluís Carulla Canals escuchó a su madre decir que en el colmado ya no iban a llegar más cubitos para caldo de Maggi. En 1937, con el país en llamas y pese a los procesos de colectivización en marcha en la Barcelona anarquista, el patriarca de los Carulla fundó esta empresa en el Paseo de Gràcia de Barcelona a partir de una máquina inventada por él mismo y de una receta para hacer cubitos que le pasó un fabricante de Estrasburgo (Francia)....
Nació de una necesidad provocada por la carestía, pero el nombre ya hacía presagiar el éxito: Gallina de Oro. Era el principio de la Guerra Civil en España y Lluís Carulla Canals escuchó a su madre decir que en el colmado ya no iban a llegar más cubitos para caldo de Maggi. En 1937, con el país en llamas y pese a los procesos de colectivización en marcha en la Barcelona anarquista, el patriarca de los Carulla fundó esta empresa en el Paseo de Gràcia de Barcelona a partir de una máquina inventada por él mismo y de una receta para hacer cubitos que le pasó un fabricante de Estrasburgo (Francia). Con los años, pasó a llamarse Gallina Blanca. Ya no hacía falta decir que era de oro: era algo que quedaba claro con el éxito de sus productos, como las pastillas de AveCrem. Hoy esta empresa es GB Foods, un gigante de la alimentación, que aporta casi dos tercios del negocio de Agrolimen, el holding de la familia Carulla, la cuarta fortuna de Cataluña con un patrimonio de 350 millones, según la lista Forbes.
Con la estricta discreción que les caracteriza, los Carulla llevan un tiempo en el proceso de transición hacia la tercera generación, acompañado este año por cambios en la cúpula ejecutiva, con el nombramiento de un nuevo consejero delegado.
Agrolimen está controlada al 100% por la familia, a través de media docena de sociedades patrimoniales de cada una de las ramas familiares de la segunda generación, y mediante dos sociedades afincadas en Países Bajos. Como tal, Agrolimen nació en 1964, un año después de un movimiento audaz: la decisión de Gallina Blanca de tener un socio norteamericano al 50% para poder diversificar y que AveCrem pudiese seguir manteniendo su posición en el mercado ante la irrupción de nuevos competidores.
Agrolimen desde entonces ha entrado y salido de muchos negocios, siempre acompañado de un socio: el inmobiliario, el de los chicles (Bang-Bang, Boomer, Trex...), el de Trinaranjus, la industria cárnica, los productos de higiene (Arbora y Ausonia), el segmento de la comida rápida y la restauración (Pans & Co., Bocatta, Café Di Fiore...) o el de la alimentación animal, entre otros. Actualmente, Agrolimen tiene dos fuentes de negocio: GB Foods, que aporta dos tercios de su facturación, y Affinity Petcare, de alimentación para mascotas.
GB Foods está participada en un 76,4% por Agrolimen y en un 23,6% por Converal Inversiones, propiedad también de los Carulla. Entre las marcas de GB Foods está Gallina Blanca, pero también Jumbo, Erasco, Gino, Liebig, Star, D&L, Grand’Italia y Blå Band, entre otras. Según las últimas cuentas consolidadas que figuran en el Registro Mercantil, correspondientes al ejercicio de 2022, Agrolimen facturó 2.284 millones de euros, y obtuvo un resultado neto 191 millones de euros. GB Foods aportó unos 1.440 millones al negocio, un 11% más que el año anterior, mientras que Affinity PetCare aportó 844 millones, creciendo más en ventas, un 19,5%. En 2023, las ventas de GB Foods solo crecieron un 1%, pero el beneficio aumentó un 14%, hasta los 143 millones de euros.
El transatlántico navega sin pausa y sin hacer ruido. La discreción es tal que, para la culminación de esta transición familiar, simplemente se dedicó una pequeña mención en el BORME a principios de este año: Artur Carulla Font (75 años), uno de los seis hijos del fundador y el hombre fuerte de la segunda generación, dejaba el consejo de Agrolimen para pasarle el testigo a su hijo Ernest. Su hijo mayor, Artur Carulla i Mas (47 años), ya le había relevado hace cuatro años en la presidencia del holding, afianzando la toma de posiciones de la tercera generación, formada por 17 primos, que han ido sustituyendo a sus padres en el consejo a medida que estos han ido saliendo.
En la parte ejecutiva también ha habido cambios: en abril pasado se jubiló Joan Cornudella, el hombre de máxima confianza de los Carulla desde que en 2009 asumió el cargo de consejero delegado de Agrolimen. Proviniente de Panrico, y antes Pepsico, Cornudella llegó hace 15 años para profesionalizar la gestión del holding familiar. Capitaneó entonces una etapa de gran expansión del conglomerado, y finalmente ha dejado paso al fichaje de Juan Martín Alonso, un ejecutivo cordobés con una amplia experiencia en Nueva York como primer ejecutivo de Kind Snacks, la división de productos saludables de la firma Mars. Martín Alonso también lo ha sustituido en la presidencia de una quincena de empresas que conforman el rompecabezas de sociedades de la familia Carulla.
Con todos estos cambios, la segunda generación se aparta y el capital pasa definitivamente a un segundo plano, alejado de la gestión. La escasa presencia pública de los Carulla, y su aversión a querer salir en los medios —declinaron hacer declaraciones para este reportaje— no le ha impedido a este clan tener peso en el devenir de la sociedad catalana. Ha sido así en el ámbito de la cultura —el padre Carulla fue uno de los fundadores de Òmnium Cultural, y una de sus hijas, Mariona, saneó y refundó el Palau de la Música Catalana tras el escándalo de Félix Millet— y en el de la política —la familia ha estado muy próxima a las tesis soberanistas y en los años del procés Artur Carulla Font, que fue vicepresidente del Círculo de Economía de Barcelona, rebajaba la dureza de los comunicados de la entidad contra el Govern—. También, a través de la Fundación Carulla, la familia colaboró en la creación del diario Ara, del que tuvo una participación menor al 30% hasta que la vendió en 2019. Ahora la familia pasa a tener un perfil aún más discreto, centrado en cosechar las ganancias: este año los Carulla se reparten 52 millones de los dividendos de su holding.
La estrategia de Agrolimen, que tiene 5.000 empleados y 24 fábricas, ha pasado en todos estos años por diversificar su negocio y crecer mediante adquisiciones: las más significativas fueron la compra del grupo italiano de comida preparada Star en 2006 y la de Continental en 2018, esta última operación por unos 970 millones. Esta estrategia la han ido sufragando con ventas —como la de la mitad que tenía de Arbora & Ausonia (por 800 millones, en 2012) o la de Pans & Co, en 2016— y más recientemente con deuda, que pese a tener vencimientos importantes este año y los siguientes, no supone un problema para las finanzas del grupo: unos 426 millones de crédito bancario en Agrolimen, unos 500 millones en GB Foods Europa y otros 40 millones en GB Foods Africa Holding. África es precisamente un mercado muy importante para GB Foods, presente en 30 países del continente y que aporta casi un tercio de la cifra de negocios.
A falta de que se registren todavía las cuentas de Agrolimen del año pasado, la compañía anunció, cuando hizo público el fichaje de Martín Alonso, que la facturación llegará hasta los 2.500 millones de euros. Con discreción pero sin detenerse, la gallina seguirá poniendo sus huevos.
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