Opinión

Recuperación global en un entorno incierto

El mundo al que vamos será uno de tipos de interés más altos de los que vimos en los años previos a la pandemia

Christine Lagarde, presidenta del BCE, y Jerome Powell, presidente de la Fed.picture alliance (picture alliance via Getty Image)

La economía global se adentra en un año lleno de incertidumbres políticas y geopolíticas que pueden tener un impacto considerable en la confianza y en las políticas económicas. A los conflictos bélicos se añaden elecciones clave en buena parte del mundo, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, cuyos resultados pueden dar lugar a un mundo más polarizado, menos globalizado y aún más proteccionista frente a cuestiones come...

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La economía global se adentra en un año lleno de incertidumbres políticas y geopolíticas que pueden tener un impacto considerable en la confianza y en las políticas económicas. A los conflictos bélicos se añaden elecciones clave en buena parte del mundo, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, cuyos resultados pueden dar lugar a un mundo más polarizado, menos globalizado y aún más proteccionista frente a cuestiones comerciales y de inmigración.

Sin embargo, no todo es negativo en el panorama económico global. Han sorprendido las señales incipientes de la mejora de la productividad en Estados Unidos y la alta capacidad de resistencia de su economía a la abrupta subida de los tipos de interés, que se ha hecho particularmente visible en el sector servicios y en el mercado de trabajo. Una de las incógnitas en los debates de política económica en los últimos meses es cómo ha sido posible que la política monetaria ayude a moderar la inflación sin apenas afectar a la tasa de paro (respuesta: en gran parte era inflación de oferta). En cualquier caso, en las previsiones de BBVA Research hemos revisado al alza el crecimiento para este año de la economía norteamericana al 1,9%.

El panorama es menos positivo en las otras dos grandes áreas del conocido como G3. China sigue en su dinámica de desaceleración estructural y crecerá alrededor de un 4,6%, algo menos de los objetivos oficiales. Pero la combinación de una elevada producción, una baja demanda de consumo (que el Gobierno quiere corregir), el ajuste desordenado del sector inmobiliario, así como las presiones proteccionistas y demográficas, apuntan a que los problemas pueden continuar en el futuro.

Sobre la eurozona, seguimos pensando que se recuperará paulatinamente este año gracias a la moderación de la inflación, la fortaleza del mercado de trabajo y el aumento de las rentas reales, creciendo alrededor de un 0,7%, aunque el riesgo es que la mejora tarde en llegar más de lo previsto. Europa también se enfrenta a retos estructurales mayores, no sólo económicos y fiscales, sino además institucionales, para hacer frente de manera coordinada a una avalancha de presiones geopolíticas, comerciales y de la ineludible transición energética.

Ante estos retos, el debate de política económica sigue centrado en los tiempos y ritmos de relajación de los tipos de interés en Estados Unidos y en Europa, que se iniciará probablemente a mediados de año gracias a la normalización (aún incompleta) de la inflación. En cualquier caso, el mundo al que vamos será uno de tipos de interés más altos de los que vimos en los años previos a la pandemia, dado que no es esperable que retornen las presiones desinflacionistas ni los excesos de liquidez del pasado.

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