El coche eléctrico choca con el muro de las ayudas
La joven patronal Aedive llama a cambiar la fórmula de asignación de las subvenciones para impulsar las ventas de los automóviles limpios
Tres organizaciones empresariales acostumbran a cortar el bacalao del motor en España. Las marcas (Anfac), la industria de los componentes (Sernauto) y los concesionarios (Faconauto) han sido los grandes interlocutores del sector con la Administración . La Asociación Empresarial para el Desarr...
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Tres organizaciones empresariales acostumbran a cortar el bacalao del motor en España. Las marcas (Anfac), la industria de los componentes (Sernauto) y los concesionarios (Faconauto) han sido los grandes interlocutores del sector con la Administración . La Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (Aedive), fundada en 2010, intenta colarse en las mesas de trabajo aprovechando la reconversión que acucia a la industria para producir y vender vehículos cero emisiones. Arturo Pérez de Lucía, su director general, es el responsable de que ese camino acabe de consolidarse y, entremedias, tiene una misión: romper con ciertas consignas “negativas” que, en su opinión, acaban poniendo trabas del paso del coche de combustión al eléctrico y que han situado a España entre los países europeos con menos matriculaciones de vehículos eléctricos.
Esas barreras de las que habla son populares. Desde que los nuevos coches propulsados por baterías son excesivamente caros en comparación con los alimentados por gasolina, que tienen poca autonomía o, sobre todo, una que repiten el resto de patronales es el déficit de puntos de recarga que sitúa a España en los furgones de cola europeos e influye en la falta de confianza sobre el cambio de paradigma: “Lo que no se puede decir ahora mismo es que no hay infraestructura de recarga porque ese es un mensaje muy negativo que la ciudadanía, a la que le llegan mensajes muy directos y simplificados, responde diciendo que el vehículo eléctrico no es útil, y eso no es cierto”.
“Hay que informar bien”, exige Pérez de Lucía, quien admite una falta de coordinación en la comunicación que se ha realizado desde las empresas y las administraciones públicas. Él está convencido de que “la movilidad eléctrica ofrece respuesta a una gran cantidad de personas y empresas, si bien a muchos les tiran para atrás los cambios de hábitos necesarios y las reticencias de las nuevas tecnologías”.
Lo que sí es cierto, y reconoce el directivo, es que la lentitud con la que se están vendiendo coches eléctricos está poniendo en peligro la consecución de los objetivos que se marcó el Gobierno en su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que fijaba la necesidad de tener en 2030 un parque de cinco millones y medio de vehículos eléctricos. “Tendríamos que acelerar si queremos llegar, porque eso significa que en los próximos siete años tendremos que estar matriculando 700.000 eléctricos anuales y este año acabaremos con 130.000, entre eléctricos puros e híbridos enchufables. Los objetivos no están en sintonía con las ventas actuales”.
Pérez de Lucía considera que los principales obstáculos que impiden mayores ventas de coches eléctricos en España se encuentran en la fórmula de asignación de ayudas a la adquisición de vehículos formulada a través del programa Moves y que “las están repartiendo las comunidades autónomas, y eso supone un retraso adicional por la saturación en las tramitaciones”, pese a que el farragoso modelo de comprobación fue fijado desde el Ministerio para la Transición Ecológica. Esas subvenciones, que pueden alcanzar en algunos casos los 7.000 euros (si se acompaña del achatarramiento de un coche viejo), tardan más de un año en llegar al comprador, que pierde la sensación de tener un descuento en la adquisición del vehículo nuevo, lo que puede derivar en la adquisición de un coche de combustión, más barato.
Retraso en el pago
El retraso en el pago de esa ayuda, denuncia, es tan largo que ni los concesionarios se ven capaces de avanzarlo, como sí ocurría con los antiguos planes Renove o Pive para coches de combustión. “Al final al comprador le tienes que dar una señal de precio en la compra”, afirma, para restar valor, pese a celebrar que el Gobierno haya decidido este año aprobar ayudas adicionales para el coche eléctrico, como las desgravaciones de hasta el 15% en el impuesto de la renta.
Espera que ese modelo de ayudas marcado “por la lentitud y la farragosidad” cambie en futuras convocatorias, puesto que a finales de julio de este año concluirá el periodo para agotar los 1.200 millones de euros que el Gobierno ha puesto a disposición del programa Moves III (lanzado en 2021) para ayudar a la compra de coches eléctricos y de puntos de recarga.
“El Gobierno es absolutamente consciente de que los planes de ayudas ahora mismo no están siendo lo incentivadores que debieran ser, precisamente por esos retrasos en los tiempos de asignación de ayudas”, dice.
Aedive lleva tiempo subrayando que en España hay suficientes puntos de recarga para el parque de coches eléctricos existente. Se basa en el hecho de que solo el 36% de los vehículos utilizan esa infraestructura cuando están circulando, presionados por unas baterías excesivamente bajas, lo que provoca a la postre que la usabilidad de esas electrolineras acabe siendo de apenas un 5,7% (con datos hasta septiembre); una hora de uso. Esa baja tasa de conexión se explica porque quien tiene un coche a batería aprovecha para cargarlo en el garaje de su casa, que ofrece mayor comodidad y unos precios de la electricidad más competitivos.
Y esa es la razón por la que la asociación emplaza a ser selectivos con el tipo de conexiones eléctricas que se tienen que instalar en espacios públicos a partir de ahora: “La adecuada en el lugar óptimo para dar respuesta a las necesidades del usuario”. Es decir, conectores ultrarrápidos en carreteras o en las gasolineras por las que pasan mayor volumen de coches, porque “si una estación de servicio a mitad de camino entre Madrid y Valencia te pone un punto de carga de 7,3 kW en corriente alterna, pues eso es un punto de carga, pero no da ningún servicio porque allí necesitas una carga de alta potencia”.
Ese tipo de infraestructura es el necesario para que recargar una batería de coche eléctrico ofrezca la misma experiencia que llenar un depósito de gasolina. Y será igualmente imprescindible para dar servicio a otra revolución que todavía tiene que llegar, la del vehículo eléctrico pesado, los camiones. Para eso, señala el director general de Aedive, queda aún un paso por dar: “Hacer un análisis de cómo están las redes eléctricas en distribución y transporte, sobre todo porque en el futuro va a haber mayor demanda de potencia”.
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