EE UU: abuso del privilegio exorbitante

El país debería modificar su diseño institucional de tal manera que se elimine el proceso redundante de aprobación del techo de deuda

El presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, y el presidente de EE UU, Joe Biden, en la Casa Blanca el pasado 22 de mayo.LEAH MILLIS (REUTERS)

Una vez más, se acerca una fecha crítica en el calendario fiscal de Estados Unidos. Si el Congreso no aprueba un aumento en el presupuesto del Gobierno federal antes del 30 de septiembre, el poder ejecutivo se verá obligado a implementar un cierre de actividades el 1 de octubre, lo que implicaría la suspensión de la gran mayoría de actividades gubernamentales, excepto las consideradas esenciales, como es el caso de la def...

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Una vez más, se acerca una fecha crítica en el calendario fiscal de Estados Unidos. Si el Congreso no aprueba un aumento en el presupuesto del Gobierno federal antes del 30 de septiembre, el poder ejecutivo se verá obligado a implementar un cierre de actividades el 1 de octubre, lo que implicaría la suspensión de la gran mayoría de actividades gubernamentales, excepto las consideradas esenciales, como es el caso de la defensa nacional.

La falta de acuerdos no sería tan catastrófica como pudo ser en las negociaciones a principios de este verano, cuando el resultado habría sido un impago de la deuda soberana del país, lo que habría tenido consecuencias negativas para el sistema financiero global. El cierre parcial del Gobierno tendría un efecto perjudicial limitado en la actividad económica, pero no desestabilizaría el sistema financiero. Estados Unidos ya ha experimentado episodios de cierres gubernamentales parciales por la falta de acuerdos políticos. Sin embargo, situaciones como esta socavan la credibilidad en torno a la fortaleza de la deuda pública estadounidense. La última amenaza de no aumentar el techo de endeudamiento significó la reducción de la calificación soberana del país por parte de una de las principales calificadoras del mundo.

Lo más probable es que en las próximas semanas veamos una solución temporal a este problema que implica postergar la decisión, lo cual resultará en episodios en los que la política fiscal se convierta en objeto de negociación política.

Estados Unidos debería modificar su diseño institucional de tal manera que se elimine el proceso redundante de aprobación del techo de deuda. El arreglo actual requiere que el Congreso no sólo apruebe el presupuesto del año, también el endeudamiento necesario para cumplir con dicho presupuesto. Esto puede llevar a situaciones en las que, si no se aprueba el techo de endeudamiento, un Gobierno deba decidir entre incumplir con el presupuesto o con el techo de deuda.

Independientemente de lo anterior, es necesario un proceso de consolidación fiscal. Cálculos de la Oficina del Presupuesto del Congreso, un órgano técnico y apartidista, indican que, si se continúa por el mismo camino, la deuda gubernamental, que hoy se ubica en el 97% del PIB, ascenderá al 115% en una década y al 192% en 2053. Esto provocaría aumentos significativos de las tasas de interés, lo que encarecería el crédito para empresas y hogares, y podría poner en entredicho la sostenibilidad de la deuda. Estados Unidos ha podido permitirse una política fiscal laxa gracias a lo que el economista de Berkeley Barry Eichengreen llama el “privilegio exorbitante”: contar con la moneda de reserva a nivel global. Pero si continúa por el mismo camino, podría poner en entredicho ese privilegio.

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