En la cuerda floja
La decisión de Fitch de rebajar la nota a la deuda de EE UU pone en entredicho el optimismo de los mercados financieros
En un escenario de débil crecimiento y de inflación resistente a ser controlada, sobre todo en su parte subyacente y en su componente de servicios, los bancos centrales son los protagonistas de cualquier análisis que intente proyectar la evolución de la economía actual. Las medidas adoptadas para paliar los efectos de la pandemia en 2020 con un periodo de política monetaria super expansiva, acompañada de una política fiscal de gasto público e inversión en el mismo sentido, llevaron a una larga etapa de tipos de interés muy co...
En un escenario de débil crecimiento y de inflación resistente a ser controlada, sobre todo en su parte subyacente y en su componente de servicios, los bancos centrales son los protagonistas de cualquier análisis que intente proyectar la evolución de la economía actual. Las medidas adoptadas para paliar los efectos de la pandemia en 2020 con un periodo de política monetaria super expansiva, acompañada de una política fiscal de gasto público e inversión en el mismo sentido, llevaron a una larga etapa de tipos de interés muy contenidos, e incluso negativos, aplazando para una segunda etapa la consolidación presupuestaria, lo que provocó una subida de los niveles de deuda pública y privada y de la tasa de inflación. Demasiado estímulo.
La intensa reaparición de la inflación, menospreciada en su inicio por los bancos centrales, llevó a estos a endurecer en 2022 la política monetaria con rápidas subidas de los tipos de interés y la reducción de su balance, para drenar la enorme liquidez que habían lanzado previamente al sistema.
El dato de crecimiento del PIB de la eurozona para el segundo trimestre de 2023 ha sido un 0,3%, revisando al alza en una décima el dato del primer trimestre y evitando así la recesión técnica, que se sigue manteniendo en Alemania. Sin embargo, la confianza empresarial se ha deteriorado al nivel más bajo desde noviembre y el índice ZEW de sentimiento económico, ha caído a -12,2 en julio, lo que tiene que ver con el deterioro de expectativas por las subidas de tipos de interés y que la recuperación de China está siendo más lenta de lo esperado.
En otros ciclos no ha habido problema en bajar los tipos de interés e inyectar liquidez para estimular la economía. Ahora los bancos centrales tienen las manos atadas por la inflación. Si bien la Reserva Federal (Fed) tiene un doble mandato, el mandato del Banco Central Europeo (BCE) es la estabilidad de precios y cualquier otro objetivo está sometido a la estabilidad de precios, lo que limita su margen de maniobra.
Preocupa el repunte de la inflación que es prácticamente un punto en EE. UU., en junio se sitúa en 2,97% y puede subir al 3,8% en diciembre.
En esta situación, las previsiones de los analistas de los mercados es que, tanto la FED como el BCE, estarían aproximándose al final de las subidas. El que haya otra subida o no dependerá de los datos de inflación subyacente y de crecimiento. Si la primera se modera y el segundo se resiente, desde luego habrá sido el final. Como dato de interés, el 87% de la curva de rendimientos se encuentra invertida y se mantiene el escenario de que la economía americana pueda entrar en recesión en los próximos meses. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, sugiere que no habrá recesión, pero sería relativamente inédito que se lograse controlar la inflación tras una subida tan intensa de tipos sin que la economía se resintiera.
El BCE subió 25 pb la pasada semana, pero, en su caso, podría ser más improbable que fuera la última subida. También dependerá de los datos que vayan apareciendo. El mercado estima que podría producirse otra elevación después del verano, aunque no necesariamente en septiembre. El efecto acumulado y con retardo de todas estas subidas será sin duda un lastre para el crecimiento económico europeo, por lo que no se anticipa demasiado dinamismo en el segundo semestre de 2023 ni el principio de 2024.
A finales de 2022, los analistas financieros eran pesimistas sobre la evolución de la renta variable en 2023, pero la realidad ha desmentido las previsiones. La mayoría de los índices han tenido un comportamiento muy positivo sobre todo en la bolsa americana. La rebaja de la calificación de la deuda americana a largo plazo ha tenido un efecto sobre los mercados con caídas inmediatas de los índices. No obstante, el Nasdaq 100 refleja una subida en este año del 40%; el Dow Jones Industrial del 6,71% y el S&P 500 17,82%. Los índices europeos tienen una subida menos intensa; el Euro Stoxx 50, 14,32%; el DAX, 15,00%; el CAC40, 12,96%; el FTSE, 1,48% y el IBEX35 un 13,39%.
El Nasdaq 100 vive una euforia impulsada por la inteligencia artificial, hay mucho dinero entrando en tecnología y megacaps, (Microsoft, Apple, Google; Meta; Amazon). Los líderes del mercado acumulan un peso en el índice extremadamente alto, aunque los gestores del Nasdaq acaban de reducir su ponderación unos 20 puntos.
En el caso de la inteligencia artificial se habla de Baby bubble, NVIDIA está bien posicionada y ha multiplicado por tres su cotización en este año. Muchos gestores buscan incluir IA en sus carteras, lo que alimenta la burbuja y este tipo de valores se revaloriza con la irracionalidad del mercado.
De alguna forma, la decisión de Fitch de rebajar la calificación de la deuda americana no deja de ser un elemento adicional que pone en entredicho el optimismo de los mercados que están descontando una situación de Goldie Locks, aceleración del crecimiento y desaceleración de la inflación, que realmente no se sostiene si el ritmo de crecimiento de la economía americana en el segundo semestre se desacelera.
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