Labiana, la empresa de salud animal y humana que cotiza en Bolsa
La compañía, que se estrenó en el parqué el pasado junio, prevé facturar 60 millones este año y busca doblar ingresos para 2026
En sus seis décadas de actividad, Labiana ha tenido diversos propietarios, dio el salto de la salud animal a la humana e incorporó el desarrollo y producción para terceros como segunda línea de negocio, entre otras vicisitudes. El pasado junio, tras nueve años en manos de sus dueños actuales, inauguró una nueva etapa. La salida al parqué otorga a este laboratorio veterinario y farmacéutico, entre otros aspectos, fuentes de financiación, visibilidad y una exposición pública en un sect...
En sus seis décadas de actividad, Labiana ha tenido diversos propietarios, dio el salto de la salud animal a la humana e incorporó el desarrollo y producción para terceros como segunda línea de negocio, entre otras vicisitudes. El pasado junio, tras nueve años en manos de sus dueños actuales, inauguró una nueva etapa. La salida al parqué otorga a este laboratorio veterinario y farmacéutico, entre otros aspectos, fuentes de financiación, visibilidad y una exposición pública en un sector con pocas empresas cotizadas.
La compañía, con una facturación de 57 millones de euros y un resultado bruto de explotación de 7,6 millones en 2021, se ha marcado el objetivo de ingresar 120 millones y alcanzar un ebitda de 22 millones para 2026.
“La decisión fue tomada hace ya tiempo, a finales de 2021″, comenta Manuel Ramos, presidente ejecutivo de Labiana, en las oficinas de una agencia de comunicación a pocos metros del madrileño paseo de la Castellana, sobre su estreno en BME Growth. Este movimiento, asegura, apuntalará el crecimiento orgánico de la compañía y le dará la oportunidad de ganar dimensión en el medio plazo y consolidarse en un sector muy fragmentado. Con el toque de campana, Labiana entró en el mercado bursátil con una capitalización de 36,1 millones y una oferta inicial de un millón de acciones, que supone el 14,3% del capital social.
Tras la operación, el equipo directivo, que se hizo con el control de la compañía en 2013, se mantiene como máximo accionista, con Ramos a la cabeza con el 55,1% del capital social.
Crecimiento
Labiana ha marcado un ritmo de crecimiento del 15% o 16% anual con la innovación y el desarrollo de nuevas manufacturas como motor principal. “Llevamos invirtiendo en nuevos productos y nuevos desarrollos prácticamente los nueve años desde que compramos [la empresa] y ahora empiezan a dar sus frutos”, señala Ramos. “Estamos lanzando muchos productos, del orden de tres o cuatro anualmente”. La compañía invierte alrededor de dos millones de euros por ejercicio en I+D.
Tampoco hay que olvidar, apunta el consejero delegado, el rol de las adquisiciones. En 2019, por ejemplo, Labiana compró una empresa biológica en Serbia con cuatro fábricas en el país, que se unieron a las dos situadas en España, y un vademécum de más de 40 productos. Con esta compra se aseguraron una posición líder en la región de los Balcanes, referencias ya registradas, una base de activos en la que incluir productos y más capacidad de producción de vacunas, algo que, dice Ramos, escasea en toda Europa.
Uno de los puntos fuertes de la compañía es su estructura de producción de inyectables, con especial peso en el segmento animal, pero que también cubre en el área humana junto a otras presentaciones farmacéuticas. En la actualidad sus productos se pueden encontrar en más de 150 países, cuentan con más de 300 clientes y unos 500 empleados. Si aciertan en sus previsiones, cerrarán este año con unos 60 millones de euros de facturación y un ebitda de entre ocho y nueve millones.
De las dos áreas que nutren la compañía, la encargada de la salud animal tiene un peso ligeramente mayor que la dedicada a las personas: alrededor de un 55% frente un 45%, según estimaciones de Ramos. “Históricamente, la representación ha sido de ese estilo”, comenta. “Siempre ha sido como fifty-fifty; siempre un poco más la veterinaria porque es nuestro origen. Nuestra entrada en el sector farmacéutico humano vino a principios de los dos mil, en 2002″.
A comienzos de los años noventa, cuenta el presidente ejecutivo de Labiana, como consecuencia de la desinversión, grandes multinacionales comenzaron a centrarse en sus productos estrella y a externalizar los secundarios. La compañía añadió entonces una segunda línea de negocio, el modelo conocido como CDMO (contract developing and manufacturing organizations), es decir, el desarrollo y producción para terceros, que se mantiene hasta hoy junto con la de desarrollo y producción propios.
En 2021, y de acuerdo con los datos ofrecidos por la empresa, la fabricación para terceros supuso el 66% de la cifra de negocio, frente al 34% correspondiente a los procesos propios. La dirección, sin embargo, parece haber fijado cierta corrección de rumbo: “Aquí sí que hay una convergencia hacia que el producto propio, los desarrollos nuevos, representen mayor porcentaje que el negocio de CDMO”, cuenta el consejero delegado. “Desde que nosotros estamos, probablemente, ha ido mudando de un 70%-30% a, actualmente, menos del 60% el CDMO y más del 40% el producto propio”.
Entre los vientos que soplan a favor del negocio, Ramos destaca el aumento del consumo de proteína animal relacionado con el crecimiento de la población y también el auge de los pequeños animales y las mascotas, un segmento que, apunta, crece a doble dígito. En lo que a salud humana se refiere, destacan las necesidades sanitarias que derivan del envejecimiento de la sociedad. “El sector veterinario en particular, y el farmacéutico también, tiene un crecimiento constante”, asevera.
A la hora de hablar de los retos del sector, Ramos menciona el tamaño reducido de las entidades que lo forman. “No es una debilidad solo de Labiana”, asegura, “es una debilidad intrínseca de todo el sector veterinario español. Nos falta masa crítica, a las empresas en general, para acometer proyectos de mayor envergadura”, incide. Y es también en este contexto en el que Ramos enmarca la salida a Bolsa de la compañía.
Entre las armas con las que cuentan para hacer frente a los desafíos venideros, el presidente ejecutivo destaca la capacidad y estructura productiva y un personal especializado en procesos de fabricación técnicamente difíciles.
Cannabis medicinal
Tres días después del estreno en el parqué, se anunció la participación de la compañía en Trichome Pharma, una start-up farmacéutica especializada en el sector del cannabis medicinal que ya cuenta con una licencia de cultivo para fines de I+D. “Hemos entrado en Trichome Pharma para ser la primera compañía que nos posicionemos en el cannabis medicinal de cara a las autoridades”, afirma Ramos.
Este movimiento supone un paso más de la empresa en la línea de fabricación de psicótropos y estupefacientes que operan desde los años noventa. “Aunque aparece ahora, el cannabis es un tema que llevamos labrando desde hace tiempo”, cuenta el presidente ejecutivo. La entrada en esta rama del sector permitirá a Labiana, que aportará su conocimiento, experiencia y estándares, reforzar su área de medicamentos psicoactivos, que representa el 35% de su actividad en la rama de farmacéutica para personas.