El dilema de la cervecera Asahi
La empresa japonesa pretende contrarrestar la caída del consumo nacional con incursiones en el exterior
Siempre hay un compromiso entre la mejora de la salud de un país y la renta nacional. La agencia tributaria japonesa, preocupada por la caída de los ingresos, trata de elevar la recaudación animando a los jóvenes a beber más alcohol, lo que refleja el quebradero de cabeza de cerveceras como Asahi, valorada en 18.000 millones de dólares, en su mercado nacional; por eso, no es de extrañar que su jefe, Atsushi Katsuki, tenga la mirada puesta en Norteamérica. Pero las anteriores incursiones en el...
Siempre hay un compromiso entre la mejora de la salud de un país y la renta nacional. La agencia tributaria japonesa, preocupada por la caída de los ingresos, trata de elevar la recaudación animando a los jóvenes a beber más alcohol, lo que refleja el quebradero de cabeza de cerveceras como Asahi, valorada en 18.000 millones de dólares, en su mercado nacional; por eso, no es de extrañar que su jefe, Atsushi Katsuki, tenga la mirada puesta en Norteamérica. Pero las anteriores incursiones en el exterior de este gigante y sus rivales pueden servir de experiencia aleccionadora.
Katsuki contó a Reuters que baraja la posibilidad de comprar marcas americanas o trabajar con firmas de reciente creación. Tiene sentido. El fabricante de Peroni y Asahi Super Dry vio cómo las ventas en su país caían un 3% en 2021, mientras que en el exterior crecían un 18%. Asahi y sus compatriotas llevan años luchando por vender más a una población japonesa envejecida, un reto agravado por la tendencia a beber menos de los jóvenes. El consumo medio de alcohol ha caído de 100 litros al año en 1995 a 75 litros en 2020. Esto ha provocado algunos tropiezos lamentables en el exterior, especialmente por parte del rival de Asahi, Kirin, que se salió de una empresa conjunta en Myanmar con un socio vinculado al Ejército, después de que los generales del país tomaran el poder en 2021. Las pérdidas le costaron 50.000 millones de yenes (367 millones de dólares). Sudamérica le dejó un regusto igualmente agrio. En 2017, Kirin traspasó sus operaciones en Brasil a Heineken por 700 millones de dólares, después de que la compra de Schincariol, por 3.900 millones en 2011, se hundiera en medio de disputas legales y dificultades económicas.
Asahi compró las cerveceras australianas Carlton y United Breweries por 11.300 millones de dólares en 2019 en la mayor operación de bebidas del mundo en el último lustro, según Dealogic. Después de una racha que lo llevó a adquirir Fuller’s de Londres por 328 millones y varias de las marcas europeas de SABMiller por 7.800 millones, aún tiene que digerir estas operaciones, ya que la deuda neta es cinco veces superior al beneficio bruto de explotación (ebitda), según Eikon. Katsuki espera evitar entrar en una nueva oleada de acuerdos. Además de América del Norte, está dispuesto a entrar en los mercados de bebidas no alcohólicas y de bajo contenido alcohólico, que crecen rápidamente en el exterior. Esto sería bueno para Asahi si no fuera por los impuestos que genera el alcohol en Japón.