Hacer negocio con la sangre de drago y el polvo de baobab

La empresa valenciana Q’omer basa su modelo en traer de 19 países semillas y plantas con propiedades saludables

Leila Moulay, Juancho Escobar (fundador) y Sergio Mínguez, de la empresa Q´omer.

Se dice que de cada dólar generado en las exportaciones en el sistema internacional de comercio, a los países de renta baja solo les llegan tres céntimos. Juancho Escobar, ingeniero de alimentos, colombiano y fundador y consejero delegado de Q’omer, lo interiorizó en 2012, tras vivir dos años en Perú y adentrarse en algunas comunidades indígenas. Se dio cuenta de las poderosas y poco conocidas propieda...

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Se dice que de cada dólar generado en las exportaciones en el sistema internacional de comercio, a los países de renta baja solo les llegan tres céntimos. Juancho Escobar, ingeniero de alimentos, colombiano y fundador y consejero delegado de Q’omer, lo interiorizó en 2012, tras vivir dos años en Perú y adentrarse en algunas comunidades indígenas. Se dio cuenta de las poderosas y poco conocidas propiedades de sus productos (la sangre de drago es antioxidante y cicatrizante, el polvo de baobab es un potente prebiótico…) y observó el escaso retorno económico que reportaban a las comunidades de origen.

Se mudó a Valencia para afinar su proyecto; estudió un doctorado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos; entró en el Parque Científico de Valencia y le puso nombre a sus productos: “Alimentos naturales bioactivos de origen”. Entre ellos están los aceites (de coco, de argán, de jojoba), harinas (de chía, de quinoa), manteca de karité, semillas (de quinoa, de amaranto), extractos de frutas y de hojas (de corteza de uña de gato, de maca), que trae de 19 países, como la India, Lesoto, Marruecos, Colombia, Perú o Kazajistán, y vende a laboratorios cosméticos, como Naturnua o Nirvel, y al sector alimentario, como Molendum.

En 2013, Escobar creó la empresa junto a Alicia Carpio tras varios procesos de incubación y montó un laboratorio propio donde quería generar el valor diferencial: “La metodología Q’omer, que valida la calidad, la composición física y química, las propiedades saludables de todos nuestros productos”, desgrana el empresario colombiano, quien ha conseguido el apoyo del Icex y de los fondos Feder. Se integró en el clúster de las empresas biotecnológicas de Valencia, donde trabaja junto a Leila Moulay, responsable de Proyectos estratégicos y Sergio Mínguez, en Calidad, y colabora en red con diferentes organizaciones y laboratorios, como con la ONG Unión por el Aprovisionamiento Ético, que le brinda hoy la tecnología de trazabilidad blockchain. Por eso, porque toda la operación beneficie a toda la cadena, por donar el 30% de sus beneficios y por su modelo de negocio sostenible e inclusivo, Q’omer consiguió en 2015 el sello internacional Bcorp. La principal dificultad para llegar a los clientes fue el precio. “Para muchos la sostenibilidad no es relevante. ‘Dame el más barato’, dicen, pero ahí no entramos”. Pese a todo, Q’omer facturó 420.000 euros en 2021 (2.000 de beneficio), y proyecta para este ejercicio un millón en ventas.

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