Los viajes de negocios resucitan
La industria, que perdió un 75% de sus ingresos en 2020, recobra brío, pero sin diversificar y segmentar su modelo
Las ciudades españolas eran el paraíso de los viajes de negocios hasta que llegó la covid, y las reuniones, en vez de en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Bilbao…, pasaron a hacerse a través de una pantalla. El turismo MICE (reuniones, incentivos, conferencias y exposiciones por sus siglas en inglés) movía dentro de nuestras fronteras a más de 10 millones de viajeros que generaban 12.314 millones de euros en 2019, según un reciente informe de la consultora Braintrust. Pero ...
Las ciudades españolas eran el paraíso de los viajes de negocios hasta que llegó la covid, y las reuniones, en vez de en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Bilbao…, pasaron a hacerse a través de una pantalla. El turismo MICE (reuniones, incentivos, conferencias y exposiciones por sus siglas en inglés) movía dentro de nuestras fronteras a más de 10 millones de viajeros que generaban 12.314 millones de euros en 2019, según un reciente informe de la consultora Braintrust. Pero en 2020 se desplomó para recaudar una cuarta parte de ese total: poco más de 3.000 millones. Las restricciones a la movilidad y los confinamientos hicieron saltar por los aires un segmento de viajes que aporta más del triple del gasto que realiza el turista de ocio: una media de 319 euros diarios por viajero en lugar de 113, acorde con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Con las ferias y congresos suspendidos (de más de 400, la Asociación de Ferias Españolas, AFE, pasó a organizar un centenar de eventos anuales) y las reuniones por Meet, Zoom y todas las plataformas virtuales convertidas en el pan nuestro de cada día, los pronósticos para este negocio en todo el mundo se volvieron tan negros como el carbón.
El pasado 2021 fue otro annus horribilis. Pero menos. Los viajeros de negocios pasaron de 3 a 4,6 millones y la facturación del sector retomó los 5.000 millones de euros. Eso sí, sin recuperar el gasto medio anterior, que el año pasado se situaba en 283 euros diarios por persona. Y las previsiones para este año vuelven a mejorar, aunque aún queda recorrido para alcanzar las cifras de partida. El informe de Braintrust encargado por Spain Convention Bureau (SCB), organismo dependiente de la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias) que está diseñando un plan para la reactivación del sector, señala que las previsiones de recuperación son esperanzadoras. “Algunas ciudades ya han recobrado las cifras de 2019″, asegura la secretaria técnica de SCB, Violeta Matas. Se espera que la demanda nacional tome pulso en el último cuatrimestre del año y la internacional se aproxime al 50% al final. Meliá confirma ese importante empujón que muestra la demanda con vistas a finales del ejercicio en sus hoteles de ciudad.
Así, en 2022 los viajes de empresa generarán un volumen de negocio de 7.722 millones de euros, aún un 37% menos, y no será hasta 2024 cuando logren superar los resultados previos a la pandemia. Aunque para algunos directivos hoteleros, como el presidente de Paradores de Turismo de España, Pedro Saura, todavía no está clara la incidencia que tendrá el teletrabajo o el nuevo workation en este negocio y, por supuesto, en los hoteles urbanos, que según el máximo responsable de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT), Jorge Marichal, acabarán el año habiendo obtenido un 70% de la facturación de 2019. “Y puede que no recuperemos todo el negocio, pero estaremos cerca”, anticipa.
Las ferias esperan alcanzar un año antes de 2024 las cifras anteriores a la crisis sanitaria. Al menos así lo cree Juan Puchalt, secretario general de AFE. “En 2022 organizaremos unas 380 o 390 ferias. Es muy buena señal, pues nos aproximamos a la normalidad, que prevemos para 2023″. “El sector es muy optimista: se aceleran las ferias, se llenan los pabellones y hay pocos aplazamientos. La gente tiene ganas de volver al formato presencial: la afluencia se aproxima a los niveles prepandemia”, añade.
Sin embargo, tras dos años de pandemia, “la industria de reuniones en España se halla ante una encrucijada, cuyo reto principal está en la recuperación de la demanda, mientras se transforma la oferta, evoluciona el modelo y se amplía la colaboración público-privada, se diversifica el negocio y se capacita a los profesionales en nuevas habilidades”, aprecia el estudio de Braintrust, que habla de un sector en el que “se evoluciona poco, con mucha competencia entre destinos, esperando a que todo vuelva a ser como antes, sin aprovechar la ocasión para ampliar la colaboración público-privada y trabajar en modo oportunidad”, diferenciando la oferta, segmentando la demanda y utilizando los datos para que evolucione.
Porque en estos dos años han cambiado pocas cosas en la industria de los eventos corporativos. Se han incorporado con mayor profusión las nuevas tecnologías y muchas reuniones empresariales combinan presencialidad y streaming o grabaciones a la carta.
Subida de precios
Pero, en general, las novedades que cita Violeta Matas no les facilitan la operativa a las empresas. “Además de que se trabaja con una incertidumbre permanente por la evolución de la pandemia o por la guerra de Ucrania, antes los congresos se organizaban con mucho tiempo y ahora se hacen con muy poca antelación. Hemos podido pasar de seis meses de media a dos e incluso uno”. También destaca que los precios han subido mucho, sobre todo los del transporte como consecuencia de la guerra, pero los de los hoteles no se han quedado atrás con la escalada de la inflación, y, aunque España es muy competitiva respecto a Alemania y Francia, dos de los primeros mercados europeos, sufrirá en la atracción de visitantes internacionales si la subida se mantiene en el tiempo, prevé.
Del lado positivo, la secretaria técnica de SCB resalta un mayor respeto por la sostenibilidad en los viajes de negocios. Las reuniones tienden a ser más pequeñas (más de la mitad reúnen a menos de 150 personas) para evitar los desplazamientos en avión y se empiezan a acompañar de acciones que dejan impacto positivo en los destinos. Las empresas están preocupadas por la huella ambiental. Y, por ejemplo, en vez de organizar cenas de gala lujosas, las hacen más livianas y destinan el ahorro al Banco de Alimentos. O, en lugar de utilizar el tiempo de ocio de los viajeros corporativos con visitas culturales, se los lleva a limpiar una playa.