Los despachos de abogados reviven su esplendor tras la pandemia
La pujanza del sector de legal aviva la competencia y contribuye a la existencia de un moderno tejido en servicios profesionales
Suele decirse de los despachos de abogados que les va bien a las duras y a las maduras. Aunque esta máxima no convenza del todo a los protagonistas, sobre todo cuando constatan que el impacto de la pandemia mermó de forma considerable sus cuentas de resultados, es verdad que la mayor parte de los despachos mercantiles experimentan crecimientos en mayor o menor medida y crean empleo de forma continua. Según datos del Registro Mercantil, sólo dos de los 40 principales de España retrocedie...
Suele decirse de los despachos de abogados que les va bien a las duras y a las maduras. Aunque esta máxima no convenza del todo a los protagonistas, sobre todo cuando constatan que el impacto de la pandemia mermó de forma considerable sus cuentas de resultados, es verdad que la mayor parte de los despachos mercantiles experimentan crecimientos en mayor o menor medida y crean empleo de forma continua. Según datos del Registro Mercantil, sólo dos de los 40 principales de España retrocedieron el año pasado, en el que en conjunto superaron los 3.000 millones de facturación, con un aumento del 7,7%, muy cerca del crecimiento del 7,8% de 2018 y del 8,8% de 2019, y muy por encima del 1,9% de 2020.
Una pléyade de firmas en progresión compite ferozmente en un mercado cada vez más sofisticado para llevarse los mejores contratos de las grandes operaciones corporativas que se realizan en el siempre agitado entorno del Ibex 35 y de la pujante nueva economía. Operaciones como la ampliación de la participación del BBVA en Garanti, la fusión de MásMóvil con Orange España, la adquisición de Abertis por Atlantia y ACS, la entrada del fondo IFM en Naturgy, la reconversión minutada de El Corte Inglés, la salida de Oaktree de Eolia Renovables..., por citar algunas de las más recientes, han sido diseñadas, negociadas y ejecutadas por los despachos de abogados, con frecuencia formando pareja con bancos de inversión.
En efecto, esa pujanza aviva la competencia; pero, además, contribuye a la existencia de un moderno tejido en servicios profesionales y, en particular, en la abogacía de los negocios que ejerce una enorme influencia en el panorama empresarial español, a la misma altura que cualquier país avanzado. En el caso de los despachos españoles se ha producido una eclosión, frenada en parte por la pandemia, que ha sido capaz de competir y superar la cada vez más frecuente oferta extranjera.
Asimismo, obliga a los despachos a reforzar continuamente sus nóminas y evitar la fuga de cerebros, muy habitual en este sector, ya sea para incorporarse a otros despachos o para formar uno propio, ofreciendo un crecimiento profesional en la organización. Todos están con la caña dispuesta para pescar talento, bien retribuido y de carácter indefinido.
Es, además, un sector con formación continua. En ese sentido, destacan las implicaciones técnicas en las tareas que realizan los despachos y, tras la ralentización de la pandemia, se ha producido un impulso en el sector para mejorar los conocimientos jurídicos ligados a las soluciones digitales. A ello responde la preparación en las nuevas tecnologías y, entre ellas, las energéticas, materias en las que cada vez son más demandados a raíz, sobre todo, de los fondos Next Generation, que atraen a inversores internacionales de forma masiva y que hacen que ese frente sea una de las asignaturas de revisión permanente.
En España, el sector legal está dominado por los veteranos despachos Garrigues, Cuatrecasas y Uría Menéndez, que copan el podio sectorial. Les siguen en la clasificación las divisiones legales de las cuatro firmas de consultoría-auditoría (grupo conocido mundialmente como Big Four) por este orden: PwC Tax and Legal, EY Abogados, Deloitte Legal y KPMG Legal. Después de ellas, en octavo puesto, aparece Pérez-Llorca, que en 2021 ha entrado en el top-10, superando a Gómez-Acebo y Pombo y a Écija, y se ha distanciado de otros despachos nacionales (Sagardoy, Roca Junyent, Ramón y Cajal, Albiñana & Suárez de Lezo...) e internacionales de renombre (Baker McKenzie, Clifford Chance, Linklaters, Allen & Overy...).
En cuanto al despacho fundado por uno de los padres de la Constitución, José Pedro Pérez-Llorca, y ahora presidido por su hijo, Pedro Pérez-Llorca, ya puede presumir de haberse colocado como cuarto despacho español, aunque la facturación todavía queda muy lejos de los cajones del podio. Los 91 millones facturados el año pasado por esta entidad suponen un ascenso del 33%, que completa un decenio prodigioso en el que ha multiplicado su tamaño por cinco y alcanzado una plantilla de 450 personas (70 socios). Este aumento pone ahora a Pérez-Llorca hijo, que asumió la dirección en 1996 y transformó el pequeño bufete de abogados que era entonces en un ambicioso proyecto ya cristalizado, en la obligación de consolidarse. A ello responde la prevista expansión con una nueva oficina en Bruselas y, posiblemente, hacia otros territorios para mantenerse como cuarto comensal en la mesa hasta ahora reservada para los tres grandes despachos.