Semáforo abierto

Quizá el debate europeo pueda terminar con reformas limitadas en las reglas de deuda, manteniendo en lo sustancial la disciplina fiscal nacional

El canciller alemán Olaf Scholz, durante la ceremonia de cambio de gobierno celebrada en Berlín esta semana.POOL (Reuters)

De las tres elecciones clave para el devenir de la eurozona en los próximos años —las generales alemanas y presidenciales en Italia y Francia en la primera mitad de 2022—, las primeras han concluido su proceso esta semana con la elección de Olaf Scholz como canciller al mando de una coalición rojo-verde-amarilla con retos importantes e implicaciones para el resto de la zona.

El nuevo Gobierno alemán deberá enfrentarse a la cuarta ola de la pandemia, estabili...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

De las tres elecciones clave para el devenir de la eurozona en los próximos años —las generales alemanas y presidenciales en Italia y Francia en la primera mitad de 2022—, las primeras han concluido su proceso esta semana con la elección de Olaf Scholz como canciller al mando de una coalición rojo-verde-amarilla con retos importantes e implicaciones para el resto de la zona.

El nuevo Gobierno alemán deberá enfrentarse a la cuarta ola de la pandemia, estabilizada pero aún en niveles máximos, con tasas de vacunación relativamente bajas, la amenaza de la variante ómicron, y la decisión ya tomada de vacunación obligatoria. El impacto de esta nueva ola va a ralentizar la actividad en este trimestre y el primero del 2022, aunque no debería afectar significativamente a la recuperación, dependiente más de desatascar los cuellos de botella a nivel global que de los vaivenes de la demanda interna. La OCDE prevé un crecimiento del 4,1% para 2022, tras un 2,9% esperado para este año.

Pero son los temas más estratégicos en los que las decisiones van a ser más importantes. En política internacional habrá que ver la respuesta a la presión de EE UU de mantener una posición más firme frente a Rusia y China, que afecta directamente a una Alemania que ha primado una actitud más conciliadora, influida por sus intereses comerciales. Los equilibrios serán difíciles de mantener y más con una coalición con visiones divergentes en política exterior.

Más relevante aún para el resto de Europa son los planes de fuertes inversiones en temas digitales y cambio climático que muestran evidentes paralelismos con las políticas del presidente Biden. La financiación y la propia consecución de los compromisos climáticos es un reto considerable en un escenario con apagón nuclear y el compromiso demandado por los liberales de no elevar los impuestos. Posiblemente, las inversiones se hagan utilizando el margen de maniobra del presupuesto de 2022 (todavía no sujeto a las reglas de déficit cero) y con vehículos fuera de balance, a través de banca pública o inyecciones de capital en empresas públicas.

Esta salida por la tangente de las reglas fiscales puede servir de ejemplo e influenciar el debate europeo, pendiente de la modificación del pacto de estabilidad, la finalización de la unión bancaria y, eventualmente, los pasos hacia una mayor unión fiscal. No cabe esperar de la postura alemana giros copernicanos en ninguno de estos temas, pero sí son visibles algunas señales de flexibilidad en nombramientos y declaraciones recientes. Quizás el debate pueda terminar con reformas limitadas en las reglas de deuda, manteniendo en lo sustancial la disciplina fiscal nacional, pero corregidos por programas de inversión en la línea del Next Generation EU, más controlados desde Europa.

Miguel Jiménez González-Anleo, de BBVA Research.

Más información

Archivado En