La construcción de una economía inclusiva empieza en la escuela

Las empresas deben dar ideas que permitan desarrollar soluciones en las comunidades a las que sirven

Tomás Ondarra

Parece que por fin empezamos a vislumbrar en el horizonte el final de una pandemia que ha tenido en jaque al planeta durante más de 18 meses. En muchos sentidos, su efecto ha acentuado y ha agravado los retos históricos que tenían nuestras sociedades, incluidas las persistentes desigualdades que sufren las comunidades y grupos más desfavorecidos en todo el mundo. El impacto negativo que todos hemos podido observar en primera persona puede ayudarnos a reflexionar y servir como catalizador para...

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Parece que por fin empezamos a vislumbrar en el horizonte el final de una pandemia que ha tenido en jaque al planeta durante más de 18 meses. En muchos sentidos, su efecto ha acentuado y ha agravado los retos históricos que tenían nuestras sociedades, incluidas las persistentes desigualdades que sufren las comunidades y grupos más desfavorecidos en todo el mundo. El impacto negativo que todos hemos podido observar en primera persona puede ayudarnos a reflexionar y servir como catalizador para un cambio que favorezca la construcción de una economía más moderna y que proporcione mayores oportunidades a una parte más amplia de la sociedad.

Hoy más que nunca, las empresas tienen la responsabilidad de dar un paso al frente y ayudar a resolver tales desafíos. JP Morgan Chase sigue colaborando con líderes empresariales, organizaciones sin ánimo de lucro y comunidades para promover la igualdad de oportunidades y construir una economía más inclusiva. Como firma global, siempre hemos creído en que las empresas desempeñan un papel fundamental a la hora de afrontar cualquier reto social. Asociándonos con gobiernos, instituciones y comunidades locales, podemos aportar la experiencia y los recursos necesarios para contribuir en la búsqueda de vías que permitan hacer realidad el desarrollo de una economía más inclusiva, en particular para los colectivos más vulnerables.

Aportar ideas audaces y trabajar juntos para eliminar las barreras estructurales no es sólo cuestión de mejorar las políticas y los programas gubernamentales. Las empresas pueden —y deben— poner sobre la mesa ideas que permitan desarrollar soluciones de impacto duradero en aquellas comunidades a las que sirven. Por eso es importante invertir y trabajar con socios locales para crear e implementar programas que vayan en esa dirección. Somos conscientes de que no podemos resolver estos retos solos y de que sólo mediante la colaboración será posible crear soluciones sostenibles que impulsen una prosperidad duradera.

Asegurar que las próximas generaciones estén dotadas de las competencias y la formación que necesitan es fundamental para desarrollar una economía más inclusiva. Para ello, empresas, gobiernos y comunidades deben colaborar para ofrecerles la preparación que garantice su futuro éxito en el mercado laboral, de modo que tengan más posibilidades de construir un buen porvenir económico para ellos y para sus familias. Demasiados jóvenes, especialmente los procedentes de entornos desfavorecidos, carecen de las habilidades, los recursos y el apoyo necesarios para alcanzar los empleos del mañana.

Todos hemos sido testigos de la evolución del mercado laboral en la última década: la mayoría de los empleos que se demandan actualmente, como los relacionados con la inteligencia artificial, la ciencia de los datos o la telemedicina, no existían hace unos años y su demanda no hará más que crecer, una muestra de hacia dónde se dirige el mercado laboral.

Aproximadamente una quinta parte de los jóvenes del mundo de entre 15 y 24 años no están empleados ni reciben educación o formación alguna, por lo que necesitarán vías alternativas para obtener las habilidades y la experiencia necesarias para acceder al mercado laboral. Los cambios tecnológicos siguen dando forma a la economía y exacerban la desconexión entre las habilidades enseñadas y los empleos, dejando a muchos jóvenes aún más desconectados del mercado laboral. Los datos muestran que es probable que hasta el 14% de los puestos de trabajo en los países de la OCDE sean automatizados y que más del 3o% se transforme de manera significativa, volviéndose más complejos y requiriendo nuevas habilidades.

Los jóvenes merecen la oportunidad de poder desarrollar un camino que les permita prosperar y acceder a empleos bien remunerados y carreras a largo plazo. No hacer todo lo que esté a nuestro alcance para prepararlos con las habilidades y la educación necesarias no es sólo una oportunidad perdida para ellos, sino una oportunidad perdida para los países y las empresas, ya que la falta de trabajadores cualificados amenaza el crecimiento, la competitividad y la sostenibilidad de los negocios.

Es primordial proporcionarles la educación y las competencias necesarias para brindarles verdaderas oportunidades, reducir desigualdades y promover una economía más sólida. Desgraciadamente, no todo el mundo tiene acceso al apoyo y la orientación necesarios para elegir y prepararse para una carrera adaptada a sus capacidades, puntos fuertes e intereses personales, así como a las necesidades del mercado laboral. Este es el nudo y la barrera que debemos tratar de romper.

JP Morgan Chase apoya iniciativas de orientación profesional e inclusión laboral en todo el mundo, como parte de un compromiso global para impulsar una recuperación económica inclusiva. Sabemos que este tipo de programas tienen éxito cuando rompen los silos entre el sistema educativo, el gobierno local y el sector privado, y cuando conectan a los estudiantes con la educación superior u otras oportunidades de aprendizaje, con un claro foco en experiencias de trabajo cercanas al mundo real.

Los programas son más efectivos cuando trabajan con empresas y empleadores para identificar las habilidades y capacidades reales necesarias para los puestos más demandados, y comparten esa información con los educadores. Esto lleva al desarrollo de nuevas habilidades digitales y de programas de formación y prácticas.

Ningún sistema puede tener un éxito si no está diseñado para ser realmente inclusivo. Los mejores programas abordan esa brecha y contribuyen, en última instancia, a mejorar la diversidad de la población laboral y la salud general de la economía, conectando a los estudiantes con carreras de alta calidad.

En España, por ejemplo, en colaboración con Empieza Por Educar y la Fundación Bertelsmann, apoyamos con nuestra experiencia y recursos a más de 200 centros educativos en la mejora de sus modelos de orientación educativa y profesional. Se trata de una iniciativa, denominada Xcelence, que forma parte de una inversión global de 75 millones de dólares para ayudar a jóvenes desfavorecidos a prepararse para el futuro del trabajo.

La finalidad del programa Xcelence es aumentar la proporción de estudiantes que terminan la educación secundaria con éxito y pasan a la educación superior, y facilitar su acceso a experiencias laborales y a empleos de calidad. Para ello se trabaja en la capacitación de los directores y los orientadores vocacionales de los centros, para que implementen estrategias sistemáticas de orientación profesional que conecten a los estudiantes, empezando por los más vulnerables, con la enseñanza superior y al mundo laboral. Una parte esencial de su labor es facilitar una relación más estrecha entre la escuela y las empresas a través de encuentros de los estudiantes con profesionales y empleadores y de experiencias laborales que les preparen mejor para futuros empleos.

Programas bien articulados y diseñados, como este, pueden cambiar vidas y fortalecer comunidades. Con más de 100 años ayudando a clientes y comunidades en España, es un privilegio contribuir también a esta causa tan importante para el futuro del país.

Ignacio De la Colina es presidente y consejero delegado de J.P. Morgan España y Portugal


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