El trabajo acelera en el ladrillo: más empleados de inmobiliaria que nunca y tantos obreros como hace 15 años
En plena crisis de acceso a la vivienda, el empleo en la construcción sigue lejos del nivel de principios de siglo. “Es irónico lo mucho que suben los pisos y lo poco que crecen nuestros sueldos”, dice un trabajador
El sector de la construcción emplea en España a un millón y medio de personas, la cifra más alta en los últimos 15 años. Es un número al alza, que crece a la vez que el precio del bien que elaboran estos trabajadores. Mientras la vivienda dev...
El sector de la construcción emplea en España a un millón y medio de personas, la cifra más alta en los últimos 15 años. Es un número al alza, que crece a la vez que el precio del bien que elaboran estos trabajadores. Mientras la vivienda devora una porción cada vez mayor de muchas nóminas, el país ya cuenta con tantos trabajadores de la construcción como a finales de 2010. Sin embargo, los 1,52 millones de ocupados en el sector (según los datos de la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre) siguen muy lejos de la cifra que se llegó a alcanzar en 2007, a las puertas del pinchazo de la burbuja, con 2,72 millones de empleados. La otra pata del sector, las inmobiliarias, sí superan el número de empleados registrados a principios de siglo: son 181.000 trabajadores, un millar más que en la cima que se llegó a alcanzar antes del crash.
Empezando por los que construyen, el sector ha ganado en el último año 45.800 empleos, según la Encuesta de Población Activa (EPA). Es un impulso menor que el registrado en el año anterior, en el que la obra ganó 74.600 efectivos. Para entender mejor la tendencia conviene mirar más atrás. Un punto de partida razonable sería el inicio de la crisis actual de precios, en 2021, pero entonces el mercado laboral aún se comportaba de forma anómala por la pandemia, así que es más preciso acudir a un periodo un poco anterior. Respecto al segundo trimestre de 2019 (último año antes de la crisis sanitaria), el sector ha ganado 248.100 empleos, lo que supone un avance del 19,4%. En el mismo periodo el total del empleo ha crecido un 11%, ocho puntos menos. Los datos de afiliación moderan este desfase: de julio de 2019 al mismo mes de este año el total de empleo acelera un 13,6%, frente al 15% de la obra, un punto y medio más.
Con este ritmo la construcción superó en el segundo trimestre el millón y medio de efectivos (1.525.000 ocupados), un nivel que el sector no marcaba desde finales de 2010. Esta cifra de la EPA supera ampliamente el mínimo de la serie histórica, los 942.100 del primer trimestre de 2014, en plena depresión del mercado laboral y con seis millones de parados. Pero, a la vez, está muy lejos del máximo registrado en España: en el tercer trimestre de 2007 la construcción empleaba a 2,72 millones de personas. Entonces esos trabajadores significaban el 13,1% del mercado laboral, frente al 6,8% que representan ahora.
“No vamos a alcanzar esa cifra en absoluto”, pronostica el presidente de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), Pedro Fernández Alén, al ser preguntado por esos casi tres millones de empleados en el sector. “Ahora construimos poco más de 100.000 casas al año, muy por debajo de lo que se hacía entonces”, indica el jefe patronal. Según los últimos datos disponibles, los visados de dirección de obra nueva sumaron 127.721 unidades en 2024, muy por debajo de las 900.000 que se llegaron a rondar en el cénit de la burbuja de principios de siglo.
Fernández Alén defiende la necesidad de elevar el ritmo de la construcción para que se alivie el precio de la vivienda (de manera que el aumento de la oferta descomprima la demanda), para lo que su sector, en su opinión, necesitaría muchos más trabajadores de los que ahora emplea. “Necesitamos llegar a los dos millones de trabajadores para construir todo lo que sería necesario, y para ello necesitamos más jóvenes, más mujeres y más inmigrantes”, indica el presidente de la CNC.
Uno de esos empleados foráneos es Jimmy Rodríguez, venezolano de 45 años. Atiende a EL PAÍS en un taller coordinado por la Fundación Laboral de la Construcción (en la que participan la patronal y los sindicatos), donde cursa clases teóricas y prácticas para recibir un certificado de profesionalidad. “Vi en redes sociales que en España necesitaban mucha mano de obra en la construcción. Tengo muchas ganas de trabajar”, explica. Ya se dedicó a este oficio en su país de origen y quiere volver al andamio en España. “Estoy aprendiendo muchas cosas que aquí hacen diferente”. La mayoría de sus compañeros, explica su profesor Sergio Cabanillas, también son extranjeros: “Vienen con muchas ganas de aprender y de encontrar un trabajo”.
“Los poderes públicos no están haciendo políticas para incorporar a trabajadores a este sector”, critica Fernández Alén, antes de denunciar las “trabas burocráticas” para poner en marcha nuevos proyectos y que no les dejen contratar a más extranjeros en origen. Esos empleados foráneos ya son el 20,7% de los afiliados a la Seguridad Social en el sector, mientras que en el promedio de la economía española los extranjeros son el 12,9%.
Los sindicatos protestan
Daniel Barragán, jefe de CC OO del Hábitat (el área del sindicato dedicada a la construcción), hace un análisis distinto al del jefe patronal: “Se ve claramente desde hace años que no paramos de crecer en empleo, que avanzamos de forma continuada”. Destaca el hecho de haber alcanzado el millón y medio de trabajadores y pronostica que “va a ir a más, no de forma tan exagerada como pide la patronal, pero sí habrá más empleo”. Ante las quejas patronales, que reclama más contrataciones, Barragán contrapone que el principal problema de atracción es que “la peligrosidad y penosidad del sector no compensa con lo bajos que son los salarios”.
Según los últimos datos de la Encuesta Anual de Coste Laboral, correspondientes a 2024, la construcción dedica a sueldos una media de 25.561 euros al año por trabajador, por debajo del promedio de la economía (27.559 euros). La cifra de la obra ha crecido respecto al año anterior un 1,2%, frente al impulso del 3,6% de la media total. “Por estos salarios, entiendo que muchas personas prefieran irse a un supermercado a trabajar. Ahí no se juegan la vida y van a ganar más o menos lo mismo. Por eso los empresarios se queja de que faltan trabajadores”, añade Barragán, que ve en el empeño patronal de elevar el flujo de inmigrantes un deseo de precarizar las condiciones de trabajo. El año pasado murieron 135 personas en la obra en España, el segundo sector con más decesos, con solo tres menos que transporte y almacenamiento. Esas cifras son las que han llevado a los sindicatos a pedir anticipar la jubilación en el sector.
Ramón Gallego es un capataz de 43 años. “Estoy todo el día pateando escaleras, soportando mucho calor y mucho frío... En 20 años me imagino sufriendo, así que espero que nos anticipen la jubilación”, explica este trabajador madrileño. Subraya que su situación es mejor que la de muchos compañeros que aún son peones a edad avanzada, “empleados en subcontratas que les torean las vacaciones, que no respetan las pagas ni nada; es un trato muy malo, con mucha presión porque siempre somos menos de los necesarios para cumplir los plazos”. Cree que el salario que ofrecen las empresas no compensa ante la penosidad del sector. “Simplemente, no es justo. Es irónico lo mucho que sube el precio de las viviendas que hacemos y lo poco que lo notamos en nuestros sueldos”.
Fernández Alén contrapone que las subidas de los convenios en los últimos años (un 3,5% en 2022 y un 3% tanto en 2023 como en 2024) han sido “importantes”, en lo que coincide Barragán, pero el sindicalista considera que el aumento del coste de la vida ha diluido ese impulso. “Para lograr mayores incrementos salariales necesitaríamos que la Administración pública revise los contratos, a lo que se niegan totalmente”, subraya el jefe patronal, que también se queja del “aumento de costes” desde la guerra de Ucrania y del incremento de las cotizaciones.
Otra variable interesante es la evolución de la ocupación por provincias, que muestra un acelerón de los empleados de la construcción en varias zonas costeras, de alta presión turística. En el último lustro los mayores incrementos se dan en Huelva (+27,6%), Cádiz (+26,4%) y Valencia (+25,9%). Esta última también es la que registra el mayor acelerón respecto al año pasado (+8,7%), seguida de Castellón (+7,6%).
Subidón en las inmobiliarias
La otra pata del sector, minúscula en comparación con la construcción, vive un momento diferente, según apuntan tanto los datos de empleo como los salariales. En España había 180.600 personas dedicadas a las actividades inmobiliarias en el segundo trimestre, el máximo en esta época desde que hay registros, según la EPA. Son incluso más que en plena burbuja del ladrillo, cuando el máximo que se llegó a alcanzar fue de 179.500 empleados a inicios de 2007. El sector se redujo a menos de la mitad en poco más de dos años, con 82.600 trabajadores a finales de 2009. En 2014 el número de trabajadores volvió a rebasar los 100.000 y creció con fuerza hasta la pandemia, cuando volvió a caer, para repuntar enseguida en dirección al máximo actual.
María Pedraza, secretaria federal de oficinas de UGT, subraya que el boom del sector está afectando “positivamente” al empleo. “Antes de la crisis de 2008 crecieron las inmobiliarias como setas. Eso se desplomó, pero lleva varios años recuperándose. Les va bien, tan bien, vendiendo los pisos tan rápido, que van necesitando más mano de obra”, explica esta sindicalista, temerosa ante lo vertiginoso del ascenso.
Por su parte, el presidente de la Federación de Asociaciones de Empresas Inmobiliarias, Miguel Ángel Gómez Huecas, augura una contracción en la generación de empleo: “Creo que se va a estabilizar más que crecer por el problema de stock que tenemos, al no haber viviendas suficientes disponibles. Creo que habrá inmobiliarias que van a tener que cerrar el año que viene porque no van a poder mantener el negocio".
En lo que coinciden la dirigente sindical y el patronal es al señalar que las condiciones salariales del sector han mejorando bastante en los últimos años. Los datos del INE indican que las empresas inmobiliarias dedicaban 24.430 euros brutos por trabajador a salarios en 2021, cuando empezó la crisis de precios, frente a los 28.654 euros de 2024, un vertiginoso ascenso de más de 4.000 euros en tres años. “El incremento no tiene tanto que ver con las tablas de los convenios como con el incremento de las comisiones. A más ventas, más comisiones y más salarios, es evidente”, indica Pedraza. “Es un buen momento para la industria e intentamos corresponder”, agrega Gómez Huecas.
Las plantillas de las inmobiliarias se dividen entre empleados por cuenta propia y asalariados. “Está creciendo más la parte de los contratados. Al empresario le da más tranquilidad porque el trabajador se involucra más contigo. El trabajador creo que también lo prefiere porque, aunque ganes un poco menos, tienes más estabilidad y tranquilidad”, finaliza Gómez Huecas.
La compra de vivienda lleva 11 años ininterrumpidos de subidas de precios, desde que al inicio de 2014 el mercado inmobiliario comenzó a recuperarse de la burbuja de principios de siglo. La cuesta se empina cada vez más, con un incremento del 12,2% en el primer trimestre, el mayor salto en los últimos 18 años, una dinámica parecida a la de los precios del alquiler.