Draghi lanza la voz de alarma a la UE: “La inacción amenaza nuestra competitividad y nuestra soberanía”
El ex presidente del BCE pide más ambición en el aniversario del informe que elaboró para impulsar la competitividad en Europa
No hay una propuesta económica, un discurso sobre competitividad o una norma que busque impulsar la inversión empresarial en Bruselas en el último año que no use el informe que presentó hace ahora un año Mario Draghi para relanzar la economía de la UE. Todos mentan el nombre del salvador del euro, del expresidente del Banco Central Europeo, como si con su sola mención se justificara to...
No hay una propuesta económica, un discurso sobre competitividad o una norma que busque impulsar la inversión empresarial en Bruselas en el último año que no use el informe que presentó hace ahora un año Mario Draghi para relanzar la economía de la UE. Todos mentan el nombre del salvador del euro, del expresidente del Banco Central Europeo, como si con su sola mención se justificara todo. Pero el italiano ha levantado la voz este martes en la capital de la Unión y ha venido a pedir que no se le mencione en vano. “La inacción amenaza no solo nuestra competitividad, sino también nuestra propia soberanía”. “Debemos hacer lo que nunca se ha hecho antes y no frenarnos con límites autoimpuestos”. “Necesitamos fechas y resultados concretos”. En definitiva, Draghi ha pedido ambición y ha dejado claro ―sin especificarlo― que lo hecho hasta ahora con su informe y las más de 400 propuestas que contenía es muy insuficiente.
Ya se sabía que Draghi no estaba contento con lo que se había hecho con su informe ni con que se utilizara como si su sola mención tuviera un poder taumatúrgico. A finales de agosto, en otro discurso, había quedado claro ese malestar. “La UE creía que su tamaño económico, con 450 millones de consumidores, le daba poder geopolítico e influencia. Este año será recordado como el año en que se evaporó esa ilusión”, proclamó hace tres semanas. Y eso ha pasado justo en los 12 meses que han transcurrido desde que él lanzó el informe que le pidió que elaborara la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, junto con una advertencia que todavía resuena en los pasillos del Berlaymont: si Europa no seguía sus recetas ―u otras que tuvieran el mismo efecto― se exponía a una “lenta agonía”.
Draghi ha hablado este martes en un acto organizado por la Comisión Europea para hacer un balance del primer año de su famoso documento. Para este aniversario, ya ha habido algún instituto de análisis que ha hecho su propia evaluación: el Consejo para la Política Europea de Innovación ha calculado que solo se habría implantado el 11% de las medidas. Y el dato ha servido para que se repita y resuene a diario en la burbuja bruselense de las instituciones comunitarias.
También la Comisión ha hecho su propio balance, más triunfalista. La propia presidenta Von der Leyen, que ha precedido a Draghi, ha dado en su discurso un esbozo al hablar de la Brújula de la Competitividad ―nombre que ha puesto al programa económico de esta Comisión que empezó a funcionar hace nueve meses―, el Pacto para una industria limpia, la Unión de Ahorros y Capitales (que, por el momento, no pasa de un cambio de nombre en lo que antes se conocía como Unión del Mercado de Capitales y no acabó de ver la luz) o los planes para una energía asequible, el sector automovilístico o la industria del acero.
Pero Draghi no estaba este martes para celebraciones ni palabras de autosatisfacción. De su discurso se deduce más decepción con los Estados miembros que con el Ejecutivo que preside la alemana Von der Leyen. Ha leído la cartilla a todos, sí, pero mucho más a los Gobiernos que a la Comisión. A esta le ha reconocido que trabaja en la línea que él dibujó, como ha dicho sobre el Pacto por una industria limpia y el Plan para una energía asequible, cuando ha aplaudido el acuerdo comercial con Mercosur.
En cambio, para los Gobiernos nacionales han pintado bastos. “La respuesta europea [a lo sucedido en los últimos meses] ha caído en dos trampas: los esfuerzos nacionales descoordinados o la fe ciega en que los mercados construirán nuevos sectores”. “Europa debe actuar menos como una confederación y más como una federación”, ha reclamado, aunque lo cierto es que el proyecto de presupuestos plurianuales para el periodo 2028-2034 que ha planteado la Comisión camina más hacia el lado que desaconseja Draghi.
Para el capítulo de recomendaciones, el expresidente del BCE ha dejado propuestas que seguro que levantarán ampollas. Por ejemplo, se ha hecho eco de la petición de las empresas europeas que piden “la simplificación radical” del reglamento de protección de datos. “No solo de la ley principal, sino también de las estrictas medidas adicionales adoptadas por los Estados miembros”, ha apostillado. También ha explicado que “el entrenamiento de los modelos de inteligencia artificial requiere grandes cantidades de datos públicos de la web”. “Sin embargo, la incertidumbre jurídica sobre su uso genera costosos retrasos, lo que ralentiza su implementación en Europa”, ha proseguido.
La inteligencia artificial ha ocupado una parte importante del discurso. Ha dicho del reglamento de Inteligencia Artificial que se aprobó en 2024 y cuya entrada en vigor es progresiva hasta 2026 que “es una fuente de incertidumbre”. Y, ante eso, ha apuntado ante la siguiente fase de implementación de la norma que su opción sería suspenderla. La primera, “que incluye los riesgos inaceptables del sistema”, se ha adoptado “sin complicaciones”. Pero lo que viene ahora debe ser “proporcionado y apoyar la innovación” y, en su opinión, esta fase “debería suspenderse hasta que entender mejor los inconvenientes”.
Otro de esos consejos ha sido eliminar obstáculos para las nuevas tecnologías, uno de los temas estrella de su informe de hace un año. Para avanzar en eso, ha aplaudido la propuesta de la Comisión de crear el régimen administrativo número 28 en la UE como una área común y ha sido crítico con “el incierto apoyo de los Estados” que limitará la iniciativa.
Pero si en algo se puso especial énfasis en el informe de hace un año fue en los precios energéticos, en cómo las empresas de la UE tienen que pagar mucho más por esta materia prima básica que las de Estados Unidos y China. “El precio del gas natural en la UE sigue siendo cuatro veces más caro que en Estados Unidos”, ha dicho al empezar a tocar el tema. En él no ha evitado decir que el compromiso de adquisición de este combustible a Norteamérica alcanzado con Washington para acabar con la guerra comercial “debería ser tratado como una oportunidad para reorganizar la compra de gas”.
“La UE puede hacer más con los poderes que ya tiene”, ha señalado antes de acabar sus palabras.