El rechazo a asumir deudas mantiene las renuncias de herencias en máximos
Los notarios tramitaron en 2024 casi 348.000 sucesiones y un total de 54.881 legatarios decidieron salir del proceso
La proporción de herencias rechazadas en España se consolidó durante el año pasado en niveles máximos de la serie histórica: aproximadamente, una de cada seis. El fenómeno se explica por causas de distinta índole, como la fiscalidad, las decisiones personales y, principalmente, ...
La proporción de herencias rechazadas en España se consolidó durante el año pasado en niveles máximos de la serie histórica: aproximadamente, una de cada seis. El fenómeno se explica por causas de distinta índole, como la fiscalidad, las decisiones personales y, principalmente, el nivel de endeudamiento que dejan los fallecidos, según avanza el Consejo General del Notariado (CGN) tras analizar los números.
Los de 2024, recién sacados del horno, muestran que los españoles tramitaron casi 348.000 sucesiones, mientras que la cantidad de renuncias llegó a las 54.811, unos niveles, en ambos casos, muy parecidos a los registrados en el año previo. La portavoz de los notarios, María Teresa Barea, precisa que hay tantas renuncias como renunciantes. O lo que es lo mismo, que una herencia puede tener varios legatarios que digan que no la quieren, por lo que la proporción de rechazos, del 15,7% en 2024, hay que tomarla como orientativa y siempre en un contexto en el que se analice la evolución.
La tendencia, prosigue Barea, muestra varias conclusiones. Por un lado, lo que parece una estabilización y una paulatina vuelta a la normalidad tras el exceso de mortalidad vivido durante la crisis sanitaria y los años inmediatamente posteriores. Después del pico registrado en 2021, con más de 365.000 sucesiones tramitadas, el número de herencias va poco a poco cayendo y se acerca de forma sostenida a los niveles habituales. Al otro lado, añade la portavoz, se observa una estabilización al alza del número de repudios, algo que se explica porque los fallecidos “dejan más deudas que hace 10 o 20 años”.
Tradicionalmente, señalan los notarios, los españoles que deciden dejar de formar parte del proceso sucesorio lo hacen por las elevadas cantidades de deuda que esconden las herencias. Al formalizar la adjudicación, “el heredero se encuentra con que el muerto ha dejado más pasivo que activo y decide no asumirla”. Es algo que ha sucedido desde siempre, insiste Barea. Lo que sucede es que el fenómeno se magnifica en momentos de dificultades económicas. Por eso, a los convulsos meses de la crisis vinculada a la pandemia de la covid-19 se les han ido sumando las turbulencias ocasionadas por la escalada de la inflación que se registró en 2022 y 2023. “Hace años eran más comunes las herencias con patrimonios limpios, mientras que hoy siguen quedando picos de pasivo de las hipotecas o préstamos personales”. Es por eso por lo que “las renuncias se estabilizan en cifras altas”, recalca.
Barea también insiste en que hay que tener en cuenta los agujeros de información de las estadísticas del CGN, que no permiten imputar las herencias a los fallecidos del año en cuestión. Cabe recordar que el acto de adjudicación por título sucesorio prescribe a los 30 años, por lo que, aunque no sea lo habitual, la base de datos puede juntar a los finados de 2024 con los que murieron en la recta final de los años noventa, por ejemplo.
Pese a ser la razón principal, la existencia de pasivo no es el único motivo que lleva a los españoles a rechazar la transmisión. Otras causas son las meramente personales, que salen a la luz en aquellos procedimientos en los que los herederos no tenían una relación muy sólida o estrecha con el fallecido. En estos casos, que tienen como protagonistas sobre todo a los familiares con muy poco grado de parentesco, los legatarios llegan a ver incluso como “injusto” el hecho de beneficiarse de la sucesión. En otras ocasiones, en las que la herencia no es gran cosa, prefieren directamente no perder su tiempo en el proceso. “Hay mil motivos de carácter personal para rechazar el título”, resalta Barea.
El otro motivo para rechazar la herencia es el fiscal, aunque Barea lo califica como “muy puntual”. En estos procesos entran en juego el impuesto sobre sucesiones y donaciones (ISD), de carácter autonómico, y las plusvalías municipales, que se pagan a los ayuntamientos. Sin embargo, en parientes directos, todas las comunidades autónomas cuentan con bonificaciones y deducciones que dejan exenta la mayor parte del legado. Como mucho, insiste Barea, se ven perjudicadas las transmisiones colaterales o aquellas cuyas cuantías, al ser elevadísimas, no están sujetas a las rebajas fiscales contempladas, “pero todo esto es algo excepcional”.
Para entender este razonamiento, la portavoz recomienda echar un vistazo a la distribución territorial. Según las cifras de los notarios, las mayores tasas de rechazos —siempre con el matiz de que una herencia puede tener más de una renuncia— se dieron en La Rioja (21,6%), Andalucía (20,6%) y Murcia (19,5%), territorios gobernados en 2024 por el PP, que hace de la rebaja del ISD uno de sus estandartes políticos. La menor proporción, sin contar con las dos comunidades forales, se dio en Asturias (13,2%), del PSOE.
Los notarios, ante el crecimiento de las renuncias, recomiendan a los herederos estudiar la posibilidad de acogerse a la aceptación a beneficio de inventario, una fórmula legal prácticamente desconocida que permite dejar a salvo el patrimonio preexistente de la posible deuda.
Este mecanismo es útil en las llamadas herencias grises, aquellas en las que se desconocen los bienes y obligaciones que se van a recibir. Así, el heredero responde a las posibles deudas y obligaciones únicamente con los bienes que se enmarcan dentro del propio legado, sin arriesgar su patrimonio previo. La opción sigue siendo testimonial: en 2024 solo se acogieron a ella 1.423 herederos.