España necesitaría 37 años para alcanzar la igualdad de género

Acabar con la brecha existente entre hombres y mujeres solo en el mercado laboral elevaría el PIB en un del 17%, calcula la organización Closingap

Una empleada trabaja en el interior de un establecimiento 365 Obrador de la Gran Vía, en Barcelona.Albert Garcia

La década de los sesenta se antoja un tiempo lejano. Tanto la del siglo XX como la del XXI. Sin embargo, hasta 2062 no se llegará en España a alcanzar la igualdad de género entre hombres y mujeres. Es lo que se desprende de la quinta edición del Índice Closingap, que recoge que la brecha de género se ha cerrado un 0,8% en el último año. Este indicador, que se elabora a partir de 28 variables que afectan al empleo, la educación, la conciliación, la salud y la digitalización, se situó el año pasado en el 65,7%, entendiéndose el 100% como la paridad absoluta. Al ritmo que se ha ido cerrando en el último lustro, harán falta 37 años más para acabar con el 34,3% de desigualdad todavía existente.

En lo que respecta al impacto directo en la economía, el índice sostiene que cerrar la diferencia que existe actualmente solo en el mercado laboral supondría un aumento de 255.755 millones de euros. Es decir, el equivalente al 17,1% del PIB de 2023, el año que se toma como referente para el cálculo del impacto económico.

Durante la presentación del estudio, Lucila García directora general de Closingap, ha resaltado que el índice ha mostrado una mejora con respecto al año anterior, cuando solo se avanzó un 0,2%. En cuatro de los cinco ámbitos a los que pertenecen las 28 variables que se estudian para su composición, la brecha se ha ido reduciendo. El punto negativo lo vuelve a poner la salud y el bienestar, donde retrocede un 0,2%. “Hemos consultados otros índices similares en Europa y hemos visto que el comportamiento es similar. Todos los ámbitos mejoran menos la salud”, ha explicado Ana Merino, autora del estudio y directora de estrategia y economía de PWC, una de las 14 compañías que conforman la asociación Closingap.

A pesar del retroceso que viene sufriendo en los últimos años, la categoría de salud y bienestar es donde el índice está más cerca de la paridad, un 83,7%. La caída se debe principalmente a dos variables: los años de buena salud respecto a la esperanza de vida, una variable que penaliza a las mujeres porque ellas suelen vivir más, y el mayor riesgo de caer en la pobreza o exclusión social.

Este último punto es consecuencia de la brecha entre mujeres y hombres en empleo, donde el indicador se sitúa en el 68,1%, con un 0,8% de mejora respecto a 2024. Las mujeres tienen menos tasa de actividad, de empleo y de horas efectivas trabajadas. Trabajan en sectores menos productivos y con salarios más bajos, lo que se traduce en peores pensiones cuando llega la jubilación. No obstante, las brechas de las pensiones, del ratio del salario por hora y de la duración de la carrera laboral han mejorado. Como también lo ha hecho el número de personas en puestos de liderazgo en la empresa privada. A este respecto, Merino se ha mostrado convencida de que las cuotas y la legislación sobre igualdad han ayudado a una mayor representación femenina en las esferas de poder empresarial. Del mismo modo, ha señalado la caída de mujeres en cargos de liderazgo en la Administración General del Estado.

El comportamiento del índice es similar en el ámbito de educación y en el de digitalización. En el primero, se ha alcanzado la paridad en la tasa de educación terciaria, abandono escolar y formación continua de adultos. La principal diferencia sigue estando en la presencia de mujeres en carreras y formación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés). “Este año hemos visto que la brecha se ha acortado, pero ha sido más porque han bajado los hombres que cursan estos estudios, no porque haya más chicas”, ha apuntado Merino.

En lo que respecta a digitalización, hay diversas variables que han alcanzado la paridad, como el uso diario de internet y la compras online. Y hay otras, cuyos datos no se han podido actualizar este año, que ya estaban bastante cerca, como las habilidades digitales. La principal diferencia está entre las mujeres que son especialistas TIC, que este año han crecido, y los hombres que llevan a cabo estas tareas, que siguen siendo más.

El último ámbito que compone el índice es la conciliación, y es el que tiene mayor diferencia entre ellos y ellas, ya que aún queda una brecha del 55,6% por cerrar. No obstante, ha mejorado un 1,3% con respecto al año anterior. Que sigan siendo las mujeres la que dedican menos tiempo al ocio, las que cogen más bajas, las que optan en mayor grado por la reducción de jornada y las que dedican más horas a trabajos no remunerados, entre otros factores, tiene un impacto en el ámbito del empleo y de la salud y bienestar. “La obligatoriedad de la baja por paternidad ayuda a ir cerrando esta brecha. Es verdad que la situación está empezando a cambiar, pero son ellas las que están dispuestas a renunciar a su carrera. Influyen también los sueldos más bajos que cobran, que hacen que a muchas les salga mejor quedarse en casa que tener que pagar por los cuidados”, ha afirmado Merino.

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