La orquesta alemana del ‘Titanic’
Las instituciones del país abren la puerta a que aún no se haya recuperado de la inestabilidad económica y no descartan un retorno inflacionario
La eurozona se estancó en 2003. Su PIB creció solo el 0,4%, la sexta parte que EEUU. Eso lo sabíamos. Lo que acabamos de conocer ahora (el 20 de abril) es que, con los datos ya revisados, en el segundo semestre sufrió una recesión: crecimiento negativo consecutivo en el tercer y el cuarto trimestre. Al amparo de su relativa intensidad absoluta, una décima en cada uno, se la suaviza como “recesión técnica”, susceptible de rápida recuperación. Pero recesión, al...
La eurozona se estancó en 2003. Su PIB creció solo el 0,4%, la sexta parte que EEUU. Eso lo sabíamos. Lo que acabamos de conocer ahora (el 20 de abril) es que, con los datos ya revisados, en el segundo semestre sufrió una recesión: crecimiento negativo consecutivo en el tercer y el cuarto trimestre. Al amparo de su relativa intensidad absoluta, una décima en cada uno, se la suaviza como “recesión técnica”, susceptible de rápida recuperación. Pero recesión, al fin y al cabo: inquietante en términos comparativos con los demás grandes polos mundiales.
Por supuesto que el entorno internacional, poco modificable, fue clave en este revés: la cercanía con Rusia, los efectos de la guerra, la mayor dependencia energética, el alza de la inflación, la caída de la demanda externa… Aunque tanto o más que eso impactó el declive de la locomotora alemana. Esta no logró aún reorientar su modelo de crecimiento basado en la energía fósil superbarata rusa, su exportación fuera de la UE concentrada en China, y los cambios en el manto defensivo norteamericano que la amparaba gratis.
Pero esto sí que era y es modulable mediante otra orientación y gestión de la política económica. Pese a ingentes ayudas de Estado desde la pandemia y los esfuerzos del canciller socialdemócrata Olaf Scholz y del vicepresidente económico verde Robert Habeck, algunos centros de poder más poderosos —no siempre electos— se han impuesto. Han logrado doblegar la estrategia expansiva, tanto fiscal como monetaria, hacia otra de sesgo restrictivo.
Así, hay responsables con nombres y apellidos de la recesión alemana en el conjunto de 2003 (-0,3%); de rebote de la eurozona en el segundo semestre (-0,1 en los dos últimos trimestres); y con efectos de crecimiento muy débil para 2024: 0,2% en la RFA y 0,8% en el área euro, según los últimos pronósticos del FMI. Son estos:
Los banqueros centrales alemanes han sido los más halcones en ahondar en exceso en la política monetaria restrictiva del BCE, con resultados nefastos para el crecimiento de la propia Alemania. Todavía ahora, cuando eso se ha constatado al milímetro y el clamor de la economía productiva y de los mercados financieros por una urgente bajada de tipos es ensordecedor, siguen apretando el freno.
La consejera ejecutiva del BCE Isabel Schnabel agita el miedo a un retorno inflacionario y receta “no ajustar nuestra política prematuramente” (7 de febrero, al FT); o una “preocupación desmedida por los precios en el sector servicios” que cause un “último tramo bastante accidentado” (25 de abril). Y su compatriota, el gobernador del Bundesbank. Joachim Nagel proclamó esta semana no estar aún “plenamente convencido de que la inflación” aterrice de verdad, cuando en enero afirmó que ya se había “domado la bestia codiciosa de la inflación”.
A su lado, el ministro liberal de Finanzas (Hacienda), Christian Lindner, empujaba lo indecible para endurecer la reforma de las reglas fiscales europeas (el Pacto de Estabilidad), sobre todo la deuda. Y ahora obstaculiza la mejor y más indolora alternativa de financiación para las nuevas necesidades de la UE: “Lo que no necesitamos es nueva deuda común”, proclamó al Ecofin el 11 de abril.
También la derecha política (CDU y CSU) han aportado su granito al suicidio del crecimiento económico alemán. Recurrieron al Tribunal Constitucional para esterilizar la reasignación de 60.000 millones de euros aprobados para la pandemia y no utilizados a nuevas necesidades de los proyectos de independencia energética (y no a gasto corriente, como engaña la caverna española). Y los magistrados reaccionarios de Karslruhe los complacieron plenamente el 15 de noviembre.
Compiten bien con la orquesta del Titanic.
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