Francia recortará el gasto público después de que el déficit se dispare al 5,5% del PIB
El ministro de Finanzas Le Maire excluye por ahora subir impuestos y defiende los recortes
Francia gasta más de lo que ingresa, mucho más, y Emmanuel Macron —calificado de presidente neoliberal por sus rivales y él mismo convencido de que la credibilidad de su país depende de unas cuentas públicas equilibradas— no logra controlarlas. Hubo en 2023 un agujero de 154.000 millones de euros, un déficit de un 5,5% del producto interior bruto, según publicó este martes el INSEE, el instituto estadístico francés.
La cifra, un 0,6% más de lo previsto, siembra dudas sobre la capacidad del Gobierno francés para c...
Francia gasta más de lo que ingresa, mucho más, y Emmanuel Macron —calificado de presidente neoliberal por sus rivales y él mismo convencido de que la credibilidad de su país depende de unas cuentas públicas equilibradas— no logra controlarlas. Hubo en 2023 un agujero de 154.000 millones de euros, un déficit de un 5,5% del producto interior bruto, según publicó este martes el INSEE, el instituto estadístico francés.
La cifra, un 0,6% más de lo previsto, siembra dudas sobre la capacidad del Gobierno francés para cumplir el objetivo de reducir dentro de tres años el déficit por debajo del 3%, el límite que fijan las normas europeas. La deuda se sitúa en 110,6 % del PIB. La respuesta de Macron y su ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, ha consistido por ahora en aplicar recortes por un valor de 10.000 millones de euros.
A la hora de reducir el déficit y la deuda, “está en juego el interés nacional para afrontar inversiones necesarias o cualquier nueva crisis que requiera movilizar fondos públicos”, escribe Le Maire, que además de político es un prolífico escritor, en su nuevo libro, La voie française (La vía francesa). “Está en juego nuestra independencia: una nación endeudada es una nación dependiente de sus acreedores.”
Le Maire atribuye el déficit excesivo a la caída el año pasado de los ingresos fiscales. El escaso crecimiento tampoco ayuda: en 2024 debería ser del 1%, o menor.
El ministro no quiere renunciar al objetivo de controlar el déficit en 2027, cuando termina el segundo y último quinquenio de la presidencia de Macron. Al mismo tiempo, se niega a desviarse del principio que ha aplicado desde que en 2017 el presidente le nombró al frente del superministerio de Economía y Finanzas: no aumentar impuestos.
“Se puede ahorrar sin hurgar en los bolsillos de los franceses”, justificó en la cadena RTL Le Maire, titular más longevo en el cargo —siete años— en la historia V República, si se exceptúa a Valéry Giscard D’Estaing, que lo fue nueve años, aunque en dos etapas distintas. “Nuestros compatriotas ya pagan un montante extremadamente elevado.”
Desde la izquierda regresan la peticiones para que paguen los ricos. La extrema derecha se alarma ante la perspectiva de ajustes en el robusto estado del bienestar francés. Éric Ciotti, líder de la derecha moderada, echó mano irónicamente del apodo que recibía Macron cuando hace una década irrumpió en la política francesa envuelto en un aura de prodigio de los números, por su experiencia en la banca, y su juventud: “La última sinfonía del Mozart de las finanzas se parece al canto del cisne.” También en la mayoría macronista hay voces en favor de aumentar los impuestos.
Reformas estructurales
“Si hay medidas de reequilibrio, deben dirigirse hacia quienes tiene más medios”, declaró a Europe 1 François Bayrou, líder del partido centrista MoDem y aliado de Macron. Estas medidas deben aplicarse “sin romper la imagen de Francia que permite atraer inversores”, exhortó Bayrou. Aludía a las rebajas fiscales y reformas estructurales que la han convertido en un país business friendly, destino europeo favorito de los inversores internacionales.
Durante estos años, el desempleo se ha reducido hasta algo más el 7% y ha desaparecido del horizonte de preocupaciones de los franceses. Pero el déficit y la deuda restan margen para desarrollar la economía, como advirtió en la cadena France Inter Pierre Moscovici, presidente del Tribunal de Cuentas, excomisario europeo y exministro de Economía y Finanzas.
“¿Cómo quiere usted, con una deuda en el 110% del PIB, invertir en el futuro, en la transición ecológica, en la transición digital, en la educación nacional, en la investigación y el desarrollo, en la defensa?”, dijo el socialista Moscovici. “¿Cómo vamos a financiar el gasto suplementario que debemos hacer por Ucrania si estamos endeudados?”
Francia, en el pelotón de cabeza de los países europeos más endeudados, es, en la zona euro, aquel en el que los impuestos y cotizaciones sociales representan una parte más elevada del PIB, un 47%. Y es el país en el que el gasto de las administraciones representa una mayor parte en proporción a la economía, en torno al 58%.
Le Maire lamenta en La voie française que Francia “se singularice [en Europa] desde hace medio siglo por sus cuentas públicas desequilibradas”. Desde 1974 no tiene un presupuesto equilibrado.
De la reflexión del ministro se desprende que hay algo cultural en el endeudamiento francés. Recuerda que el primer rey endeudado fue San Luis en el siglo XIII, debido a las cruzadas. Le siguió el renacentista Francisco I. Y Luis XIV quien, según el cronista Saint-Simon, “amaba el esplendor en todo, la magnificiencia, la profusión”. “La deuda en Francia”, resume Le Maire, “es el precio que se paga por la grandeur, la grandeza”. Escéptico, añade: “O eso se cree.”
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