Bruselas pretende poner coto a los falsos becarios
La Comisión plantea también un plan para combatir la falta de mano de obra en la UE, que perderá 30 millones de personas en edad de trabajar hasta 2050
La Comisión Europea ha puesto sobre la mesa un plan para mejorar la situación de los becarios y sus prácticas en la UE. Para eso, ha lanzado este miércoles una directiva en la que pretende, al menos, fijar un suelo legal para distinguir con más claridad unas prácticas formativas de las relaciones laborales formales, y ha actualizado las recomendaciones que lanzó hace ya 10 años para que los jóvenes completen su aprendizaj...
La Comisión Europea ha puesto sobre la mesa un plan para mejorar la situación de los becarios y sus prácticas en la UE. Para eso, ha lanzado este miércoles una directiva en la que pretende, al menos, fijar un suelo legal para distinguir con más claridad unas prácticas formativas de las relaciones laborales formales, y ha actualizado las recomendaciones que lanzó hace ya 10 años para que los jóvenes completen su aprendizaje en condiciones dignas. En esa lista de consejos renovada se hace mucho más hincapié en que los becarios deben tener remuneración y protección social, y se señala que lo razonable es que unas prácticas no superen los seis meses salvo en “los casos en que esté justificada una duración mayor”, apunta uno de los documentos lanzados por el Ejecutivo comunitario. Junto a este plan, Bruselas también lanza otro para paliar la falta de mano de obra que se aprecia ahora en bastantes actividades —”Incluso en países con tasas de desempleo por encima del 10%”, apunta el Comisario de Empleo, Nicolas Schmit— y que irá a más en los próximos años: hasta 2050 la previsión es que la UE pierda 30 millones de personas en edad de trabajar partiendo de las 365 millones que tiene ahora.
Los dos planes que lanza este miércoles se encuentran con un doble problema. El primero es que la Comisión ha esperado hasta los últimos compases de la legislatura —las elecciones al Parlamento Europeo se celebran en junio— y ya será en el siguiente periodo político cuando se tramitarán los textos aprobados por el Colegio de Comisarios. El segundo problema no es menor. Las competencias comunitarias en regulación laboral son escasas, su capacidad de aprobar directivas y reglamentos en este campo está muy limitada, de ahí que en el tema de los becarios, por ejemplo, la directiva propuesta haga, más bien, una definición de qué no son las prácticas para becarios sino una relación laboral. Fija así una especie de suelo legal, como apunta el comisario Schmit en un encuentro con varios medios europeos, entre ellos EL PAÍS, que después los países ya pueden desarrollar en sus normativas nacionales. “Hemos ido lo más lejos posible, para tener una directiva”, apunta el también candidato socialista para ser el próximo presidente de la Comisión Europea, aclarando que una directiva obliga a los Estados miembros a trasponer lo aprobado a la legislación nacional mientras que las recomendaciones pueden seguirse o no.
Ese mínimo detalla seis elementos que ayudan a identificar cuándo unas prácticas son abusivas: la ausencia de un componente significativo de aprendizaje y formación durante el periodo; la duración excesiva de la beca; tareas, responsabilidades e intensidad de trabajo similar a quién tiene un contrato regular; exigencia de experiencia laboral previa para los candidatos a las prácticas; un porcentaje alto de becarios en la empresa; y un alto número de becarios que hayan hecho prácticas previamente en la misma actividad. El objetivo de estos puntos, explica el comisario, es “ayudar a los inspectores de Trabajo”.
La importancia que le da Schmit parte de que un 78% de jóvenes siguió al menos un programa de prácticas, según el Eurobarómetro de 2023, y un 68% de ellos encontraron trabajo después. “Cada vez hay más demanda de prácticas”, apunta el comisario, quien también pone cifras a las que son remuneradas y las que no: “Hay más de tres millones de jóvenes haciendo prácticas [con datos de 2019] y creemos que alrededor de la mitad no percibe remuneración”. Esto les lleva a reforzar la recomendación de que las prácticas sean “pagadas apropiadamente” y que haya protección social. También se pone énfasis en que no haya ningún tipo de discriminación entre los jóvenes que realizan prácticas profesionales y quienes están en plantilla, incluso en la remuneración. Si bien, en este punto se aclara que esto debería adaptarse a las circunstancias de estos periodos formativos (menos responsabilidad e intensidad, aprendizaje...). La falta de competencias comunitarias lleva a que esto se quede solo en una recomendación que para ser definitiva todavía tiene que pasar por el Consejo de la UE.
“Esto es una inversión para las empresas porque es la forma de atraer a jóvenes inteligentes”, defiende Schmidt, “y eventualmente se puedo encontrar a las personas adecuadas para emplear entre los alumnos en prácticas. Si no pago bien a los becarios, los jóvenes tratarán de encontrar un puesto de prácticas en otro lugar”.
En España el Estatuto del Becario fue una de las víctimas de las últimas elecciones generales y del desacuerdo entre el PSOE y su socio de Gobierno, llamado entonces Unidas Podemos. Se había pactado entre sindicatos y el Ministerio de Trabajo, pero la convocatoria electoral y el rechazo socialista impidió su tramitación legal. La intención del Ejecutivo es volver a negociarlo, atrayendo esta vez a los empresarios. Ahora llegan estas propuestas de la Comisión que, no obstante, podrán ser tenidas en cuentas en estas mesas de diálogo social, pero difícilmente habrán completado su recorrido en las instituciones de la Unión si las negociaciones en España van a un ritmo normal.
La propuesta sobre los becarios está relacionada, además, con la otra oferta que ha puesto sobre la mesa Bruselas este miércoles: una comunicación para afrontar la escasez de mano de obra en la UE. El problema, en el conjunto de los Veintisiete, tiene varias causas: unos índices de desempleo muy bajos en varios Estados miembro (Alemania, República Checa, Austria), falta de trabajadores con los perfiles y la formación adecuada en 42 ocupaciones y, por último, una lúgubre perspectiva demográfica para las próximas décadas fruto del envejecimiento del continente. Esto último se observa con mucha claridad ya en los últimos años: en 2009 la UE tenía 272 millones de personas en edad de trabajar; en 2023, esa cifra ha bajado a 263 millones; y en 2050 “se espera que se intensifique la caída hasta los 236 millones”, puede leerse en la comunicación preparada por la Comisión.
Para actuar en este campo, Bruselas plantea la acción en cinco ejes: impulsar la entrada en el mercado laboral de segmentos de población ahora infrarrepresentados (mujeres, jóvenes), formación y recualificación, más movilidad entre trabajadores y aprendices dentro de la UE, ordenar los flujos migratorios para atraer migrantes de forma regular y mejora de condiciones laborales. ”Recuerdas la famosa frase del presidente [de Estados Unidos, Joseph] Biden: tenemos que pagar mejor”, apunta un Schmit que hace apenas unas semanas fue ratificado como cabeza de lista para las elecciones europeas por la familia socialista.
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