Grecia y Portugal rebajan su deuda pública a marchas forzadas este año

Los dos países, rescatados durante la crisis financiera, bajan su pasivo en más de 10 puntos de su PIB entre enero y junio

El director general del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), Pierre Gramegna, a la izquierda, habla con el comisario europeo de Economía y Asuntos Monetarios, Paolo Gentiloni.JULIEN WARNAND (EFE)

La deuda se ha convertido en el mantra de las finanzas públicas. El alto volumen acumulado en la UE durante los últimos 15 años ha hecho que casi todos los ojos estén más pendientes del stock de crédito acumulado por los Estados (deuda) que del balance anual de las cuentas públicas (déficit/superávit). Y en este nuevo contexto hay dos países de la UE que se están aplicando a reducir su pasivo a una velocidad que destaca bastante por encima de los demás, tanto en la UE como en la zona euro: Grecia y Portugal. El primero ha pasado del 183,2% del PIB a finales de 2022 al 166,5% en junio pa...

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La deuda se ha convertido en el mantra de las finanzas públicas. El alto volumen acumulado en la UE durante los últimos 15 años ha hecho que casi todos los ojos estén más pendientes del stock de crédito acumulado por los Estados (deuda) que del balance anual de las cuentas públicas (déficit/superávit). Y en este nuevo contexto hay dos países de la UE que se están aplicando a reducir su pasivo a una velocidad que destaca bastante por encima de los demás, tanto en la UE como en la zona euro: Grecia y Portugal. El primero ha pasado del 183,2% del PIB a finales de 2022 al 166,5% en junio pasado, según los datos divulgados por Eurostat; el segundo, del 121,9% del PIB al 110,1%. Este último dato supone que Portugal mejora por primera vez en mucho tiempo la cifra de España, con un 111,2%.

Las cifras que ha publicado la oficina europea de estadísticas este lunes muestran que la deuda pública europea total sigue en cifras muy altas tras las políticas de gasto público puestas en marcha para amortiguar la crisis económicas que desató la covid-19 y el aumento de precios energéticos en 2020 y en 2022, respectivamente. En el conjunto de la UE, a mitad de este año se ha situado en una cantidad equivalente al 83,4% del producto interior bruto (PIB); en la zona euro, en el 90,3%. Pero estos datos agregados esconden una realidad: hay muchas diferencias entre países nórdicos como Dinamarca y Suecia, con pasivos que rondan el 30% del PIB, y otros como Grecia mismo, Italia (142,4%), Francia (111,9%), España, Portugal o Bélgica (106%).

Los altos números de Grecia y Portugal, pese a que al gran esfuerzo que han hecho en los últimos años, se explican por su posición en las últimas décadas. Ambos países tuvieron que ser rescatados durante la crisis financiera al no ser capaces de captar dinero en los mercados. En los últimos años, con la excepción de la pandemia, ambos países están creciendo a un buen ritmo, lo que explica en parte esa rebaja en la ratio deuda PIB, y los dos salieron también relativamente airosos del golpe del coronavirus. A esto hay que sumar en el caso portugués el compromiso de los últimos Ejecutivos con el equilibrio fiscal, lo que se ve claramente con su superávit del 2,3% del PIB en los primeros seis meses de 2023.

Frente a esto, España ha registrado en ese mismo periodo un déficit del 4,4% del PIB una vez se descuentan los efectos del calendario y se hacen otros ajustes estadísticos, el doble del registrado durante los primeros tres meses del año. Esto explica que durante el segundo trimestre la deuda española se haya mantenido estancada en el 111,2%, la misma cifra que en el primero.

Por lo que respecta al conjunto de la zona euro, el balance en lo que va de año es negativo en un 3,3% del PIB y una décima menos en el conjunto de la UE. Hungría, con un 6,6% de agujero en sus cuentas anuales; Eslovaquia, con el 4,8%; y Francia, el 4,6%, son los que tienen peores guarismos en lo que va de ejercicio.

Todas estas cifras son las que están condicionando las negociaciones entre Los Veintisiete para alcanzar un acuerdo sobre la reforma de las reglas fiscales. En ellas se mantiene el objetivo final de que la deuda en la UE se mantenga por debajo del 60% del PIB. No obstante, se trata de cambiar la forma en que los Estados que superan esa cifra se acercan a ella. Los Estados con mayores pasivos pretenden que esto se tenga en cuenta para que las exigencias de rebaja no sean excesivas y acaben empujándose ajustes de gasto que provoquen recesiones duras y, además, les dejen margen para la inversión pública en las transiciones digital y ecológica más en las nuevas necesidades de seguridad geopolíticas. Otros (Alemania, Austria y otros de los llamados halcones o frugales), en cambio, reclaman que se le dé mayor prioridad a la reducción de la deuda y el establecimiento de normas comunes a todos.

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