La creación de empleo muestra síntomas de ralentización: pierde el vigor del primer semestre
En septiembre se crearon menos puestos de trabajo que en los mismos meses de los últimos cuatro años, a pesar del mayor tirón de la educación
El comportamiento del empleo en la segunda parte del año se asemeja al de un alumno notable, pero que ha empezado a relajarse. Mientras que el número de afiliados a la Seguridad Social se mantiene en valores muy elevados —el horizonte de los 21 millones de cotizantes sigue estando más cerca que lejos—, su evolución en los últimos meses evidencia un crecimiento algo más sostenido. Hasta el punto de que la comparativa e...
El comportamiento del empleo en la segunda parte del año se asemeja al de un alumno notable, pero que ha empezado a relajarse. Mientras que el número de afiliados a la Seguridad Social se mantiene en valores muy elevados —el horizonte de los 21 millones de cotizantes sigue estando más cerca que lejos—, su evolución en los últimos meses evidencia un crecimiento algo más sostenido. Hasta el punto de que la comparativa entre los resultados de algunos de estos periodos con los de años anteriores ofrece ya una fotografía algo más borrosa. Los términos más utilizados los expertos para valorar este comportamiento son los de “agotamiento” o “regulación”. A pesar de que la nota media sigue manteniéndose estable, la de los exámenes parciales hace meses que flaquea.
El bajón se produce, entre otras razones, por el extraordinario comportamiento del empleo en la primera mitad del año, uno de los mejores de su historia. Como registró la EPA del segundo trimestre, en los primeros seis meses de 2023 se crearon 592.800 puestos de trabajo, el doble que de enero a junio de 2022. Una cantidad cercana a la del mejor primer semestre histórico, el de 2005, cuando se crearon 669.800 empleos respecto a finales de 2004.
Según los datos del Ministerio de Seguridad publicados este martes, septiembre terminó con 20.724.796 afiliados medios a la Seguridad Social, 18.295 más que en agosto. Se trata del cuarto mejor dato global del año y del mejor resultado cosechado en este mes desde 2001. Sin embargo, el comentario a pie de página de la estadística descubre que esos más de 18.000 nuevos empleos son muchos menos que los que se crearon el año pasado (más de 29.000); en 2021 (57.387) e incluso en 2020 (84.013). ¿Por qué? En opinión de José Manuel Corrales, profesor de Economía y Empresa de la Universidad Europea, el estancamiento de la economía está suponiendo un freno para el empleo, y los efectos de la reforma laboral, tras un primer impacto “incuestionable” han empezado a perder vigor. “Hay aspectos que se han corregido sustancialmente, como la temporalidad, pero a costa de derivar esta precariedad hacia otros lados”, señala el académico.
Atendiendo a las particularidades (estacionales) del mes de septiembre, los sectores que se ven especialmente afectados por el efecto del final del verano son dos: la hostelería y la educación. Uno de los comportamientos que se mantiene todavía anquilosado en el mercado de trabajo español es el que tiene que ver con la destrucción de los puestos creados en hoteles, bares o restaurantes para hacer frente a la campaña estival una vez que esta concluye. Más de 32.000 empleos desaparecieron en el último septiembre —son menos que los 33.443 del año pasado—, al tiempo que la media de los dos últimos meses de septiembre, en comparación con la del periodo de crecimiento anterior (el comprendido entre 2014 y 2019), se sitúa, sin embargo, por debajo: entonces se destruían más de 43.000 empleos.
Con la educación sucede algo similar, pero con el efecto contrario. La práctica de deshacerse del personal docente antes del verano y recuperarlo después de las vacaciones para encarar el comienzo del curso sigue siendo una práctica común. El número de afiliados en este sector el pasado creció en 86.000 personas, muy por encima de las 61.000 personas que se incorporaron en el mismo periodo de 2022. La media resultante de estos dos ejercicios es de algo más de 73.500 nuevas afiliaciones, sustancialmente por encima de la de los meses de septiembre de 2014 a 2019, cuando esta fue de 54.600.
Poca preocupación
En las reflexiones del profesor Corrales está muy presente el contrato fijo discontinuo. Una figura que se ha empleado en los últimos dos años para canalizar la estacionalidad inherente al mercado de trabajo español, y mejorar la cobertura y protección de los empleados antes temporales. Sin embargo, el académico apunta a que este tipo de relación laboral puede estar desplegándose en sectores para los que no fue diseñada como la educación. Una práctica que ha negado, aunque con matices, el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, asegurando que “la mayoría” de los docentes tiene “un contrato fijo ordinario”, pero reconociendo que esta práctica pueda estar focalizándose en centros docentes privados como academias o centros deportivos. “Eso de despedir a los profesores antes del verano y volverlos a contratar después tiene una dimensión mucho más pequeña en el sector privado”, ha indicado.
Las dimensiones de este ralentizamiento del empleo siguen sin ser todavía “preocupantes”, en opinión del profesor Corrales, e incluso pueden considerarse esperables por la “regularización del mercado que ha provocado la reforma laboral”. En su opinión, el uso de la contratación indefinida como fórmula ordinaria, junto con el despliegue de los fijos discontinuos, han cubierto gran parte del espectro laboral, aunque “estos efectos están empezando a ser menos positivos”.
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