Lagarde defiende la retirada de ayudas públicas conforme remite la crisis energética

La presidenta del BCE pide que las medidas fiscales acompañen a la política monetaria restrictiva para reducir la inflación

La presidenta, Christine Lagarde, en el centro de la imagen, durante su comparecencia en el Parlamento Europeo.OLIVIER MATTHYS (EFE)

Los planes del Gobierno español de retirar las ayudas extraordinarias contra la crisis provocada por la guerra de Ucrania se alinean con las exigencias del Banco Central Europeo (BCE). Su presidenta, Christine Lagarde, ha sido explícita en el Parlamento Europeo: “A medida que se desvanezca la crisis energética, los gobiernos deberán seguir reduciendo las medidas de apoyo correspondientes para evitar que aumenten las presiones inflacionistas a medio plazo”. Esa demanda del BCE va pre...

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Los planes del Gobierno español de retirar las ayudas extraordinarias contra la crisis provocada por la guerra de Ucrania se alinean con las exigencias del Banco Central Europeo (BCE). Su presidenta, Christine Lagarde, ha sido explícita en el Parlamento Europeo: “A medida que se desvanezca la crisis energética, los gobiernos deberán seguir reduciendo las medidas de apoyo correspondientes para evitar que aumenten las presiones inflacionistas a medio plazo”. Esa demanda del BCE va precedida de una petición para que los Gobiernos coordinen sus políticas fiscales con la monetaria; es decir, que vayan retirando esas medidas para controlar la inflación cuanto antes y evitar que un gasto público excesivo no eche gasolina sobre los precios cuando desde Fráncfort se suben los tipos de interés para contenerlos.

Una prueba de que los planes del Ejecutivo español, adelantados por EL PAÍS, están en línea con estas palabras ha llegado después del Consejo de Ministros de este lunes, cuando ha comparecido la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño. “Vamos a seguir en la misma línea adoptando en cada momento las medidas más adecuadas y tratando de hacer el uso más eficiente de los cuantiosos recursos públicos que hemos movilizado para responder al impacto de la guerra”, ha asegurado. “De aquí a final de año se tomarán las medidas adecuadas para seguir en una senda de contención de la inflación y para amortiguar el impacto de este escenario internacional extraordinario [...], pensando siempre en una política fiscal responsable y en el mejor uso de los recursos públicos”, ha añadido.

Ya antes del verano las instituciones europeas comenzaron a lanzar este mensaje. La Comisión lo hizo en mayo y la presidenta Lagarde ha incidido este lunes ante los eurodiputados en la Comisión de Economía y Finanzas. Les preocupan los altos niveles de deuda pública alcanzados en la zona euro a raíz de la respuesta que las políticas económicas dieron a la pandemia y a la crisis energética. De ahí que cuando la máxima responsable del BCE reclama la retirada de estímulos en consonancia con sus actuaciones, añada que “las políticas fiscales deberían estar diseñadas para hacer una zona euro más productiva y que reduzca gradualmente los altos niveles de deuda pública”.

El mensaje de Lagarde también coincide con el que lanzó el sábado pasado el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en una entrevista en el diario bursátil alemán Börsen Zeitung: “La política fiscal para 2024 debería ser más bien restrictiva en toda la zona del euro, en consonancia con la declaración del Eurogrupo de julio y las de septiembre. Esto es esencial para evitar presiones adicionales sobre los precios, que de otro modo exigirían una respuesta aún más enérgica de la política monetaria. una respuesta aún más enérgica de la política monetaria”, señaló. Dicho de forma más directa: si no hay ajustes fiscales, subirán más los tipos de interés, ahora en el 4,5%.

Lo que pasa es que, cuando comenzaron a lanzarse esos mensajes a los Gobiernos para que los tuvieran en cuenta en la elaboración de los presupuestos del año que viene, la economía parecía tener un horizonte más despejado que ahora. La actividad en invierno se había estancado, se había esquivado la recesión por poco y los augurios para el segundo trimestre apuntaban a una recuperación. Pero ese pronóstico se ha ido oscureciendo y, como ha admitido la propia Lagarde este lunes en el Parlamento Europeo, “la actividad de la zona euro se estancó en el primer semestre de 2023, y los indicadores recientes apuntan a una mayor debilidad en el tercer trimestre”. “La menor demanda de exportaciones de la zona del euro y el impacto de las restrictivas condiciones de financiación están frenando el crecimiento, en particular a través de una menor inversión residencial y empresarial. El sector servicios, que había resistido hasta hace poco, también se está debilitando”, ha valorado la presidenta del banco central.

Esta situación le pone las cosas más difíciles al BCE, que, no obstante, parece tener claros sus planes si sus previsiones se cumplen o, al menos, si no se desvían mucho de la realidad futura. “Partiendo de nuestra situación actual, creemos que nuestros tipos de interés han alcanzado un nivel que, mantenidos durante un tiempo suficientemente largo, harán una contribución significativa para devolver a la inflación a nuestro objetivo [del 2%]”, ha pronosticado Lagarde.

Esos tipos de interés elevados, un nivel desconocido desde hace 22 años, es uno de los obstáculos que se encuentra España para mantener la buena marcha de la economía, de la que Calviño ha destacado que está demostrando “más que nunca” su fortaleza. “Evidentemente la ralentización de la economía europea afecta a la economía española”, ha reconocido Calviño sobre un escenario con Alemania en recesión y otros países como Italia que afrontan nubarrones. “Somos la gran economía europea que más crece y con la inflación más baja. Los datos de PIB demuestran que la economía española ha tenido una fuerte recuperación desde 2021, superó el nivel de PIB previo a la pandemia ya en el verano de 2022 y ya se sitúa un 2% por encima nivel prepandemia”, ha subrayado con un mensaje de confianza.

Calviño ha achacado el crecimiento de España a cuatro factores: el rápido despliegue del plan de recuperación, el dinamismo del mercado laboral, la evolución positiva del sector exterior y la solvencia de las empresas y familias españolas. Los principales organismos nacionales e internacionales han revisado al alza sus previsiones de crecimiento para España situándose por encima de las del Gobierno en el entorno del 2,3% en 2023.

La ratio de deuda pública sobre el PIB ha bajado más de cinco puntos en un año y ha cerrado 2022 casi cuatro puntos por debajo del objetivo que el Gobierno se había marcado, ha recordado la vicepresidenta primera. Este año se situará por debajo del 110% del PIB. “Hemos cumplido holgadamente los objetivos fiscales. Nos permite adelantar a 2024 el objetivo de reducir el déficit sobre el PIB al 3%”, ha abundado Calviño. El objetivo es que España cierre 2023 con un déficit del 3,9% (4,7% en 2022) y cumpla con el objetivo de estabilidad de la UE del 3% el próximo año.

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