La banca española elevó un 20% su exposición a la deuda soberana en 2022, en línea con la media europea

La subida de los tipos de interés devalúa los bonos públicos y está detrás de la caída de varios bancos estadounidenses, pero los expertos no prevén grandes perturbaciones en las entidades nacionales

Sede del Banco de España, en Madrid.Samuel Sánchez

El cambio de la política monetaria desde el pasado verano ha supuesto un antes y un después para la banca. Ha impulsado el negocio puramente bancario y, con un mercado inundado de liquidez, ha permitido a las entidades aumentar su apuesta por la deuda pública en casi un 20%: 55.657 millones más para sacar réditos. Sin embargo, hay una parte de la cartera soberana que se resiente, la que se compró a un interés más bajo y tiene anotada a c...

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El cambio de la política monetaria desde el pasado verano ha supuesto un antes y un después para la banca. Ha impulsado el negocio puramente bancario y, con un mercado inundado de liquidez, ha permitido a las entidades aumentar su apuesta por la deuda pública en casi un 20%: 55.657 millones más para sacar réditos. Sin embargo, hay una parte de la cartera soberana que se resiente, la que se compró a un interés más bajo y tiene anotada a coste amortizado (se devalúa conforme sube el precio del dinero). Si tuvieran que desprenderse de esos activos, las entidades españolas sufrirían un deterioro en sus cuentas de unos 15.000 millones, según los cálculos de PwC y Alantra. Pese a ello, la banca tiene una posición de liquidez holgada, por lo que parece lejana la posibilidad de que tengan que deshacerse de estos activos antes de su vencimiento, ya que representan solo alrededor del 13% del total. Es decir, su impacto en resultados y capital no se materializaría, gracias también a los gruesos colchones que han construido por las exigencias de los reguladores.

“El peso que la deuda pública tiene en el balance de la banca española nada tiene que ver con el de Silicon Valley Bank: en junio de 2022 era del 13,2%, según los datos de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés)”, explica Joaquín Maudos, director adjunto del IVIE y catedrático de la Universidad de Valencia. Esto es, en línea con la media europea, que está cerca del 12%. La EBA cifra la exposición total de las entidades españolas a renta fija en unos 500.000 millones el pasado junio sobre casi 3,8 billones de activos.

Lo primero que hay que entender es el funcionamiento de estas inversiones. Por un lado, están los bonos que se incluyen como valor razonable: sufren oscilaciones conforme suben y bajan los tipos de interés. Así, si existe un alza de tipos, esos bonos anotados como valor razonable se tendrán que depreciar (pierde valor al haber deuda que paga una rentabilidad mayor), mientras que si hay un descenso del precio del dinero, estos se apreciarán. Por otro lado, están las que se cuentan como carteras a coste amortizado: las que tienen los bancos en su balance hasta el vencimiento, sin previsión de que se vendan, por lo que no modifican su valor a pesar de las oscilaciones en los tipos de interés.

Además, hay que tener en cuenta que esta exposición de los bancos a deuda pública en España y Europa es un complemento para las entidades (en el caso de Silicon Valley Bank, por ejemplo, la renta fija suponía el 55% de sus activos). Y su uso, en caso de ser de forma controlada, tiene ventajas. “Se emplean bonos soberanos por varias razones, en primer lugar, por ser instrumentos de muy alta calidad crediticia que además no tienen consumo de capital regulatorio por riesgo de crédito y dependiendo de su contabilización tampoco de mercado”, explica Enrique Reina, socio del área de banca en la consultora Accuracy.

De esta forma, el sector ha aprovechado un entorno favorable, en el que la rentabilidad iba al alza por un activo muy seguro (es el Estado el que respalda el bono). “Han aprovechado el momento de repunte de tipos para comprar. Se juntan tres cosas: rentabilidades muy altas, mucha liquidez y poca demanda de crédito, por debajo de los depósitos que tiene la banca”, resume Ángel Berges, vicepresidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Es decir, la banca tiene margen en caja.

En una de las métricas que se utiliza para examinar la posición de liquidez (LCR, el coeficiente de cobertura de liquidez) de los grupos financieros, los españoles superan el test con nota. “Con los acontecimientos recientes se ha visto la importancia que tiene la liquidez. En la UE se sitúan en el 165%, los bancos españoles tienen el 184% y en Estados Unidos, donde se analiza solo a los grandes, están en el 118%”, ha explicado Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España, este jueves en la presentación de un informe del sector de la consultora PwC.

Diferencias con Silicon Valley Bank

Vista la foto general, son múltiples las diferencias con el caso del Silicon Valley Bank. El principal es el peso que tiene la renta fija sobre el total de sus activos: “Silicon Valley Bank tenía el 55% de renta fija, muy por encima de la media de la banca europea”, ha enfatizado Santiago Martínez-Pinna, socio de la unidad de regulación financiera y de riesgos de PwC, este jueves.

Otra diferencia es la necesidad que pudieran tener los grupos financieros a este lado del Atlántico de liquidar esa inversión. En el caso del banco californiano, su problema fueron las estrecheces que sufría en su solvencia, como añade Maudos: “El detonante ha sido tener que vender con urgencia su deuda con minusvalías por la subida de tipos para hacer frente a una retira excepcional de depósitos de gran importe medio (pocas empresas con grandes saldos), cosa que no ocurre en la banca europea, cuya base de depósito es minorista (millones de depósitos de mucho menor importe medio)”.

En caso de llegarse a esta hipotética situación en España, la banca sufriría unas pérdidas de valor por algo más de 15.000 millones. Según los cálculos de Alantra, el más expuesto es CaixaBank (6.700 millones de euros) y el Santander (3.200 millones). Le siguen BBVA (1.600 millones), Unicaja (1.500 millones), el Sabadell (1.200 millones) y Bankinter (1.000 millones). Entre estas seis cotizadas, acumulan 340.000 millones de euros de deuda soberana, según figura en las últimas cuentas de resultados anuales presentadas en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En el caso de bonos españoles, la cifra cerró 2022 en los 168.617 millones, según la estadística del Tesoro, tras un avance de 28.510 millones en el año. Pese a ello, si se compara con hace una década, solo tienen aún un 13,64% del total de la deuda del Estado, un punto y medio más que en diciembre de 2021, pero muy lejos del tercio que poseían antes de la Gran Recesión.

Con los datos en la mano, los fantasmas de una crisis bancaria no se dejan ver por el momento, aunque en el sector prefieren la cautela. “No hay nada más cobarde que un millón de euros junto”, recuerda un alto directivo de una entidad nacional. La subgobernadora del Banco de España sigue esa línea de prudencia, más si cabe tras las turbulencias de Credit Suisse: “No es extrapolable el caso de Silicon Valley Bank a los grupos españoles y europeos, aunque no se puede descartar que se produzcan casos inesperados”, zanjó.

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