Floristerías y ultramarinos como ‘oficina postal’: las tiendas de barrio multiplican la red de las empresas de reparto
Cada vez más comercios complementan su actividad principal con el envío y recogida de paquetes. Seur y GLS registraron en 2022 el doble de tráfico mediante estos puntos que en 2021
Philippe Mbou (33 años) es el responsable de la tienda de alimentación Minimarket en Torrejón de Ardoz (Madrid). Es un establecimiento pequeño, con los mismos productos que tantos otros miles de ultramarinos repartidos por los barrios de España. “Lo tengo muy difícil. Muy cerca de aquí hay un Lidl, un Mercadona y un Carrefour”, explica mientras despacha un par de latas de cerveza. Asegur...
Philippe Mbou (33 años) es el responsable de la tienda de alimentación Minimarket en Torrejón de Ardoz (Madrid). Es un establecimiento pequeño, con los mismos productos que tantos otros miles de ultramarinos repartidos por los barrios de España. “Lo tengo muy difícil. Muy cerca de aquí hay un Lidl, un Mercadona y un Carrefour”, explica mientras despacha un par de latas de cerveza. Asegura que esa competencia feroz casi le empuja a cerrar, pero hace dos meses introdujo una nueva línea de negocio que ha mejorado sus ingresos. “Desde noviembre recibo pedidos de empresas de reparto. Se nota muchísimo que viene más gente. Con la excusa de que van a mandar o recibir algo pasan por aquí, al principio tímidos, y ya compran algo o me conocen y empiezan a venir”, comenta Mbou.
También en el municipio madrileño se emplaza la papelería Nanos. Este martes por la tarde, en torno a las 19.00 horas, la mayoría de los clientes acudían con un paquete en la mano o a recoger alguno en la tienda. “Quería devolver un paquete de Amazon y el punto más cercano que me sugería la aplicación era este. Me ha sorprendido ver que era una papelería, nunca había visto esto. Ya de paso he comprado un cuaderno, que me hacía falta”, indica Leonardo Flores, de 31 años, al salir de la paperlería. La responsable del negocio, Esther Menéndez (51 años), asegura que empezó a colaborar con varias empresas de reparto para darse a conocer: “Abrimos hace solo año y medio y así conseguíamos publicidad. Estos meses ha habido muchísimo trabajo con el tema pedidos. Empezamos con el Black Friday en noviembre, enganchamos con la Navidad y ahora las devoluciones”, dice en uno de sus pocos ratos de descanso. Hay momentos en los que la cola llena el local. Por cada persona que acude exclusivamente a por una fotocopia o un paquete de bolígrafos, tres o cuatro devuelven o reclaman un paquete de Shein, Zalando o El Corte Inglés.
Las compañías de reparto colaboran con empresas de barrio para expandir sus tentáculos desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, GLS comenzó en 2005 y Nacex, en 2011. La novedad en los últimos años es la dimensión que ha adoptado el fenómeno: desde la pandemia la red ha crecido exponencialmente. Uno de los mayores incrementos es el registrado por Seur. En 2019 había 1.638 tiendas externas a la compañía que entregaban sus paquetes, en 2021 eran casi el doble (3.000) y han cerrado 2022 con 4.000. La misma tendencia se aprecia en otras empresas: GLS colaboraba con 1.500 puntos de este tipo en 2019 y ya son 4.500; UPS con 1.400 en 2019, que ya son 3.500; mientras que la red de Nacex ha crecido un 59% (no especifican cifras totales). Y también se nota en volumen de tráfico: tanto Seur como GLS calculan que en 2022 el 10% de sus productos pasaron por esta red de tiendas, el doble que el año anterior. “Si comparamos los clientes que eligen recibir sus paquetes en casa, en una taquilla o en un negocio de barrio, la última opción es la que más cuota está ganando últimamente”, indica Romina Lorenzo, directora general de UPS en España.
Los responsables de las empresas creen que hay varios factores que explican el fenómeno. “La pandemia fue un punto de inflexión para el comercio electrónico. Generó un bum que se ha mantenido con el paso del tiempo”, dice Sheila Sastre, directora de Nacex.shop, la red de esta compañía dedicada a este negocio. Muchos comercios de barrio quisieron aprovechar esa ola, “lo que provocó un desarrollo muy importante de estas colaboraciones”, añade David Sastre, director de clientes de Seur, que también apunta al éxito de los productos de segunda mano a través de plataformas como Wallapop o Vinted para justificar el crecimiento de la red.
Este experto cree que muchos clientes que entraron en el comercio online durante la crisis sanitaria y recibían sus productos en casa ahora prefieren que lleguen a otro lugar, de manera que no pierdan el envío si no están en sus domicilios. La facilidad de recibir el pedido en casa podía compensar el riesgo si, al no estar presente, después te tocaba acudir a una nave en un polígono a varios kilómetros de distancia. Pero si la alternativa es que te lo entreguen en una mercería a dos calles de tu casa, hay más posibilidades de que elijas esa opción. “Es más cómodo porque así no tengo que estar pendiente y esperando en casa. Mi trabajo no tiene horarios fijos, nunca sé si voy a estar o no. Si me deja elegir un local cerca de mi casa siempre lo hago”, comenta Flavius Laurian (29 años), después de recoger un paquete en la floristería Galán, en Torrejón.
Al frente de este negocio está Doinita Galán (44), que señala algunos problemas asociados a este sistema. “Alguna vez me ha pasado que alguien tiene una mala experiencia con un paquete y me dejan una mala reseña en Google a mí, sin que haya sido mi culpa. Y a veces vienen algunos cabreados por cosas de su paquete que yo no puedo resolver”, explica. Otro inconveniente es que a veces le quita más tiempo de la cuenta de su tarea principal. “El Día de la Madre o en el de Todos los Santos pongo un cartel avisando de que no gestiono paquetes”, agrega. Sin embargo, tiene claro que le compensa: “Llevo seis años y hay gente que no me ha conocido hasta que no ha venido a recoger un paquete. Me viene muy bien la publicidad que me hace”. Más allá de la promoción y las ventas cruzadas, los negocios que participan en estos sistemas ganan una comisión por cada paquete con el que interactúan. Depende de la empresa, pero la horquilla está entre 30 y 45 céntimos por producto. “El coste es el mismo para el cliente le llegue a casa o a uno de estos puntos”, comenta Roberto Martínez, director financiero de GLS Spain.
Uno de los principales riesgos del sistema es que personas no especializadas en reparto participen en la cadena. Sin embargo, los responsables de las empresas consultadas dicen que no les genera problemas porque hacen todo lo posible para que el paquete esté el menor tiempo posible en el local. “Es un modelo muy sencillo para las tiendas. Les proveemos de toda la información, les damos el terminal con el que registrar los paquetes y no tienen ningún compromiso de permanencia”, señala el responsable de Seur. Además, los comercios pueden colaborar con varias empresas de reparto a la vez. Otro posible problema asociado, que descartan todas las compañías consultadas, es la reducción en las plantillas de repartidores: “Seguimos creciendo en número de empleados. Para la campaña de Navidad contratamos a 2.500 personas”, añade Sastre, que también destaca la menor emisión de CO2 respecto al reparto a domicilio: “No es lo mismo llevar 10 paquetes a 10 casas que a una sola tienda. Calculamos que se reducen un 63% las emisiones en la última milla”.
Esa última milla, el último paso en el complejo y ágil proceso de la logística, es clave. La expansión de esta red de comercios permite a las empresas de reparto ahorrar costes y, sobre todo, llegar a lugares que nunca alcanzarían con locales propios. Les asegura presencia física sin pagar salarios ni el coste de la infraestructura, lo que sí abona la institución postal con más capilaridad en el territorio nacional, Correos. Este conjunto de tiendas está permitiendo a las empresas tener un punto de entrega en pueblos y áreas con poca densidad de población. “En esas zonas es habitual contar con el bar del pueblo. En estos casos todo es muy fácil porque los clientes conocen muy bien los horarios y a los dueños del negocio”, añade Lorenzo desde UPS. Sin embargo, la superficie cubierta por las empresas de reparto con estas tiendas sigue sin alcanzar el nivel de implantación de la red postal pública. El siguiente mapa contrapone los puntos de entrega de estos negocios en la provincia de Soria —paradigma de la despoblación en España— y los de Correos, sin incluir buzones o taquillas. La diferencia es importante a favor de Correos. Sin embargo, en Torrejón de Ardoz, una ciudad de la Comunidad de Madrid que crece en población y en el centro de la zona más especializada en logística de España (el Corredor del Henares), hay más locales de entrega privados que de Correos.
Las empresas también reivindican el soporte que esta red supone para los negocios de barrio. “Tenemos que pensar en qué modelo de sociedad y entramado de comercios locales deseamos. ¿Queremos un armario disponible 24 horas donde introducimos un código o preferimos que nos atienda una persona que además se vea beneficiada por la llegada de clientes? Es decisión de los compradores determinar qué queremos. Si no fomentamos este tipo de relaciones nos cargamos un entramado social que da vida a los barrios”, añade la directiva de Nacex. Precisamente el impacto del comercio online en la configuración urbanística es una de las grandes críticas que recibe este modelo de consumo, pero parece que en 2022 la afluencia a tiendas físicas ha empezado a recuperarse. El tráfico en la mayoría de los establecimientos comerciales cayó durante 2020 y no acabó de resucitar en 2021, pero en 2022 se ha detectado un rebote. “Este sistema es una manera de ayudar y fomentar el ecosistema de tiendas de barrio y a nosotros nos ayuda a estar más cerca que nunca de los consignatarios”, abunda Martínez desde GLS.
Otras empresas que realizan este servicio son MRW o Celeritas. Por su parte, Amazon, el principal actor del comercio electrónico, no reparte paquetes. Su red de puntos de conveniencia es en realidad la de las empresas de reparto, pero que trabajan con el gigante estadounidense.
Precisamente en el local de Manuel Villalobos se ve una caja con el logo de Amazon. A sus 33 años acaba de adquirir su negocio en Torrejón, la growshop Monasterio. Es una tienda dedicada a los productos relacionados con el cannabis y también recibe y envía pedidos. “Cuando compré el negocio no sabía que el anterior dueño hacía esto y me ha sorprendido para bien. Así me aseguro otro ingreso y quién sabe. A lo mejor personas que vengan a por un paquete descubren el CBD y se animan a probarlo”, finaliza, con una caja en la mano a la espera de receptor.