Las Bolsas mundiales cierran el peor año desde la crisis financiera de 2008
El Ibex pierde un 5,56% en 2022, menos que el resto de las plazas europeas gracias al mayor peso de la banca y las energéticas
El año 2022 no ha sido bueno para los mercados y, por extensión, tampoco para los inversores. Marcado por la inflación, el mapa de las grandes Bolsas mundiales se ha teñido de rojo. Con los precios disparados, los bancos centrales han acabado con la política del dinero gratis y se han lanzado a una carrera de subidas de tipos, frenando a una economía que parecía asomar la cabeza después de la pandemia y drenando dinero de los mercados. El índice MSCI Wor...
El año 2022 no ha sido bueno para los mercados y, por extensión, tampoco para los inversores. Marcado por la inflación, el mapa de las grandes Bolsas mundiales se ha teñido de rojo. Con los precios disparados, los bancos centrales han acabado con la política del dinero gratis y se han lanzado a una carrera de subidas de tipos, frenando a una economía que parecía asomar la cabeza después de la pandemia y drenando dinero de los mercados. El índice MSCI World, que incluye valores de 23 países desarrollados y emergentes, se ha hundido cerca de un 20%. En general, el ejercicio ha sido nefasto para las Bolsas mundiales, con el peor desempeño desde 2008, cuando estalló la crisis financiera con el icónico cataclismo de Lehman Brothers.
En Europa, la renta fija ha vivido una de sus temporadas más flojas en lo que va de siglo. Y los selectivos de renta variable han sufrido el mayor batacazo desde 2018, en plena escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. El Ibex 35, el principal índice de la Bolsa española, se ha comportado algo mejor que el resto de plazas del Viejo Continente, gracias al peso superior del sector bancario, beneficiado por el alza de tipos. Aunque cierra el año con una pérdida del 5,56%, está lejos de los números rojos del -15,4% que registró el primer ejercicio de la pandemia de coronavirus. “La gestión de las inversiones ha sido una de las más complicadas en los últimos 10 o 15 años”, apunta Nuria Álvarez, analista financiera del banco Renta4.
A escala global, pocos son los supervivientes. En Estados Unidos, donde la Fed ha subido los tipos antes y con más fuerza que sus homólogos, todos los grandes índices cierran el año en números rojos: el Dow Jones cae un 9,1%; y el S&P500 tocó techo en su primera sesión de 2022 y no se ha recuperado desde entonces. En el año, este último se deja más del 19,9%. La peor parte, sin embargo, se la lleva el Nasdaq, el índice que agrupa a las empresas tecnológicas, que se ha hundido más del 33,5%. En China, el Hanseng, de la Bolsa de Shanghái, cae un 15,4%, después de un año marcado por la política de covid cero y los cuellos de botella en el gigante asiático.
En Europa las caídas también han sido generalizadas, sin precedentes desde 2008. El Eurostoxx50, que reúne a las 50 principales empresas de la zona euro, pierde un 11,74% en el ejercicio — y, de hecho, alberga la única y sorpresiva excepción al rojo que tiñe el continente: el londinense FTSE100, después de un año de grandes turbulencias en la economía británica, logra cerrar el ejercicio con ganancias (+0,91%), empujado por las petroleras y los bancos. En noviembre, Londres perdió su corona ante París como la mayor Bolsa europea. Los grandes parqués del Viejo Continente tampoco han podido capear el temporal de tipos, inflación y crisis energética. El FTSE MIB, de Milán, se deja un 13,31%, y el índice de Fráncfort, el DAX alemán, pierde un 12,35%. El CAC40, índice francés de referencia, pierde un 9,5%.
“Ha sido un año complicado en el que ha habido que adaptar las estrategias de manera prácticamente trimestral para sacarles partido a los mercados”, apunta Joaquín Robles, analista de XTB. Para el analista financiero Juan Ignacio Crespo, el cataclismo es mayor: “Es el año en el que estallaron todas las burbujas”, sentencia. El año desastroso de las tecnológicas o la caída de los criptoactivos son alguno de los ejemplos. “Las Bolsas estaban subiendo desde que tocaron suelo en marzo de 2009. Desde entonces había sido una carrera con muy pocos sobresaltos, aparte de la crisis del coronavirus”, apunta el economista, que se lamenta: “Ha sido casi imposible ganar dinero”.
El Ibex salvado por los bancos
El Ibex, a pesar de haber dado un arreón del último trimestre, también cierra en pérdidas este annus horribilis. El selectivo español termina la última sesión del año en números rojos: -1,07%. Aunque generalmente suele ofrecer menos rendimiento que sus pares europeos, ha minimizado pérdidas y ha evolucionado algo mejor que el resto de plazas. En el año se ha dejado un 5,56%, cerca de los 8.229,1 puntos, un resultado mejor, por una vez, que la mayoría de los otros grandes parqués europeos. La explicación es, fundamentalmente, el gran peso de la banca en el índice: las subidas de tipos por parte del Banco Central Europeo suponen mayor rentabilidad para los préstamos concedidos por el sector financiero.
Un vistazo a la tabla de valores que componen el selectivo español puede resumir bien lo que ha sido el año en la Bolsa, y cómo la inflación, con sus causas y consecuencias, ha condicionado el ejercicio. Los ganadores han sido los bancos: CaixaBank (52,11%) y Sabadell (48,83%) se aprecian en torno al 50%. Para el Sabadell, además, se trata del segundo año consecutivo en la cumbre (en 2021 ya fue el banco que más se revalorizó) tras una situación crítica en la que estuvo muy cerca de pasar a manos del BBVA. En este particular podio de los valores que más suben en el año se cuela Repsol (+42,3%), cuyos márgenes se han disparado con el repunte de los precios de la energía. Otros valores como Bankinter (39,01%); Logista (34,63%) o Unicaja (18,64%) son los grandes ganadores del año en el principal índice español.
Sin embargo, la exuberancia bursátil de las entidades financieras no llega de la misma forma a los dos gigantes del sector, el Santander y el BBVA, porque el peso del negocio doméstico es mucho menor en su cuenta de resultados, que depende más de lo que ocurre en países emergentes como Brasil, México o Turquía.
Los valores que han tenido el peor desempeño en el ejercicio son Fluidrá (-58,75%); Rovi (-51,14%); Cellnex (39,49%) y Grifols (-36,18%). Álvarez explica que las empresas que tienen mucha deuda son las que más sufren el actual rumbo de la política monetaria. La subida de tipos afecta especialmente a estos valores, que tendrán que pagar mayores intereses. “Cellnex es un buen ejemplo de las fluctuaciones del año”, señala la analista de Renta4. La compañía viene de crecer más de un 100% en 2021, pero tras varias ampliaciones de capital, las subidas de tipos le perjudican.
Divisas
En el mercado de divisas, el ganador indiscutible es el dólar. Todas las monedas se deprecian frente al billete verde, refugio por excelencia en época de turbulencias, con tres excepciones: el rublo ruso, el peso mexicano y el real brasileño. El euro se ha depreciado frente a la divisa estadounidense en torno al 6%, y ha llegado a perder la paridad en varias ocasiones. El dólar se paga, a 30 de diciembre, a 0,94 euros.
La explicación a la prevalencia del dólar está, como no podía ser de otra forma este año, íntimamente ligada con la inflación. Las subidas más fuertes y tempranas de tipos por parte de la Fed hicieron más atractivo el billete verde. Además, la gran mayoría de los contratos energéticos se pagan en dólares, lo que lo ha empujado hacia arriba —y, de paso, ha aumentado la inflación en Europa—. Es precisamente esto lo que ha mantenido al rublo frente a la moneda norteamericana, pues Rusia sigue exportando energía a cambio de su moneda.
Renta fija y crudo
En el mercado de deuda, el bono español acaba el año con una rentabilidad del 3,65%. Esto es más de un 500% de lo que España pagaba por financiarse hace un año. La prima de riesgo también ha aumentado, aunque de forma moderada, y se sitúa en 107 puntos. Desde el Instituto Español de Analistas apuntan a que 2022 es el “peor año en renta fija” desde el inicio de este siglo, y que hay que remontarse hasta 1992-1994 “para ver caídas de precio tan relevantes como las que hemos visto ahora”.
Sin embargo, para 2023 las perspectivas cambian: una avalancha de informes de bancos, como BBVA o Morgan Stanley, recomienda invertir el año que viene en renta fija, un mercado que en los últimos tiempos ha sido residual. “Destacamos la deuda pública norteamericana porque pensamos que Estados Unidos está más cerca del fin de las subidas de tipos de interés“, apunta Robles desde XTB.
Ha sido un año de grandes fluctuaciones para las materias primas, especialmente en energía. El gas ha sido la estrella. En sus máximos del 31 de agosto, el megavatio hora se puso en 211 euros. Con políticas eficaces y la buena generación de renovables, su precio ha bajado más de un 70% desde entonces. El crudo, por su parte, ha ido dando bandazos, y va a acabar el año relativamente barato. El barril de brent, de referencia en Europa, se paga a 83 dólares. El WTI, indicador del crudo en Estados Unidos, a unos 78 dólares. La semana pasada, Goldman Sachs rebajó sus previsiones de precios del petróleo para 2023, y prevé un superávit del mercado a principios del año.
Hay dos términos a los que recurren una y otra vez los analistas de cara al año que entra: volatilidad e incertidumbre. Juan Ignacio Crespo cree que las Bolsas tocarán suelo a finales de primavera o principios de verano: “El mejor refugio es estar en un depósito bancario aunque sea mínimamente remunerado, letras del tesoro para poder coger tipos más altos dentro de un año, y a finales de primavera y comienzos del verano salir a comprar en Bolsa”. Álvarez, por su lado, cree que seguirá habiendo una alta volatilidad y advierte: “Aún no le hemos visto las orejas al lobo”.