Pedro Gomes: “La semana laboral de cuatro días es una forma de combatir los populismos”
El economista portugués se ha convertido en uno de los apóstoles de la reducción del tiempo de trabajo con su libro ‘Viernes es el nuevo sábado’
Hace un siglo, unas empresas, pequeñas y atrevidas, decidieron reducir la semana laboral de seis a cinco días. Se auguraron todos los fracasos posibles. Y de nuevo ahí estamos: unas cuantas empresas, pequeñas y atrevidas, han rebajado la semana de sus plantillas de cinco a cuatro días. El economista Pedro Gomes (Lisboa, 41 años) se ha convertido en uno de los principales gurús del cambio desde que publicó su libro Viernes es el nuevo sábado en el Reino Unido, Portugal y Corea del Sur. Inédito aún en español, la obra ha sido celebrada por Financial Times, ...
Hace un siglo, unas empresas, pequeñas y atrevidas, decidieron reducir la semana laboral de seis a cinco días. Se auguraron todos los fracasos posibles. Y de nuevo ahí estamos: unas cuantas empresas, pequeñas y atrevidas, han rebajado la semana de sus plantillas de cinco a cuatro días. El economista Pedro Gomes (Lisboa, 41 años) se ha convertido en uno de los principales gurús del cambio desde que publicó su libro Viernes es el nuevo sábado en el Reino Unido, Portugal y Corea del Sur. Inédito aún en español, la obra ha sido celebrada por Financial Times, The Wall Street Journal y el Nobel de Economía Christopher Pissarides, que escribió sobre el trabajo de su antiguo alumno: “Crucemos los dedos para que este libro revolucione la semana de cinco días”. Gomes, que es profesor en la Universidad de Londres (antes lo fue en la Carlos III de Madrid), coordinará el proyecto piloto del Gobierno portugués sobre la semana de cuatro días.
Pregunta. Son evidentes los beneficios para los trabajadores. ¿Qué ganan las empresas con una semana de cuatro días sin disminuir salarios?
Respuesta. Las personas descansadas trabajan más intensamente y con más creatividad. Mucho de lo que ganarán viene de la reducción de costes por la disminución del absentismo y de la rotación de plantillas, el ahorro de costes de energía o la disminución de las quejas de clientes porque mejora la calidad. Hay menos accidentes de trabajo y menos errores, que son costes grandes. Mejora el negocio. Lo importante es tener una perspectiva holística de la empresa.
P. ¿Se trabajaría las mismas horas en menos días?
R. No. En el proyecto piloto que vamos a hacer en Portugal hay tres líneas rojas: no hay recorte salarial, se reducen las horas de trabajo y es voluntario. La reducción puede ser de 40 para 36. Mi opción preferida es de 34 horas semanales. No se trata de hacer una semana concentrada en cuatro días.
P. Escoge el viernes para ampliar el fin de semana, ¿no le gustan los lunes?
R. No (risas). Hay dos perspectivas distintas. Una es de la empresa y otra es de la economía en general. Para la economía en general es mejor que el día libre esté coordinado. Si cada uno elige su día, se crean distorsiones. Por eso existe el fin de semana. Los ejemplos de la semana continua en el pasado nunca han funcionado. Lo intentó Stalin en la URSS y no funcionó por los fallos de coordinación dentro de las empresas y también la descoordinación del tiempo libre. El valor de tu tiempo libre depende de cuántas personas de tus amigos y tu familia pueden compartirlo. Unirlo al fin de semana es positivo también para las industrias del ocio y del turismo.
Henry Ford redujo la semana laboral de seis a cinco días en 1926 y comprobó que se producían más coches
P. ¿En qué contexto histórico se bajó de seis a cinco días de trabajo semanal?
R. En el siglo XIX se trabajaba seis días. En 1908 unas empresas pequeñas de EE UU implantaron los cinco días, pero se las consideró marginales. En 1926 Henry Ford lo aplicó en sus fábricas. Diez años antes había incorporado la cadena de montaje, que fue un cambio tecnológico fundamental, pero que no había incrementado la productividad como él esperaba. Investigaron y descubrieron que el fallo estaba en las personas, que estaban más cansadas, faltaban más y permanecían solo dos o tres meses en la fábrica. La mejora tecnológica no se puede hacer con independencia de lo que das a tus trabajadores. Por eso instauró el día de cinco dólares, que duplicaba el salario de la industria, y bajó la semana a cinco días para que descansaran más. Experimentó durante tres años y comprobó que se producían más coches con una semana de cinco días.
P. ¿Se parecen las reticencias a las de ahora?
R. Son iguales. Las palabras son las mismas: que no puede ser, que no funcionará en todas las industrias, que será una catástrofe para la economía. El cambio ha comenzado por los empresarios más visionarios.
P. ¿Quién es el Henry Ford de nuestros días?
R. Tenemos un empresario que lidera el proceso, Andrew Barnes, que lo aplicó en su firma de gestión de fondos en Nueva Zelanda y le funcionó. Ahora ha creado una sociedad sin ánimo de lucro para ayudar a las empresas a cambiar y está organizando experiencias piloto en el Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos, Canadá. En España está María Alvarez, que lo ha aplicado en la cadena de restaurantes La Francachela. Lo hacen empresarios especiales, pero no quiere decir que lo hagan por sentimentalismo. Han visto que mejora el negocio, pero para hacerlo tienes que tener coraje. Es más difícil cambiar y aplicar cuatro días cuando toda la economía está aún en cinco.
P. Hay sectores ganadores con una semana de cuatro días como el turismo, el ocio y la cultura. ¿Cuáles sufrirían más con la transición?
R. Hay sectores donde es más difícil cambiar mientras todos estén en cinco días. Me dicen que es más difícil en los comercios, restaurantes o la industria. El argumento siempre es que va a costar más porque tienes que contratar más gente, pero tienes que pensar en lo que vas a ahorrar. Por ejemplo, en desperdicios de materia prima. Las personas cometen más errores y tienen más accidentes cuando están más cansadas.
P. Las empresas necesitarían más mano de obra en un momento en que falta en muchos países.
R. Las empresas que tienen las mejores condiciones no tienen problemas en reclutar. El banco inglés Atom Bank, que incorporó la semana de cuatro días el año pasado, vio como una semana después tenía un 500% más de solicitudes de empleo. En otras empresas no es necesario aumentar las plantillas. Si ofreces una semana de cuatro días no vas a tener problemas para contratar, estás dando más tiempo libre y eso es una compensación para los trabajadores.
P. ¿Cuál es el país que más ha avanzado hacia esta reducción?
R. Hay caminos distintos. En Holanda, el 50% de las personas trabajan a tiempo parcial. Casi que las personas han votado con su decisión trabajar menos, lo que no hacen es la coordinación general. Como es un país pequeño con muchas relaciones económicas con Alemania, no pueden cerrar el viernes. En otros países anglosajones hay experimentos de empresas, pero no a nivel político. España es el país más avanzado a nivel político porque hay experiencias de la Generalitat valenciana, que lo ha adoptado como política pública, y también por el apoyo de Más País.
P. Dice que la semana de cuatro días combate a los populismos y a la extrema derecha. ¿Cómo?
R. Mejorar la economía no es solo hacerla crecer, es también protegerla de riesgos. Uno de los riesgos más importantes son los populismos. Hemos visto lo que pasó con el Brexit, que fue la reacción a un descontento generalizado. Esta desilusión es aprovechada por populistas que no tienen ideas, solo tratan de poner unas personas contra otras. El Brexit fue de lo más divisivo, a pesar de que todos los economistas avisaban de que iba a empeorar la situación de las personas. La semana de cuatro días no es divisiva. A la mayoría le gusta como idea, ilusiona a todos. Creo que los partidos centrales de la democracia deben encontrar soluciones concretas para mejorar la vida de las personas y si lo consiguen, los populistas van a perder fuerza. Ocurrió también en los años 20. El New Deal fue el camino de los estadounidenses para eliminar populismos, que habían surgido tras la Gran Depresión. Solucionaron ese problema durante muchas décadas. La semana laboral de cuatro días puede ser una parte central de un programa político, una forma de combatir los populismos porque no es divisiva.
P. Y la gente contenta no vota populismos.
R. Claro. Cuando hicieron el referéndum en el Reino Unido estuve en un congreso de economistas que debatían sobre cómo estaba hecha la pregunta. Yo les dije que la pregunta no importaba, que la gente iba a votar según estuviese o no contenta. Cuando votan PSOE y no están contentas, o votan PP y no están contentas, y ya intentaron todo y sigue igual, ¿a quién van a votar? A los que gritan más alto.
P. Hasta ahora los partidos de centro derecha o derecha no han abrazado la propuesta.
R. No. En mi libro presento argumentos a favor de la semana de cuatro días de izquierdas y de derechas.
Almodóvar trabajó 12 años en Telefónica mientras escribía guiones en su tiempo libre. ¿Cuál es su principal contribución a la economía española: como empleado de Telefónica o como cineasta?
P. ¿Cuáles son de derechas?
R. La productividad de las empresas. El segundo argumento es que no podemos ver el tiempo de ocio como ajeno a la economía. Hay mucha gente que utiliza el tiempo de ocio para crear algo nuevo. Henry Ford trabajaba seis días a la semana en una fábrica de Thomas Edison y cada noche, durante tres años, trabajó en su coche con motor de combustión interno. Su primer coche surgió en su tiempo de ocio. Apple y Nike han empezado así. Algunas de las personas van a usar el tiempo libre para crear su propia empresa. Esto es muy importante para Portugal o España, donde es difícil empezar una empresa si no tienes dinero de tu familia. Esto facilita el emprendedurismo híbrido, tienes tu trabajo y tiempo para crear algo diferente. En vez de dinero, vamos a dar tiempo. Pedro Almodóvar trabajó 12 años en Telefónica mientras escribía guiones. ¿Cuál es su principal contribución para la economía española: como empleado de Telefónica o como cineasta?
P. ¿Cuántos días trabaja a la semana?
R. Siempre he valorado mucho el descanso. Mi trabajo como académico me da mucha libertad. El 30% de mi tiempo es para investigación. Hay periodos que trabajo más que otros. Cuando escribí el libro, pensaba en él todo el tiempo y trabajaba el fin de semana, pero lo veía como un proyecto personal. Yo trabajo cinco días y suelo descansar el fin de semana. Para este proyecto he pedido al Gobierno de Portugal que firme el contrato con mi universidad para que me liberasen el tiempo. Dedicaré los viernes al proyecto portugués.