Alemania encara la mayor inflación de los últimos 70 años, del 10%, con la amenaza de una recesión
El Gobierno de Scholz anuncia un fondo de 200.000 millones para compensar a los consumidores los desorbitados precios del gas
Las vertiginosas subidas en los costes de la energía como resultado de la guerra en Ucrania y el incremento de los precios de los alimentos han estado avivando la inflación en la mayor economía de Europa durante meses. Hasta llegar al dato de septiembre, que tal y como había predicho el Bundesbank, ha alcanzado el doble dígito. Los precios han escalado al 10%, según las estimaciones provisionales difundidas este ju...
Las vertiginosas subidas en los costes de la energía como resultado de la guerra en Ucrania y el incremento de los precios de los alimentos han estado avivando la inflación en la mayor economía de Europa durante meses. Hasta llegar al dato de septiembre, que tal y como había predicho el Bundesbank, ha alcanzado el doble dígito. Los precios han escalado al 10%, según las estimaciones provisionales difundidas este jueves por la Oficina federal de estadística, el nivel más alto en las últimas siete décadas.
“La inflación alemana es de dos dígitos por primera vez desde la guerra de Corea a principios de la década de 1950″, constata Jörg Krämer, economista jefe de Commerzbank. El Banco Central Europeo (BCE) ha reaccionado a los precios en Alemania y el resto de países de la zona euro con las primeras subidas bruscas de los tipos de interés, pero los expertos ya están pidiendo nuevas alzas. “Para volver a bajar la inflación a medio plazo el BCE debería subir sus tipos de interés oficiales en 75 puntos básicos en cada una de las próximas reuniones”, apunta Krämer.
La energía se ha pagado un 43,9% más cara este mes de septiembre que el año pasado, y también los precios han estado un 18,7% por encima de los de septiembre de 2021. El salto desde la inflación del 7,9% que se registró en agosto se debe en parte al fin de las subvenciones al combustible y del billete de transporte de nueve euros, destaca la Oficina de estadística alemana, Destatis.
“Pérdida de prosperidad”
Las perspectivas económicas en la locomotora europea son sombrías, reconocieron este jueves en Berlín los cuatro grandes institutos económicos del país (IFO de Múnich, ifW de Kiel, IWH de Halle y RWI de Essen). La inflación vinculada a la crisis energética se prolongará en 2023 y contribuirá a una caída del producto interior bruto (PIB) del 0,4%, aseguran en su informe de otoño. En primavera habían estimado un crecimiento de la producción económica del 3,1%.
“Incluso si la situación se suaviza un poco a medio plazo, los precios del gas seguirán muy por encima de los niveles previos a la crisis. Y esto se traducirá en una pérdida permanente de prosperidad para Alemania”, concluyen los expertos en su informe. El panorama que describen es poco halagüeño: precios elevados de la energía, subidas de los costes de producción que a su vez impactarán en las subidas de otros productos, y niveles de inflación desconocidos en décadas.
Con esos ingredientes, el informe predice un cóctel llamado recesión: la economía se contraerá durante tres trimestres seguidos: el actual, el siguiente y el de principios de 2023. “La principal carga recae actualmente en los hogares, que están haciendo frente a una pérdida masiva de poder adquisitivo. Y eso empeorará el próximo año”, aseguró Torsten Schmidt, economista del Instituto Leibniz de Investigación Económica (IFO) durante la presentación del informe.
Los consumidores han empezado a reaccionar a la nueva coyuntura cambiando sus hábitos de consumo, según una encuesta de la asociación de comercio HDE. El 46% de los encuestados admite haber dejado de comprar ciertos productos y el 60% busca las ofertas de alimentación. Las empresas, en cambio, todavía están aguantando bastante bien, destacaron los economistas. En cuanto a la gran preocupación para este invierno de que se produzca una escasez de gas, los institutos la descartaron salvo que la temporada sea inusualmente fría. Pese a ello, la situación del suministro sigue siendo “extremadamente tensa”, añadieron.
200.000 millones
Los crecientes costes de la energía han obligado al Gobierno alemán a volver a tirar de deuda para crear un fondo de hasta 200.000 millones de euros con el que amortiguar el golpe a los consumidores, tanto a las familias como a las empresas. La financiación se hará a través del Fondo Económico y de Estabilización que ya existe desde la pandemia. Las medidas incluyen el tope al precio de la electricidad y lo que se ha llamado “freno al precio del gas”, que está diseñando un comité especialmente designado para ello.
El canciller, Olaf Scholz, anunció el paquete este jueves en Berlín en una rueda de prensa por videoconferencia, ya que se encuentra aislado tras dar positivo de coronavirus a su vuelta de un viaje por el Golfo Pérsico el fin de semana. “Los precios tienen que bajar”, aseguró Scholz, con los ministros de Economía, Robert Habeck, y de Finanzas, Christian Lindner, a lado y lado de la pantalla. “Para que los precios bajen, necesitamos un gran paraguas protector que ayude a los jubilados, las familias, los empleados y la industria a pagar las facturas energéticas”, añadió.
“Rusia utiliza los suministros energéticos como arma”, dijo el canciller, que también confirmó que el controvertido recargo al gas, que debía entrar en vigor el próximo 1 de octubre, queda suprimido. Ya no es necesario, explicó. Esta tasa la iban a cobrar las empresas energéticas para transferir a los clientes finales parte de los costes extraordinarios que están asumiendo debido a la reducción de los flujos de gas de Rusia. El nuevo paquete hace que el recargo, que iba a encarecer la factura de una familia de cuatro miembros en 500 euros al año de media, ya no tenga sentido. Las empresas del sector recibirán apoyo directo del Ejecutivo como ha sucedido ya con Uniper, que será nacionalizada.
“200.000 millones de euros es mucho dinero que puede limitar el daño social y económico de esta crisis, pero solo si el dinero llega a las personas y a las empresas rápidamente”, aseguró el economista Marcel Fratzscher, presidente de DIW. “El Gobierno federal ahora debe acelerar el ritmo de implementación”, añadió, y dedicar los fondos “también a la transformación a largo plazo y a la protección del clima”.