La inflación en el Reino Unido se dispara y alcanza los dos dígitos por primera vez en 40 años
El alza de precios llega al 10,1% y mete presión al Banco Central para una nueva subida de tipos
El Reino Unido mantiene la galopada inflacionista que a final de este año le otorgará el aciago honor de ser una de las economías desarrolladas con el mayor IPC. La evolución en julio fue peor incluso de lo esperado y, por primera vez en 40 años, alcanza la barrera psicológica de los dos dígitos. El 10,1% del mes pasado supera en siete décimas el porcentaje de junio, representa tres décimas más de lo anticipado por los analistas y, como ...
El Reino Unido mantiene la galopada inflacionista que a final de este año le otorgará el aciago honor de ser una de las economías desarrolladas con el mayor IPC. La evolución en julio fue peor incluso de lo esperado y, por primera vez en 40 años, alcanza la barrera psicológica de los dos dígitos. El 10,1% del mes pasado supera en siete décimas el porcentaje de junio, representa tres décimas más de lo anticipado por los analistas y, como colofón, supone el nivel más elevado desde febrero de 1982.
La tendencia confirma el funesto panorama trazado hace apenas dos semanas por el Banco de Inglaterra (BoE, en sus siglas en inglés), que había advertido de que la inflación llegaría al 13,3% en octubre, elevando todavía más la presión sobre las economías domésticas, que se enfrentan a un invierno de espiral de precios, inicio de recesión y contracción salarial, precisamente como resultado de esas tensiones.
El resultado, en la práctica, asfixia todavía más a los hogares y aumenta la presión sobre un Gobierno a punto de completar una transición integral, cuando la sucesión de Boris Johnson quede consumada el 6 de septiembre. En un contexto global de alza de los precios del gas, la intensificación de las facturas de energía domésticas continúa siendo uno de los principales catalizadores de la cabalgada de precios, pero los datos publicados este miércoles por la Oficina de Estadística señalan a la alimentación como el verdadero impulsor, debido a la presión que ejerce sobre las familias.
Así, la comida es un 12,8% más cara que hace un año, un aumento sin precedentes desde agosto de 2008, con el incremento más acuciado, además, en productos básicos como el pan, los cereales, o la leche. La crisis obliga a las autoridades a actuar, dentro del reducido margen que tienen para influir sobre una situación que afecta a la economía planetaria. A la espera de qué proponga el próximo primer ministro, o primera ministra (los sondeos dan la victoria a la ministra de Exteriores, Liz Truss, quien no ha avanzado propuestas concretas), la atención más inmediata recae sobre el BoE, cuya encomienda fundamental es, precisamente, controlar los precios y garantizar que se mantienen en torno al objetivo del 2%.
Las quinielas en la City avanzan una aguda subida de tipos, actualmente en el 1,75%, y calculan que, tan pronto como en marzo, los intereses podrían haber alcanzado el 3,5%, el doble del nivel actual. Por si fuera poco, el zarpazo del IPC es más severo todavía para los hogares de menores ingresos, debido a que destinan un porcentaje significativamente mayor a los grandes responsables del alza inflacionista: energía y alimentos. Según el director del Instituto de Estudios Fiscales (IFS, en sus siglas en inglés), uno de los grupos de estudio de referencia en el Reino Unido, el impacto sobre las familias de menores ingresos superará el 18 por ciento este otoño.