Las gasolineras de bajo coste son las que más han subido los precios tras la bonificación del Gobierno
Las estaciones de servicio encarecen la gasolina una media de 0,7 céntimos y 3,52 céntimos el diésel tras la entrada de la ayuda pública de 20 céntimos
Las estaciones de servicio de bajo coste, las que compiten en precio para atraer clientela, son las que más han subido el precio de los carburantes en los tres meses transcurridos desde la introducción de la bonificación de 20 céntimos por litro. Así se desprende de un estudio publicado este jueves por el Centro de Políticas Económicas de Esade (EsadeEcPol), que achaca este mayor encarecimiento a la falta de liquidez que sufren las gasolineras independientes. En los casi 12.000 p...
Las estaciones de servicio de bajo coste, las que compiten en precio para atraer clientela, son las que más han subido el precio de los carburantes en los tres meses transcurridos desde la introducción de la bonificación de 20 céntimos por litro. Así se desprende de un estudio publicado este jueves por el Centro de Políticas Económicas de Esade (EsadeEcPol), que achaca este mayor encarecimiento a la falta de liquidez que sufren las gasolineras independientes. En los casi 12.000 puntos de venta de combustible que hay en España, la subida media ronda los 0,7 céntimos de euro en el caso de la gasolina y es cinco veces mayor (de 3,52 céntimos) en el del gasóleo, el que se utiliza en el transporte de mercancías y —por tanto— en el que la demanda suele reaccionar menos a los incrementos en el precio.
“El sistema de anticipos fue diseñado para dotar de liquidez al sector, pero se ha revelado insuficiente en el caso de las gasolineras independientes con menores precios”, apuntan los investigadores de la escuela de negocios barcelonesa, que emplean un modelo econométrico que les permite predecir “al 99%” de fiabilidad los precios de los carburantes.
El mayor temor de los firmantes del estudio —Manuel Hidalgo, Ángel Martínez y Natalia Collado— es que esa mayor subida de precios acabe traduciéndose en una menor concurrencia en el sector: que las grandes petroleras, que cuentan con mucho más músculo financiero para aguantar sin problemas entre el momento en el que cobran al cliente (cuando tienen que anticipar el descuento gubernamental) y el momento en el que reciben de Hacienda, acaben sacando tajada. “Esta ventaja relativa para los operadores mayoristas podría minar la competencia a medio y largo plazo”, avisan.
Adelanto en las liquidaciones
La solución a esta situación debería pasar, según los investigadores, por que las liquidaciones de la Administración a las gasolineras tuviese una periodicidad inferior: que fuese cada 15 días en lugar de cada 30. “De este modo se garantizaría la liquidez de las pequeñas empresas del sector, lo que ayudaría a que el descuento llegue en su totalidad a los consumidores sin aumentar el nivel de gasto [público]”, sostienen.
El estudio de Esade ve la luz en un momento clave, con la gasolina y el diésel en máximos históricos y poco después de que el Gobierno prorrogase la ayuda sin introducir ningún cambio en el sistema de anticipos y devoluciones. Las conclusiones son consistentes con el primer cribado de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), adelantado por EL PAÍS a finales de junio y que detectaba malas prácticas de precios en un centenar de surtidores. De ellos, dos habían elevado su margen entre 10 y 20 céntimos a raíz de la ayuda oficial respecto a su margen de ganancia habitual; otros 14 (en el caso de la gasolina) y siete (en el del diésel) lo habían hecho entre cinco y diez céntimos; 69 (gasolina) y 47 (diésel) habían aumentado su margen entre uno y cinco céntimos; y 41 lo habían hecho en hasta un céntimo de euro en ambos carburantes.
El 1 de abril, cuando el Gobierno introdujo la bonificación de 20 céntimos, el precio de la gasolina y el diésel oscilaba entre los 1,8 y 1,9 euros por litro. En las dos primeras semanas de aplicación de la medida, ambos bajaron entre un 1% y un 2%, según esta investigación. Entre el 15 de abril y el 10 de mayo, estos volvieron a mostrar una tendencia ascendente, “con una subida particularmente fuerte en el gasóleo de tipo A y la gasolina 95, situando el rango de precios entre 1,9 y 2 euros por litro”. Después, la diferencia entre ambos volvió a reducirse, especialmente a mediados del mes de junio —hasta donde alcanza el estudio—, como consecuencia de una ligera caída del precio de la gasolina.
Las independientes, el 40% del total
En España, cuatro de cada diez estaciones de servicio españolas están enmarcadas en el grupo de las independientes: no tienen un contrato de exclusividad de suministro con un operador en concreto (Repsol, Cepsa o BP: los tres que tienen capacidad de refino) y suelen vender los carburantes a precios más bajos. El resto son abanderadas —integradas en la red de distribución de operadores al por mayor con gestión de un distribuidor minorista— o directamente propiedad de las tres grandes petroleras con presencia en España: Repsol (25% del total), Cepsa (12,5%), BP (6,6%), Shell (5%) y Galp (5%).
En estos dos últimos segmentos —las gasolineras de marca— los precios suelen ser superiores. Sin embargo, las empresas están aprovechando la crisis de precios para dar una vuelta de tuerca a su política comercial —en la mayoría, con descuentos extra asociados a los planes de fidelización— y así volver a competir en precio con sus competidores de menor tamaño: una nueva señal de alerta sobre la competencia futura en el suministro de carburantes. “Pese al aumento del peso de las estaciones de servicio independientes en los últimos años, todavía existe una alta concentración en el mercado que puede indicar un nivel de competencia menor del deseado”, remarca el informe.
El margen bruto de la media de las estaciones de servicio (independientes o de enseña) se sitúa hoy “muy por encima de los niveles prepandemia”. Los factores detrás de esta tendencia reciente, concluyen desde Esade, pueden ser múltiples: desde “un aumento de los costes fijos y de aprovisionamiento” hasta unas “mayores obligaciones normativas”. “Hay una parte no explicada que podría estar muy relacionada con la existencia de poder de mercado y la falta de competencia entre las empresas del sector”, sentencian Hidalgo, Martínez y Collado.