Europa ante la economía de guerra
La UE no puede escudarse en que ya realizó un esfuerzo excepcional para responder a la pandemia. Su credibilidad depende ahora de si es capaz de asumir una economía de guerra para acoger y recuperar a Ucrania.
Tres meses después de la devastadora guerra del presidente ruso Vladímir Putin contra Ucrania el balance es aterrador. Naciones Unidas ha certificado la pérdida de 3.838 las vidas humanas civiles. Los militares fallecidos superan los 40.000, según los respectivos gobiernos. Cifras dudosas. Sobre lo que hay certeza es que más de seis millones de personas han huido del país y hay otros ocho millones de desplazados internos.
Putin está impidiendo ...
Tres meses después de la devastadora guerra del presidente ruso Vladímir Putin contra Ucrania el balance es aterrador. Naciones Unidas ha certificado la pérdida de 3.838 las vidas humanas civiles. Los militares fallecidos superan los 40.000, según los respectivos gobiernos. Cifras dudosas. Sobre lo que hay certeza es que más de seis millones de personas han huido del país y hay otros ocho millones de desplazados internos.
Putin está impidiendo la exportación de cereales de uno de los principales productores del mundo, provocando una crisis alimentaria. António Guterres, secretario General de la ONU, ha señalado que la inseguridad alimentaria se ha duplicado hasta alcanzar a 276 millones de personas.
Los daños por el parón económico y la destrucción de equipamientos son abrumadores. El Gobierno y la Kiev School of Economics estiman que los costes de reconstrucción pueden superar los 560.000 millones de euros, más del triple del PIB del país. Un estudio del CEPR (A blueprint for the reconstruction of Ukraine) propugna un plan de ayudas aún mayores, que oscilan entre 500.000 y un billón de dólares (950.000 millones de euros). El trabajo redactado por destacados economistas como Torbjörn Becker, Barry Eichengreen, Kenneth Rogoff y Beatrice Weder di Mauro, se basa en la experiencia del Plan Marshall. Es una iniciativa posible, pues recuerda que el Plan Marshall (1948 -1951) tuvo un presupuesto de 12.500 millones de dólares, que a valores actuales representarían unos 450.000 millones de euros.
Estados Unidos ya ha comprometido más de 50.000 millones de euros en ayuda económica, militar y humanitaria a Ucrania. Europa ha proporcionado unos 5.000 millones euros y debate el envío de otros 9.000 millones. Ayudas muy insuficientes como viene insistiendo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. En Europa se debate si la Unión debe crear un nuevo Next Generation con endeudamiento común para a Ucrania. El ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, ya ha dicho que no.
Sobre la conveniencia de crear un nuevo fondo europeo para Ucrania, Joaquín Almunia, exvicepresidente de la Comisión Europea, ha explicado en un acto organizado en Barcelona por la Comisión Europea y la organización Política &Prosa, que “sí habría que hacerlo, pero no sé si se hará”. Precisó que Europa necesita muchos más recursos de los que dispone, pues debe afrontar la crisis climática, la transición energética, defensa y responder solidariamente a la hambruna de África.
Mientras Europa duda, la guerra multiplica las desigualdades. Las petroleras se forran. La saudí Aramco, ha aumentado sus beneficios en un 82%. Oxfam señala que en los dos últimos años han aparecido 573 nuevos milmillonarios, mientras que 263 millones de personas caerán en la pobreza extrema este ejercicio. Al tiempo vemos cómo se aplaza hasta 2024 el impuesto mínimo del 15% a las multinacionales. Hechos que alejan a los ciudadanos de Europa.
La UE no puede escudarse en que ya realizó un esfuerzo excepcional para responder a la pandemia. Su credibilidad depende ahora de si es capaz de asumir una economía de guerra para acoger y recuperar a Ucrania. Lo pasado es historia.