Transformar el turismo para hacer a la economía más resiliente
Se tiene que hacer un gran esfuerzo para invertir en eficiencia energética, el uso de energías limpias y la promoción de la economía circular, tanto en los establecimientos hoteleros como en los destinos
A principios de año, el INE informó que el sector turismo, resultado de la pandemia, había adelgazado su peso en el PIB hasta un 5,5% en 2020 frente a 12,4% en 2019. Esa tendencia se ha revertido en el 2021. La fabulosa campaña de vacunación, los protocolos anticovid, el ahorro embalsado durante los meses más duros de la pandemia y la recuperación económica global han permitido que ...
A principios de año, el INE informó que el sector turismo, resultado de la pandemia, había adelgazado su peso en el PIB hasta un 5,5% en 2020 frente a 12,4% en 2019. Esa tendencia se ha revertido en el 2021. La fabulosa campaña de vacunación, los protocolos anticovid, el ahorro embalsado durante los meses más duros de la pandemia y la recuperación económica global han permitido que el sector recupere buena parte de su peso en el PIB. Dicha tendencia es previsible que continúe este año conforme se sume, a la recuperación del turismo nacional, una llegada más intensa de viajeros internacionales. De ser así, es de prever que el sector turismo represente en torno a un 10% del PIB este año, tendencia que podría reforzarse en 2023.
Este elevado peso del turismo en el PIB es consustancial a España debido a sus condiciones climáticas y su riqueza patrimonial. Pero más allá del debate sobre cuál debería ser el tamaño óptimo del sector turístico en medio de esta apuesta por la reindustrialización de las economías europeas con el fin de hacerla más resistente a shocks externos como la reciente pandemia, la realidad es que una reconfiguración de la industria turística ya haría una contribución muy importante tanto a la resiliencia del sector como de la economía en general.
Una reconfiguración que ya está diseñada por el Gobierno de España y que puede recibir un fuerte impulso de los fondos europeos. En esencia, el cambio implica adaptar la industria a un nuevo escenario donde las motivaciones de los viajeros, cada vez más sensibilizados con la protección del medioambiente y el combate al cambio climático, y cada vez más ávidos de un turismo de experiencias y conocimiento, deben ser satisfechas de manera plena. Llevar a cabo ese proceso de adaptación con éxito requiere de un potente despliegue de las nuevas tecnologías.
En ese sentido, se tiene que hacer un gran esfuerzo para invertir en eficiencia energética, el uso de energías limpias y la promoción de la economía circular, tanto en los establecimientos hoteleros como en los destinos, así como en el cuidado de la naturaleza en nuestros entornos. Más que de un valor añadido a la oferta turística, estamos hablando de una condición inexcusable: dada la creciente presión de la demanda sobre los recursos naturales y los destinos, y la consiguiente saturación y degradación ambiental de ciertos espacios, o afrontamos el problema de la sostenibilidad con determinación o pondremos en riesgo la viabilidad del modelo turístico y su aportación al desarrollo económico y social del país.
Por otra parte, es preciso difundir nuestro patrimonio cultural preservando siempre su identidad como elemento diferenciador. Para hacerlo atractivo, es preciso integrar los elementos físicos y virtuales con las nuevas tecnologías para fortalecer el discurso expositivo y ofrecer productos de más calidad, diseñados a la medida de las necesidades de los visitantes, para que su experiencia sea lo más singular y completa posible. Obtener datos de calidad y gestionarlos con eficacia será fundamental para poder desarrollar estos productos necesarios, sobre todo, para impulsar el turismo rural y del interior.
Si tenemos éxito en esta adaptación, lograremos un perfil de la industria más comprometido con la transición verde, más diversificado y descentralizado. Esto no solo impulsará la sostenibilidad del sector, con espacios menos saturados y mejor distribuidos por toda la geografía, sino que, sobre todo, mejorará la calidad de la aportación del sector turismo a la economía española en varios sentidos: haciendo más amigable la convivencia del turismo con el ciudadano; rompiendo la marcada estacionalidad del sector; creando nuevos modelos de negocio y empleos de mayor calidad; y distribuyendo de manera más justa y equitativa los beneficios que traen los visitantes tanto en todo el territorio como a lo largo de toda la red de actores que dedican su vida a inspirar y trabajar por los altos valores turísticos de la marca España.