El grupo Raventós Codorníu se compromete a que en 2024 más del 50% de su producción sea ecológica
La compañía presume de ser líder en la elaboración de cava ecológico del mundo con la comercialización de 4,77 millones de botellas, el 35% del mercado global
El grupo Raventós Codorníu, uno de los principales elaboradores de cava, ha adoptado este jueves el compromiso de que en 2024 al menos la mitad de su producción vendrá de agricultura ecológica. El consejero delegado de la compañía, Sergio Fuster –en el cargo desde junio de 2020–, ha detallado en una rueda de prensa la estrategia de crecimiento sostenible del grupo. Actualmente, la mitad de las hectáreas propias del grupo son ecológicas, y la otra mitad están en proceso de transformación. Algunas de sus marcas de cava, como Par...
El grupo Raventós Codorníu, uno de los principales elaboradores de cava, ha adoptado este jueves el compromiso de que en 2024 al menos la mitad de su producción vendrá de agricultura ecológica. El consejero delegado de la compañía, Sergio Fuster –en el cargo desde junio de 2020–, ha detallado en una rueda de prensa la estrategia de crecimiento sostenible del grupo. Actualmente, la mitad de las hectáreas propias del grupo son ecológicas, y la otra mitad están en proceso de transformación. Algunas de sus marcas de cava, como Parxet, Titiana y Raimat, ya son completamente ecológicos, y la compañía presume de ser el líder mundial en este tipo de producto con la comercialización de 4,77 millones de botellas de cava orgánico, el 35% del mercado global.
La empresa, fundada en 1551, es la firma española más antigua y ha estado controlada siempre por varias ramas de la familia Raventós, hasta que en junio de 2018 el fondo norteamericano Carlyle compró la mayoría de las participaciones del grupo. Tras la caída en picado de la demanda por la pandemia y las restricciones que obligaron a cerrar la restauración, el grupo está volviendo a buenos números de ventas, según ha explicado Fuster. “Estos meses estamos en crecimientos de entre el 20% y el 30% con respecto al año anterior, y del 10% con respecto al nivel prepandemia”, ha destacado. Pese a la escalada de precios global por los problemas de abastecimiento, Fuster descarta que tenga una traslación al precio del producto: “Hay presiones inflacionarias de todas partes, pero para esta Navidad no vamos a tocar los precios. Lo estudiaremos de cara a campañas futuras”.
Tampoco trasladarán al precio del producto la transformación hacia lo ecológico. “Esto no es una moda, creemos que es un valor extra que necesitamos, y el esfuerzo lo asumimos manteniendo los precios de siempre”, ha explicado. La transición hacia el vino y el cava ecológico parte de la tierra. Las viñas necesitan un periodo de tres años de control para obtener la certificación de producto ecológico. Actualmente, la mitad de las 3.570 hectáreas propias del grupo Raventós Codorníu son ecológicas, y la otra mitad se encuentran en este proceso de transformación. “Somos la empresa con mayor superficie de este tipo de viña en Cataluña, y posiblemente de España”, ha destacado el consejero delegado. La meta es alcanzar el 88% de la superficie completamente orgánica el año que viene.
El objetivo del grupo es “ser la empresa global de vinos sostenible con mayor crecimiento en 2025″. Para hacerlo, parten de una buena posición, ya que abarcan el 35% del cava ecológico que se comercializa en el mundo. Algunas de las marcas, como Parxet, Tatiana y Raimat, ya son 100% ecológicas, y el compromiso es que la marca Codorníu, que representa algo más del 50% del negocio del grupo, también sea completamente ecológica en 2024. Así, ese año, más de la mitad de las botellas de Raventós Codorníu deberían tener la etiqueta ecológica.
Para conseguirla, la viña tiene que estar libre de fungicidas, pesticidas y herbicidas, y de cualquier producto sintético. El director de Bodegas y Operaciones, Diego Pinilla, ha destacado que la voluntad del grupo para la transición ecológica ya empezó hace más de una década con el uso de feromonas para ahuyentar las plagas en lugar de hacerlo con insecticidas. La vuelta a tratamientos naturales obliga a los agricultores a estar mucho más atentos a la meteorología, para prevenir las plagas que se derivan de las grandes lluvias antes de que sea demasiado tarde. Esto implica una mano de obra más atenta y más encima del campo, y más riesgo de que la cosecha no sea buena. El precio de la uva, por tanto, es mayor. “Es difícil decir la inversión que hemos hecho en la agricultura ecológica, pero sí que podemos decir que el 80% de la uva que compramos para Codorníu es ecológica, y la pagamos a 44 céntimos el kilo, cuando la media del sector para la uva tradicional es de 32 céntimos o menos.