El BCE fijará un nuevo objetivo de inflación del 2% que se podrá superar si es necesario
El histórico cambio en la meta de la entidad es un triunfo de las tesis más moderadas frente a los ‘halcones’
La respuesta a la crisis pandémica ha derribado otro paradigma que parecía inamovible. Según fuentes conocedoras de la materia citadas por Bloomberg, el Banco Central Europeo ha decidido reformular su objetivo de inflación. La meta de mantenerla “por debajo pero cerca del 2%”, vigente hasta ahora, se transformará en un 2% flexible, que podrá ser rebasado cuando sea necesario sin que ello conlleve necesariamente una reacción de la entidad en forma ...
La respuesta a la crisis pandémica ha derribado otro paradigma que parecía inamovible. Según fuentes conocedoras de la materia citadas por Bloomberg, el Banco Central Europeo ha decidido reformular su objetivo de inflación. La meta de mantenerla “por debajo pero cerca del 2%”, vigente hasta ahora, se transformará en un 2% flexible, que podrá ser rebasado cuando sea necesario sin que ello conlleve necesariamente una reacción de la entidad en forma de subida de tipos de interés o retirada de estímulos.
A simple vista, el cambio puede parecer menor, pero va mucho más allá de lo meramente estético: supone una victoria del sector más moderado frente a la ortodoxia de los halcones —como se conoce a los que mantienen las posiciones más duras—, y otorga una mayor flexibilidad al banco para desplegar su artillería anticrisis, cuyo máximo exponente es ahora mismo el programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP), con una dotación total de 1,85 billones de euros hasta marzo de 2022. Eso beneficia a los países más endeudados —caso de España—, dado que una mayor tolerancia con la inflación ayuda a diluir el valor de la deuda pública.
El banco no ha confirmado oficialmente la medida, y está previsto que la decisión se anuncie formalmente este jueves a la una de la tarde, cuando deben conocerse las conclusiones de la reunión de su Consejo de Gobierno, que serán explicadas hora y media después por la presidenta del BCE, Christine Lagarde. El encuentro se celebró esta semana para revisar la estrategia del BCE por primera vez desde 2003, cuando la meta se retocó desde el fundacional “por debajo del 2%” al consabido “por debajo pero cerca del 2%”.
Desde su llegada a Fráncfort, Lagarde se fijó entre sus propósitos embarcar al organismo en un análisis de arriba abajo de todas sus herramientas. “Vamos a revisar multitud de asuntos. Cómo cumplimos nuestros objetivos, cómo medimos y qué herramientas tenemos y cómo comunicamos”, aseguró en Fráncfort tras su segunda reunión del Consejo de Gobierno como presidenta de la institución. La idea era aprovechar la atmósfera de relativa calma para realizar una reflexión sosegada y tener los cambios listos a finales de 2020, pero la pandemia ha trastocado todas las variables que se manejaban entonces, cuando la baja inflación era una de las preocupaciones, y las ha retrasado.
El anuncio se produce precisamente cuando los precios están en el 1,9%, cumpliendo el sempiterno mandato de Fráncfort, aunque pocos dudan de que ese umbral crecerá en los próximos meses debido al empuje de la recuperación, los problemas en las cadenas de suministro globales y el alza de las materias primas. La comparación está condicionada por la situación del año pasado, cuando las restricciones provocaron un hundimiento de la economía que se trasladó al consumo e hizo caer los precios en un intento de las empresas por atraer clientes.
Antes de la reunión de este jueves, los expertos contemplaban tres escenarios: que el BCE no efectuara ningún cambio, que se fijara un objetivo estricto del 2%, o que se estableciera esa meta pero con cierta flexibilidad, la opción que finalmente se ha impuesto. El euro reaccionó a la noticia con ligeras caídas pasadas las diez de la noche, y se cambiaba por 1,18 dólares.
Entre las críticas más habituales a la máxima que hasta ahora regía los pasos del BCE estaba que su redacción era demasiado ambigua, lo que permitía a los acérrimos partidarios de mantener la inflación a raya tener argumentos para exigir subidas de tipos cuando la economía todavía no ha recuperado su velocidad de crucero.
De confirmarse el cambio de meta este jueves, el BCE seguiría los pasos de la Reserva Federal (Fed), que en agosto anunció que flexibilizaba su objetivo de inflación del 2% tras 41 años de continuidad, instaurando así una larga era de bajos tipos de interés para animar el crecimiento y el empleo en pleno zarpazo del virus. Casi un año después de aquel momento, los precios en Estados Unidos, que se encuentra en una fase de la recuperación más avanzada que Europa, han alcanzado el 5% sin que la Fed haya movido el precio del dinero de su nivel actual del 0%, aunque anunció un adelanto a finales de 2023 de la primera subida de tipos —inicialmente previstas para 2024—.