Las fábricas de coches españolas tratan de capear la escasez de microchips

Las marcas empiezan a plantear ERTE tras agotar las medidas de flexibilidad en los paros de producción

Planta de Seat en Martorell (Barcelona).Europa Press

La escasez global de semiconductores, unos microchips esenciales para la electrónica de los coches, está afectando al sector de la automoción en todo el mundo. También en España, donde todas las fábricas que las distintas marcas tienen en el territorio están sufriendo por la falta de estos componentes electrónicos. En algunos casos, como en Seat, las marcas absorben los paros en la producción con medidas de flexibilidad, pero el enquistamiento...

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La escasez global de semiconductores, unos microchips esenciales para la electrónica de los coches, está afectando al sector de la automoción en todo el mundo. También en España, donde todas las fábricas que las distintas marcas tienen en el territorio están sufriendo por la falta de estos componentes electrónicos. En algunos casos, como en Seat, las marcas absorben los paros en la producción con medidas de flexibilidad, pero el enquistamiento de esta problemática obliga a otras plantas a empezar a plantear expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Las fábricas van semana a semana según la disponibilidad de las piezas, pero la escasez ya se nota en las cifras: hasta mayo, el descenso de la producción ha sido del 19% con respecto al año anterior, según los últimos datos de la patronal de fabricantes, Anfac.

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La pandemia trajo consigo un gran parón de la actividad en todo el mundo. Pero algunos sectores vivieron un auge en la demanda de sus productos. Es el caso de los semiconductores, necesarios para casi todos los productos tecnológicos que se han convertido en indispensables tras más de un año de pandemia, teletrabajo y confinamiento.

La gran demanda de estos componentes ha tensado las capacidades de sus productores, que necesitan mucha inversión y años de trabajo para abrir una nueva fábrica, y que no han podido dar una respuesta a las necesidades crecientes de estos microchips. Este desequilibrio ha hecho aumentar el precio de los componentes y ha creado, ya desde el mes de enero, un cuello de botella difícil de gestionar para las fábricas que los necesitan.

En la industria del automóvil, en la que los semiconductores son cada vez más importantes con el desarrollo de coches más conectados y con el objetivo del coche eléctrico y autónomo, la falta de estos componentes amenaza con truncar la recuperación tras la pandemia. Los datos de Anfac muestran que en mayo se ensamblaron solo 182.838 unidades, un 38% menos que en 2019, algo que inevitablemente afectará a los datos de exportaciones. La Asociación Europea de Componentes de Automóviles (Clepa) avisa que los problemas pueden continuar hasta la mitad del año que viene, y en un informe reciente cifró en medio millón los vehículos europeos cuya fabricación se ha retrasado.

En España, todas las fábricas tratan de adaptarse. La planta de Seat en Martorell cerró tres días la semana pasada, con el objetivo de ganar tiempo hasta que se empiece a desbloquear la situación. Mantiene paralizada la línea que ensambla el modelo Audi A1, una decisión que ya se había acordado con el comité de empresa. Esta circunstancia de momento no ha obligado a la presentación de un ERTE para los empleados afectados, y los días de cierre se gestionarán mediante medidas de flexibilidad.

También lo plantearon así las fábricas que tiene Renault en Valladolid y Palencia, pero las medidas de flexibilidad se están agotando, y los trabajadores ya están entrando en ERTE, un expediente abierto hasta el 30 de septiembre. Las factorías de montaje de Valladolid y de Palencia estuvieron cerradas la semana pasada y seguirán paradas esta semana, mientras que la factoría de motores de Valladolid ha vuelto a abrir tras una semana cerrada. “Estamos pilotando día a día la actividad y la demanda que tenemos. Esto no tiene visos de solución rápida, y ya estamos negociando con los sindicatos para ver cómo se plantean los nuevos ERTE”, explica un portavoz.

En la fábrica de Almussafes (Valencia), Ford ya ha planteado un expediente hasta finales de septiembre, en el cual se ha acordado que el turno de noche no regrese al trabajo y que dos días de junio y cinco en septiembre la planta esté sin producción. Este ERTE para el tercer trimestre llega después de que la empresa ya aplicara uno durante la primera mitad del año. Y la planta de Mercedes Benz en Vitoria ha estado parada toda la semana pasada, y ha reanudado este lunes la actividad de salida de 700 vehículos al día. La empresa no tiene una previsión de cuándo tendrá que volver a parar, pero ya prevé que, cuando lo tenga que hacer, se aplicará un ERTE, ya que se han agotado los días máximos previstos en la bolsa de horas con la que gestionaban los parones.

Grupo Stellantis

Las marcas han intentado hacer frente a la crisis dando mayor salida a los vehículos que no están tan afectados por la falta de semiconductores, es decir, coches más modestos, pequeños y menos conectados. Así lo ha hecho el grupo Stellantis (Peugeot, Citroën y Opel), con fábricas en Vigo, Zaragoza y Madrid. “Vamos planta por planta adaptandonos las tendencias del mercado y teniendo en cuenta las dificultades. Pero creemos que hay que tener una alternativa al suministro de microchips actual”, explica una portavoz.

En las tres fábricas se han registrado paros puntuales desde hace semanas, algunos solo con la paralización de una línea de producción, otros días con el cierre total de la fábrica. “Se va organizando según la falta de componentes. El jueves y viernes pasados tuvimos cerrados todos los sistemas, ahora estamos con uno en funcionamiento”, explican desde la planta de Vigo. Hasta ahora se han gestionado los parones con medidas de flexibilidad como las bolsas de horas, que se computan como vacaciones. Pero hay un máximo de 30 días, y algunos trabajadores ya lo han superado. En este caso tienen que empezar a usar días de ERTE, pero todavía no es mayoritario”, añade.

En la fábrica de Volkswagen en Pamplona, donde se fabrican los modelos Polo y T-Cross, estuvieron cerrados algunos días en las últimas semanas y este lunes reanudaron han reanudado la actividad. Pero solo hasta el jueves, cuando volverán a cerrar por falta de piezas, y desde el viernes hasta el 18 de julio, por vacaciones ya previstas. Con este movimiento, la empresa ha conseguido que el cierre por falta de producción solo haya afectado cuatro días en el último mes. Tiene un ERTE abierto hasta final de año por si es necesario aplicarlo. La planta de Mercedes Benz en Álava paró completamente cinco días la semana pasada, y ha retomado la producción este lunes, aunque ya plantea un ERTE por si vuelve a necesitar un parón y las medidas de flexibilidad no son suficientes.

Nissan, por su parte, ha anunciado un cese de la producción en las plantas barcelonesas de Zona Franca, Sant Andreu y Montcada durante diez días laborables, del 19 hasta el 30 de julio, momento en el que empezará el paro habitual por vacaciones. De momento no han tenido que acudir a la aplicación de un ERTE y solucionan el parón con medidas de flexibilidad. “La situación es muy cambiante y es imposible de preveer qué pasará a la vuelta de vacaciones”, señala un portavoz de la compañía.

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