Opinión

Banca y empleo

Hay causas estructurales que explican que el sector desde hace una década no haya dejado de reducir el número de sucursales y trabajadores

Una oficina de CaixaBank

Tras la fusión de CaixaBank y Bankia la nueva entidad acaba de anunciar un plan de ajuste que supone cerrar una de cada cuatro oficinas y uno de cada cinco empleados. Hay causas estructurales que explican que desde hace más de una década la banca europea no haya dejado de reducir el número de sucursal...

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Tras la fusión de CaixaBank y Bankia la nueva entidad acaba de anunciar un plan de ajuste que supone cerrar una de cada cuatro oficinas y uno de cada cinco empleados. Hay causas estructurales que explican que desde hace más de una década la banca europea no haya dejado de reducir el número de sucursales y de empleos.

La principal es el cambio tecnológico. Parece que fue hace una eternidad, pero Steve Jobs presentó el primero teléfono inteligente en 2007, hace tan solo catorce años. Desde entonces el móvil ha pasado a formar parte de nuestra vida y la banca es un sector afectado por estos cambios sociológicos tan profundos. Buena parte de sus clientes opera por móvil o por internet y se ha reducido drásticamente las visitas a su sucursal.

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En el caso de España éramos uno de los países con más sucursales por habitante del mundo y por esa razón el impacto está siendo más intenso en nuestro país. Durante el boom de crédito, desde el año 2000 hasta 2007, el ritmo de apertura de oficinas fue frenético y cuando pinchó la burbuja y se desplomó el crédito de empresas y familias, la banca redujo significativamente oficinas y ajustó empleo. En este caso el plan de ajuste será pactado con los sindicatos y los trabajadores conseguirán unas condiciones muy favorables para prejubilarse en la mayoría de los casos.

Otro cambio que afecta negativamente al negocio bancario es la política monetaria del BCE que tiene su tipo de la facilidad de depósito, el tipo de referencia para los bancos privados, en -0,50%. Eso significa que si la banca recibe depósitos de los clientes, no tiene demanda de crédito suficiente y le devuelve dinero al banco central, tiene que pagar por que les custodie el dinero. Eso, junto al programa de compra de bonos, explica que los tipos en el mercado interbancario y la mayor parte de la deuda pública europea coticen a tipos negativos.

Eso afecta negativamente a los beneficios bancarios y fuerza a los bancos a reducir costes para seguir siendo rentables y mantener la viabilidad del negocio. Si no lo hicieran estaríamos incubando la siguiente crisis bancaria. A eso hay que añadir el impacto de la pandemia sobre la economía que forzó a las entidades provisionar elevadas pérdidas en 2020 anticipando la morosidad que acabará provocando la crisis.

Todo esto ayuda a explicar el ajuste presentado este martes por la mayor entidad bancaria que opera en España. La buena noticia es que la entidad es solvente y está en condiciones de atender la demanda de crédito en 2021, factor clave para garantizar la financiación de la inversión de las pymes en la recuperación del empleo, cuando avance el proceso de vacunación.

Otra cosa deseable sería acabar de una vez con la demagogia que sigue diciendo que el sector tiene elevados beneficios y que habría que cobrarle nuevos impuestos, hacerle pagar todas las comisiones de los créditos. Si eso fuera verdad, la banca estaría creando empleo como sucedió entre 1998 y 2007.

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