Cuenta una vieja leyenda china que, en cada víspera de Año Nuevo, un monstruo llamado Nian salía del mar para comerse a los aldeanos y destruir sus casas. También, que con el tiempo, se descubrió que, si se quemaba bambú seco para producir un sonido explosivo, se conseguía espantar a la bestial criatura. Esta es la causa de que, miles de años después, se sigan lanzando fuegos artificiales en la entrada de cada nuevo año lunar.
Hay muchos motivos por los que en China pueden estar ahora de celebración y no sólo porque dejan atrás el inolvidable año de la rata y ...
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Cuenta una vieja leyenda china que, en cada víspera de Año Nuevo, un monstruo llamado Nian salía del mar para comerse a los aldeanos y destruir sus casas. También, que con el tiempo, se descubrió que, si se quemaba bambú seco para producir un sonido explosivo, se conseguía espantar a la bestial criatura. Esta es la causa de que, miles de años después, se sigan lanzando fuegos artificiales en la entrada de cada nuevo año lunar.
Hay muchos motivos por los que en China pueden estar ahora de celebración y no sólo porque dejan atrás el inolvidable año de la rata y entran en el del buey de oro. Ni siquiera porque, un año después del primer cierre por la covid-19, parece que los confinamientos se limitan a ciertas partes del noreste del país —22 millones de personas, el 1,5% de la población—. China ha tomado la delantera económica a nivel global, siendo la única gran nación que ha recuperado el PIB pre-covid, sumando un 2,3% en 2020.
Además, los indicadores de actividad son prometedores: la producción industrial, que tan sólo se contrajo durante un par de meses, ya crece un 7,3% sobre niveles pre-pandémicos —mientras que la norteamericana, por ejemplo, se sitúa a un -3,7%—. Las ventas minoristas suman un 4,7% —frente al 2,9% en Estados Unidos o el 0,6% de la eurozona—; las ventas de automóviles, un 7,2%; la construcción, un 11,1%; la inversión en activos fijos, un 4,4% y las exportaciones —a pesar del “apagón mundial”—, un 18,4%. El mismo Joe Biden decía, tras hablar con Xi Jinping esta semana, que “o los norteamericanos espabilamos o se comerán nuestro almuerzo”.
Mientras, la vacunación avanza lentamente en China —tan sólo un 2,8% de la población ha recibido una dosis, frente al 4,8% de España— y, dentro de un país tan celoso de sus secretos, alguno duda de la veracidad de las cifras. Pero entonces, ¿por qué, en contra de lo que suele ser habitual, en vísperas de la reunión anual del Partido Comunista del próximo 5 de marzo, donde se suele buscar el baño de masas, el Banco Central de China ya ha comenzado a adoptar, de manera moderada, las primeras medidas contracíclicas, como retiradas de liquidez del mercado de repos?
Esta medida, además de reforzar nuestra visión positiva sobre la deuda china en yuanes, pretende limitar el impulso del mercado de crédito, que superó el 9% a finales de año, para evitar un sobrecalentamiento económico.
En el gigante asiático dicen que el buey es símbolo de vitalidad, fuerza y lealtad. Desde luego, los dos primeros atributos encajan con nuestra estimación de crecimiento del 8,2% para este año. La lealtad con sus socios comerciales, es otra historia que no se resolverá en 2021.
Joan Bonet Majó es director de Estrategia de Mercados de Banca March