Isabelle Le Breton-Miller: “La empresa familiar es un modelo en el que inspirarse”
La investigadora canadiense destaca que las compañías propiedad de un clan son más resilientes porque piensan en el largo plazo
Isabelle Le Breton-Miller, profesora en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de Montreal, ha investigado como pocos a las empresas familiares. De hecho, en el mundo académico sus trabajos son citados con bastante frecuencia. Por ejemplo, un análisis llevado a cabo por ella y otros expertos en Italia concluyó que, entre las compañías familiares, aquellas fundadas y dirigidas por parejas son las más eficaces. “Hay factores que lo explican. Casarse o vivir bajo el mismo techo ya es una decisión. Abrir un negocio juntos es otra. Tener hijos. El capital social proviene de dos familias distintas...
Isabelle Le Breton-Miller, profesora en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de Montreal, ha investigado como pocos a las empresas familiares. De hecho, en el mundo académico sus trabajos son citados con bastante frecuencia. Por ejemplo, un análisis llevado a cabo por ella y otros expertos en Italia concluyó que, entre las compañías familiares, aquellas fundadas y dirigidas por parejas son las más eficaces. “Hay factores que lo explican. Casarse o vivir bajo el mismo techo ya es una decisión. Abrir un negocio juntos es otra. Tener hijos. El capital social proviene de dos familias distintas”, comenta.
Diversos estudios señalan que alrededor del 85% de las empresas del mundo son de origen familiar (89% en España), contribuyendo de forma considerable en la economía (57% del PIB estadounidense; 100 millones de empleos en la Unión Europea). No obstante, durante largo tiempo y a pesar de su importancia, sostiene la investigadora canadiense, las empresas familiares han generado interés sobre todo por problemas relacionados con la sucesión. “Las historias jugosas han ocupado demasiado espacio en los medios”, afirma. “Aunque debo decir que la atención hacia otros aspectos de estas empresas va ganando terreno en el periodismo, los bancos, las gestoras. Curiosamente, aún hay cierto desdén en el mundo académico fuera del círculo de expertos en el que nos conocemos bien”, añade,
La obra más reconocida de Isabelle Le Breton-Miller (escrita al alimón con su esposo, el académico Danny Miller) es Managing For The Long Run: Lessons In Competitive Advantage From Great Family Businesses, considerado un libro canónico en la disciplina. Publicado por Harvard Business School Press en 2005 y traducido a seis idiomas (entre ellos el español), es fruto de una investigación de varios años sobre las experiencias de varias compañías de amplio reconocimiento internacional gestionadas por familias (Ikea, Michelin o Walmart, entre otras). El libro muestra que comparten cuatro prioridades que han tenido efecto en su longevidad: establecer conexiones, asegurar la continuidad, llevar el mando y crear una comunidad.
Según una encuesta de Edelman realizada en 2017, el 16% de los consultados asegura sentir más confianza por las empresas familiares que por el resto. Además, en torno al 50% señala que prefiere trabajar en este tipo de compañías frente a otras opciones. No obstante, la mayoría asocia la generación de empleos, el pensamiento a largo plazo y el éxito financiero a los grupos desvinculados de cualquier clan. Le Breton-Miller, ante esta paradoja, destaca el grado de perennidad de las empresas familiares: “Sobreviven más. Los datos son claros: un periodo dos o tres veces mayor que las demás. Hablamos de una visión, de un conjunto de valores”.
Esta cultura empresarial está siendo reconocida durante la pandemia. Un informe de Crédit Suisse destaca que las empresas familiares han dado muestras de mayor capacidad de resiliencia tras el embate del coronavirus, ya que tienden a presentar características defensivas superiores, en todos los sectores y latitudes. Investigadores de la Universidad Bocconi hallaron que las firmas italianas cuyo accionariado mayoritario pertenece a la familia tuvieron mejores resultados financieros que las demás durante los primeros meses de propagación de la covid-19.
Opiniones de otros expertos (como Torsten Pieper, de la Universidad de Carolina del Norte, y Rania Labaki, de la EDHEC Business School) han apuntado en la misma dirección. Y todas estas explicaciones hacen referencia, en gran medida, a esa especie de ADN de las empresas familiares descrito en el libro de la pareja canadiense. “Desde el título lo quisimos destacar. Me refiero al largo plazo; a la ventaja de una mirada que vaya más allá de los informes trimestrales”, explica Le Breton-Miller.
A prueba de crisis
La investigadora destaca que muchas empresas se han tenido que enfrentar en su historia a escenarios complicados. “Hay estudios sobre cómo mostraron solidez en periodos de crisis. Por ejemplo, la investigación de Allouche y Amman en Japón tras la crisis de 2008. Son experiencias relacionadas con situaciones muy graves: golpes financieros, catástrofes naturales, guerras, cambios de régimen político. Ha habido un aprendizaje previo. Se trata de sobrevivir y continuar; no solo de sobrevivir y vender”, comenta.
También recalca los vínculos sociales: “Existe un nivel de implicación y de relación con la comunidad: clientes, proveedores y, sobre todo, empleados. Estos lazos tienden a buscar mayores niveles de protección. Muchas empresas familiares han dividido las horas de trabajo entre sus trabajadores para evitar despidos, por supuesto, hasta donde han podido. En Estados Unidos importa mucho no perder el seguro médico”. De acuerdo al Instituto de la Empresa Familiar, a raíz de la covid-19, el 82% de estas empresas españolas ha recortado empleo y el 30% reconoció haberse endeudado.
Respecto a la toma de decisiones, Le Breton-Miller señala: “Hemos constatado cómo varias empresas familiares modificaron su producción para adaptarse a la pandemia, como una forma de proteger empleos y de prestar servicio a la comunidad. Pienso en la alemana Melitta, que fabricó mascarillas en sus instalaciones de filtros de café. Son decisiones que resultan más rápidas en este tipo de organizaciones”.
Diversos organismos señalan que el impacto de la pandemia está siendo muy grave para micro y pequeñas empresas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima el cierre del 19% de todas las empresas de la región en 2020 (2,7 millones). “Si consideramos que la empresa familiar es la forma mayoritaria de organización, los datos sobre todas las que cerraron incluyen a muchas de este tipo. La covid-19 ha sido una hecatombe. Es una catástrofe para el tejido económico mundial”, comenta Le Breton-Miller. “Hay muchos tipos de empresa familiar, por talla, sector, en Bolsa o no… Como en todo, hay algunas que no actúan de la mejor manera. Recordemos lo que ocurrió con Parmalat. Pero hablamos de un modelo, con sus virtudes y defectos, que debe inspirarnos”, agrega.
Respecto a las formas de apoyar a estas empresas a cruzar la tormenta, la académica responde: “En varios países se está ofreciendo la posibilidad de prorrogar el pago de ciertos impuestos. Pero primero hay que pensar en apoyarlas para que no cierren. La mejor forma de ayudar no es agregando más peso. La recuperación no será rápida”. Le Breton-Miller comenta también la necesidad de mayor acceso a crédito bancario y gubernamental, y señala las diferencias en las legislaciones de cada país. “Los consumidores tenemos igualmente un papel importante. Debemos apoyar a estas empresas que tienen vínculos con nuestras comunidades”, expresa.
Bertrand Laurioz, presidente de ADL Performance, escribió en Forbes: “Ser una empresa familiar no es garantía de éxito, pero al acercar a accionistas y empleados y apuntar a largo plazo puede ayudar a superar las crisis, con relaciones sociales más respetuosas. Es en este sentido que la empresa familiar puede ser el futuro del capitalismo”. No es la única voz que defiende esta idea. Isabelle Le Breton-Miller coincide: “Hablamos de un modelo donde importan las relaciones humanas, la comunidad. Un pensamiento que no esté obsesionado con el corto plazo”.