Opinión

¿Somos un país fallido?

El déficit estructural de España impedirá una recuperación a medio plazo

La ministra portavoz y de Hacienda, María Jesús Montero, en el Congreso de los Diputados, este miércoles.Bernardo Diaz (Europa Press)

En la crisis de 2008 y, sobre todo, en el rescate de 2012, los economistas españoles éramos muy demandados desde el exterior para explicar lo que estaba pasando en nuestro país. Desde que comenzó la pandemia esa dinámica ha vuelto. Hasta el verano íbamos de la mano de los italianos. Ahora España es el principal foco de preocupación en Europa y uno de los principales del mundo.

El artículo de un periódico suizo afirmando que somos un país fallido y los duros artículos de la prensa internacional sobre España son el canario en la mina que anticipa que lo peor está por venir. Como sucedió e...

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En la crisis de 2008 y, sobre todo, en el rescate de 2012, los economistas españoles éramos muy demandados desde el exterior para explicar lo que estaba pasando en nuestro país. Desde que comenzó la pandemia esa dinámica ha vuelto. Hasta el verano íbamos de la mano de los italianos. Ahora España es el principal foco de preocupación en Europa y uno de los principales del mundo.

El artículo de un periódico suizo afirmando que somos un país fallido y los duros artículos de la prensa internacional sobre España son el canario en la mina que anticipa que lo peor está por venir. Como sucedió en 2008 y en 2012, las trompetas del apocalipsis anticipaban que estabas llegando a las murallas de Jericó. España no es un país fallido aunque padecemos una grave crisis institucional desde hace demasiados años que ayuda a explicar la desastrosa gestión de la pandemia. En una crisis, las emociones condicionan aún más las decisiones humanas y esta imagen afecta muy negativamente sobre la inversión y la creación de empleo y pone viento en contra de la recuperación.

El escenario del FMI de esta semana es un baño de realidad que debería encender todas las alarmas. Somos el país desarrollado con mayor caída del PIB del mundo y el escenario de recuperación es optimista y poco probable. Las previsiones hace muchas semanas que se elaboraron y en España la pandemia aún no estaba fuera de control y la economía se recuperaba, muy lentamente, pero crecía. Ahora han vuelto los confinamientos y las restricciones y el PIB se ha frenado en seco y es muy probable que vuelva a caer en el último trimestre.

Entras en 2021 sin inercia y los fondos europeos no se empezarán a ejecutar hasta el tercer trimestre de 2021, en el mejor de los casos. La política monetaria es la clave para evitar una grave crisis de deuda pública y una depresión económica aún mayor, pero difícilmente puede ser más expansiva con la deuda pública a diez cotizando próxima al 0%.

El escenario fiscal que anticipa el Fondo es aterrador. En 2025 la deuda pública seguirá próxima al 120%, similar a la de 2020. La causa es que el déficit público estructural estará próximo al 5% y el crecimiento potencial de la economía española sería del 1,5%. España debería estar presentando un plan de reformas muy ambicioso en Bruselas para aumentar el potencial de crecimiento. Esto no va de poner 5G. Ya tenemos la mejor red de fibra óptima del mundo y la usamos para ver series por internet con mínimo impacto sobre la productividad y los salarios. Va de entrar en dinámicas de innovación como ha sucedido en Corea o Taiwán.

Y deberíamos asumir que nuestro gasto público es insostenible. Se debe acometer una reforma fiscal que aumente la recaudación a medio plazo dos puntos de PIB. Pero seguiríamos teniendo un déficit estructural del 3%, el mismo que en 2019 antes de la pandemia. Pero del Parlamento solo sale ruido y desazón.

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