Las cuentas de Brasil se tambalean por el virus
La necesidad de aumentar el gasto público para contrarrestar la crisis económica y sanitaria dispara el déficit del gigante latinoamericano
La crisis generada por el coronavirus ha obligado a los países a aumentar el gasto público. En Brasil, ya se han destinado más de 600.000 millones de reales (107.000 millones de dólares) a combatir la crisis sanitaria, entre ayuda de emergencia, programas de crédito para empresas, apoyo a Estados y Ayuntamientos y partidas para la sanidad. Según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), el aumento de gastos en Brasil ha sido el mayor entre los países emergentes, en un momento en que ...
La crisis generada por el coronavirus ha obligado a los países a aumentar el gasto público. En Brasil, ya se han destinado más de 600.000 millones de reales (107.000 millones de dólares) a combatir la crisis sanitaria, entre ayuda de emergencia, programas de crédito para empresas, apoyo a Estados y Ayuntamientos y partidas para la sanidad. Según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), el aumento de gastos en Brasil ha sido el mayor entre los países emergentes, en un momento en que la recaudación está disminuyendo. Por ello, el país tiene el mayor déficit del grupo, que en los primeros siete meses del año ha llegado a ser de alrededor del 9% del PIB.
Las previsiones apuntan a un desfase del 12,5% al finalizar el año frente al 0,9% de 2019. En un país que vive hace seis años con las cuentas en rojo y que sufrirá una caída del PIB del 5% este curso, la situación es vista con preocupación si no se presenta un plan efectivo para resolver la situación fiscal. Las medidas adoptadas hasta ahora para paliar la brecha, según los expertos consultados, son solo parches para tapar agujeros, pero no garantizan la salud de las cuentas públicas. Para la Institución Fiscal Independiente del Senado (IFI) de Brasil, el marco fiscal es el más desafiante que jamás haya enfrentado el país.
Felipe Salto, director ejecutivo de IFI, advierte que el Gobierno de Jair Bolsonaro necesita dar una señal clara de cómo será la financiación de las políticas públicas el próximo año y cuál será el papel del techo de gasto, la ley que prohíbe que los gastos crezcan en ritmo superior a la inflación. "¿Se hará cumplir o se activarán los disparadores? El proyecto de ley de presupuesto anual también está incompleto porque no incluye el programa de transferencia de renta anunciado por el presidente. ¿Habrá medidas de recaudación de ingresos para financiar parte del déficit? Hay muchas preguntas sin respuesta ", dice.
Ante una crisis sanitaria de duración indeterminada, Bolsonaro y su equipo se encuentran en un callejón sin salida con relación al futuro de la ayuda de emergencia destinada a los más vulnerables y afectados por la pandemia. La ayuda llegó a casi la mitad de los hogares brasileños en junio y, según los expertos, ha evitado que el índice de desempleo creciera todavía más. La gran pregunta es de dónde vendrá el dinero para pagar el subsidio sin romper el techo de gastos.
El lunes pasado, el Gobierno presentó una nueva propuesta. Bautizado como Renta Ciudadana, el programa sería un sustituto del Bolsa Familia —programa social creado por el Gobierno de Lula da Silva— y contaría con recursos procedentes del dinero reservado para cumplir órdenes judiciales de pago y del Fondo de Mantenimiento de Desarrollo de la Educación Básica (Fundeb), el principal mecanismo de financiación de la educación. La propuesta, sin embargo, no cuenta con el apoyo del Congreso Nacional y ya ha sido criticada por algunos miembros del Tribunal de Cuentas.
Contabilidad creativa
“La presentación del programa Renta Ciudadana no fue bien vista. Decir que quieren posponer los gastos obligatorios [reservados para cumplir órdenes judiciales de pago] es contabilidad creativa”, dice Salto. El nuevo programa se incluirá en la Propuesta de Constitución de Emergencia (PEC) y el pacto federal, que son parte de un paquete de ajuste fiscal. "Estas enmiendas han estado medio dormidas desde el año pasado y sólo ahora han resucitado. Sin embargo, el informe todavía ni fue presentado al Congreso. El mercado está aprensivo y la curva de interés va aumentando con esta falta de rumbo. No hay un plan concreto y faltan dos meses para el fin del año ", agrega.
Según el Instituto Fiscal del Senado brasileño, la deuda pública aumentará 20,3 puntos del PIB en 2020, pero podría crecer aún más, dependiendo de las políticas que se adopten hasta finales de 2020. El riesgo de financiación de la deuda está controlado, pero existe y ha aumentado, según la institución. En la práctica, cuando los gastos superan los ingresos, el Gobierno necesita pedir dinero prestado y el endeudamiento público también aumenta. Pero el IIF señala que, a pesar del aumento del agujero en las cuentas públicas brasileñas, la emisión de títulos para pagar la deuda ha sido moderada. Eso se debe a que Brasil ha optado por utilizar las reservas y las ganancias obtenidas con el tipo de cambio —resultante de la subida del 35,6% del dólar en el primer semestre del año— del Banco Central para reforzar la caja del Tesoro Nacional. A medida que la moneda estadounidense corrige las reservas internacionales de Brasil, la ganancia sobre el tipo de cambio se dispara, ya que el real está muy devaluado.
En agosto, el Banco Central transfirió al Tesoro 325.000 millones de reales (58.000 millones de dólares). Este tipo de transferencia ya ha sido realizada en otras ocasiones por el Gobierno del Brasil, pero no de manera tan significativa. A finales de 2019, una nueva ley modificó la relación entre el Tesoro y el Banco Central, pero sigue permitiendo que se hagan transferencias “cuando las severas restricciones en las condiciones de liquidez afecten significativamente la refinanciación (de la deuda)”.
Aunque al utilizar este recurso Brasil financia parte del déficit sin tener que emitir deuda, la operación aumenta el dinero en circulación. Para controlar la inflación, el Banco Central se ve obligado a reducir esta liquidez vendiendo títulos públicos con el compromiso de recomprarlos a tipos de interés más bajos en un corto período de tiempo. “Este sistema reduce el coste del préstamo para el sector público, pero también reduce el plazo de vencimiento medio de la deuda pública”, señala el IIF.
Para Alberto Ramos, director de investigación económica para América Latina en Goldman Sachs, es imposible escapar de la deuda en un período de pandemia. El déficit primario brasileño de 2020 podría llegar al 15% tras seis años de resultados negativos en las cuentas públicas. “Hay diferentes alternativas para enfrentar el déficit. Si el país utiliza el saldo de la cuenta corriente, se gasta un activo. Si utiliza ganancias obtenidas con el tipo de cambio, el Banco Central necesita esterilizarlas vendiendo valores. Si una persona vende los cuadros que tiene en casa o se endeuda con la tarjeta de crédito, es más pobre de todos modos”, explica. Según Ramos, Brasil debe seguir utilizando parte del dinero acumulado en la cuenta antes de recurrir al mercado, donde los tipos de interés en préstamos al Gobierno son más altos debido al escenario de incertidumbres que ha traído la covid-19, especialmente en los papeles con plazos de vencimiento más largos.