Mercado laboral en tiempos de pandemia
La salida de la crisis para el empleo del porcentaje de trabajadores en ERTEs que no pierdan su trabajo y de que reasignemos a los despedidos a actividades menos afectadas por el coronavirus
Las medidas de estricto confinamiento para hacer frente a la COVID-19 paralizaron la economía de la noche a la mañana. A diferencia de otras crisis, para amortiguar el golpe en el mercado laboral se generalizó el uso de los ERTEs (y se introdujo una nueva prestación por cese de actividad para los autónomos). Estas medidas generaron que la dualidad perniciosa y persistente de nuestro mercado laboral se trasladara automáticamente a la forma en que esta pandemia está afectando a los trabajadores. Por un lado, y aquí no hay ninguna novedad, la mayoría de los trabajadores temporales fueron despedid...
Las medidas de estricto confinamiento para hacer frente a la COVID-19 paralizaron la economía de la noche a la mañana. A diferencia de otras crisis, para amortiguar el golpe en el mercado laboral se generalizó el uso de los ERTEs (y se introdujo una nueva prestación por cese de actividad para los autónomos). Estas medidas generaron que la dualidad perniciosa y persistente de nuestro mercado laboral se trasladara automáticamente a la forma en que esta pandemia está afectando a los trabajadores. Por un lado, y aquí no hay ninguna novedad, la mayoría de los trabajadores temporales fueron despedidos a la primera de cambio. Por otro lado, los trabajadores con contrato indefinido, han podido proteger sus contratos en los ERTEs.
Esto es lo que nos han mostrado los datos del segundo trimestre de la EPA recientemente publicados, y que recogen, sobre todo, el periodo del gran confinamiento. A pesar de que los trabajadores en ERTEs se considera que continúan ocupados, se han destruido más de un millón de empleos netos, la mayoría temporales. Al mismo tiempo, el paro tan solo ha aumentado en poco más de 50.000 personas debido a que la población activa se ha desplomado. La imposibilidad de encontrar un empleo en tiempos de pandemia, cuando muchas empresas han permanecido cerradas, ha generado que muchos trabajadores despedidos hayan desistido de buscar empleo y con ello ser considerados como parados. No olvidemos que, para ser considerado desempleado, la definición exige que en la semana de la encuesta el trabajador debe “estar disponible para trabajar y buscando activamente empleo”.
Seguramente cuando se publiquen los datos del tercer trimestre veremos dos cosas. Por un lado, la recuperación de la población activa y con ella una subida sin precedentes de la tasa de paro, aunque sin grandes caídas en la ocupación. Por otro lado, dado que la pandemia hace imposible que el sector turístico pueda funcionar con normalidad, este año no observaremos crecimiento el empleo estacional típico de la época estival.
Sabemos que, con la relajación de las medidas de confinamiento, la actividad económica se va a ir recuperando. Pero el nivel de incertidumbre es extremo, al depender de la evolución y duración de la pandemia de la cual aún conocemos poco. El éxito del modelo laboral español para hacer frente a esta crisis sanitaria va a depender de dos fenómenos: por un lado, del porcentaje de trabajadores en ERTEs (o suspensiones temporales) que se van a convertir en EREs (o despidos) y, por otro, de la capacidad de nuestro mercado laboral de reasignar trabajadores hacia las actividades menos afectadas por la pandemia (distribución y logística, comercio electrónico y reparto a domicilio). En este sentido, la única “noticia positiva” que nos ha dado la EPA, es que 454.800 parados y 409.600 inactivos del primer trimestre han encontrado empleo en el segundo, señal de que a pesar de las dificultades se está produciendo cierta reasignación de empleo entre actividades.
José Ignacio Conde-Ruiz es subdirector de Fedea y profesor de Economía de la Universidad Complutense de Madrid.