Desmantelada una red de ‘chiringuitos financieros’ que estafó 27 millones a medio millar de pequeños inversores
Los cuatro arrestados ya fueron detenidos en 2016 por la misma estafa y, tras quedar en libertad, retomaron la actividad delictiva
Estafadores y reincidentes. Agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, en colaboración con la Comisión Nacional de Mercado de Valores (CNMV), han detenido en la provincia de Barcelona a cuatro personas e investigado a otras tres como presuntos integrantes de una trama internacional responsable de montar una red de chiringuitos financieros para...
Estafadores y reincidentes. Agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, en colaboración con la Comisión Nacional de Mercado de Valores (CNMV), han detenido en la provincia de Barcelona a cuatro personas e investigado a otras tres como presuntos integrantes de una trama internacional responsable de montar una red de chiringuitos financieros para perpetrar una estafa a gran escala con la venta de acciones. Hasta el momento, hay identificadas 472 víctimas repartidas por toda España, según ha informado el Instituto armado. Los detenidos –tres hombres de nacionalidad española y una mujer de origen alemán- llevaban operando al menos siete años y ya habían sido arrestados en 2016 por hechos similares.
Tras quedar entonces rápidamente en libertad, la investigación ha revelado que volvieron poco después a la actividad delictiva. Solo en 2019 y con acciones manipuladas de una empresa alemana, estafaron más de 3,2 millones de euros a 69 personas en España. La Guardia Civil cifra en 27 millones de euros el dinero total defraudado desde que comenzaron a actuar. Ahora el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha ordenado el ingreso en prisión incondicional de los cuatro acusados de organización criminal y estafa.
La Operación Alibi (coartada, en inglés), que ha culminado con su segunda detención, se inició en 2017 tras recibir el juez Pedraz información de que los principales integrantes del grupo desarticulado un año antes en la llamada Operación Inversionis –Jordi S., Marc R., Carlos G. y Regina M.- habían reanudado presuntamente su actividad delictiva. Para ello, seguían utilizando un modus operandi similar al que emplearon antes de su primer arresto, aunque con nuevas medidas de seguridad. Seguían captando a sus víctimas en España –en su mayoría pequeños empresarios, autónomos o profesionales de los que conseguían sus teléfonos en las páginas amarillas- y les ofrecían, con un marketing telefónico muy agresivo, asesoramiento en la compra de acciones. Les decían que operaban desde Alemania, Países Bajos y el Reino Unido, donde habían creado diversas firmas de asesoramiento bursátil a través de testaferros para aparentar solvencia. La CNMV lanzó el pasado 28 de octubre una advertencia pública sobre seis de ellas al detectar que estaban operando en España sin autorización.
Con la finalidad de dificultar su localización y darse prestigio, los ahora arrestados aseguraban a las víctimas que estaban en el extranjero, para lo que utilizaban números de teléfono de otros países pese a que los sucesivos call center que iban creando para sus campañas de telemarketing estaban siempre en Barcelona. El último, en unas oficinas de la Avenida de Madrid. Una vez que se ganaban su confianza, recomendaban a sus nuevos clientes que invirtieran en acciones de empresas que estaban bajo control de la rama de la organización asentada en Alemania y que cotizaban en los mercados bursátiles secundarios –cuyos mecanismos de control son menos exhaustivos- de Alemania, Francia o Austria. En teoría, estas sociedades se dedicaban a actividades tan diversas como la energía fotovoltaica, el diseño, los negocios inmobiliarios o los alimentos probióticos, pero en realidad las estaban a punto de quebrar y no tenían actividad real. La organización se encargaba de mantener artificialmente el valor de sus acciones.
A las víctimas -que invirtieron entre 10.000 y 300.000 euros cada una- les aseguraban que los títulos que compraban les iban a dar una elevada rentabilidad a corto plazo. De hecho, les invitaban a visitar las webs oficiales del mercado financiero donde cotizaban para que vieran en los gráficos los movimientos alcistas de esos valores y, así, aparentar credibilidad. Sin embargo, pocos meses después, la trama dejaba caer a la empresa y el valor se hundía. Las víctimas perdían entonces todo el dinero. “Cuando esto ocurría, la red tomaba el control de una nueva empresa en apuros para ofrecer sus acciones a nuevos clientes”, señalan fuentes de la investigación. En total, la investigación ha revelado la existencia de 17 empresas extranjeras cuyos valores fueron manipulados para consumar la estafa. La última, según ha detallado de la Guardia Civil, la sociedad alemana Deutche Werte Holding, que cotizaba en la bolsa de Viena y a la que habían hecho atractiva con ficticias inversiones inmobiliarias en Grecia.
Mientras, el dinero estafado a los pequeños inversores recorría un largo camino hasta desaparecer. Recaudado por la rama de la organización asentada en Alemania, esta lo desviaba rápidamente a cuentas abiertas en paraísos fiscales. Antes de la detención de 2016, la comisión que recibían los integrantes del grupo de Barcelona por captar a las víctimas les era transferida desde estos depósitos a sus cuentas en España. Sin embargo, en esta segunda etapa, la organización enviaba el dinero mensualmente a Barcelona en billetes ocultos en bolsos de viaje a través de otra integrante de la trama, una ciudadana alemana en paradero desconocido. Este dinero permitía a los cuatro detenidos en Barcelona mantener la infraestructura empresarial en España con la que dar cobertura a la contratación de los teleoperadores, abrir cuentas bancarias y alquilar las oficinas que necesitaban para mantener operativos sus chiringuitos financieros. Ahora, la Guardia Civil se los ha cerrado por segunda vez en cuatro años.
“Nunca voy a recuperar el dinero”
Carlos del Barrio es un pequeño empresario de Valladolid. Cuando la organización ahora desmantelada por la Guardia Civil contacto por primera vez con él, acababa de recibir un crédito bancario para ampliar su negocio de robótica. Las promesas y las buenas palabras le convencieron para que, mientras esperaba hacer los pagos, pusiera aquellos 150.000 en dos inversiones bursátiles en Alemania. “Te convencen para que no le digas nada ni a tu mujer, que como todo va a salir bien, luego les vas a poder dar una alegría con un regalo”, recuerda. Unos meses después había perdido su capital. Ahora encabeza la asociación de afectados Invesionis, que tomó el nombre de la operación que en 2016 provocó el primer arresto de los cabecillas en España del chiringuito financiero. “Que los hayan vuelto a detener es una victoria moral, saber que lo que me pasó a mí y a medio millar de personas más no lo van a sufrir nadie más al menos en una temporada”, asegura en conversación telefónica con EL PAÍS. Sin embargo, Del Barrio asume que esa será su única satisfacción: “Sé que nunca voy a recuperar el dinero”.