La gran batalla por el turista europeo
Los principales destinos en el Mediterráneo más Portugal se baten por atraer a los viajeros que irán de vacaciones este año pese al virus para aliviar el golpe de la crisis
La crisis del coronavirus ha arrasado la industria turística europea, que genera el 10% del PIB comunitario. Alrededor del Mediterráneo se citan Francia, España e Italia, tres de los cinco países del mundo que más turistas extranjeros reciben cada año, según los datos de la Organización Mundial del Turismo. A ellos se suman destinos pujantes como Grecia; Marruecos y Túnez en el norte de África; y Portugal, en el Atlántico, pero rival directo de los de la cuenca mediterrán...
La crisis del coronavirus ha arrasado la industria turística europea, que genera el 10% del PIB comunitario. Alrededor del Mediterráneo se citan Francia, España e Italia, tres de los cinco países del mundo que más turistas extranjeros reciben cada año, según los datos de la Organización Mundial del Turismo. A ellos se suman destinos pujantes como Grecia; Marruecos y Túnez en el norte de África; y Portugal, en el Atlántico, pero rival directo de los de la cuenca mediterránea. Todos intentan ahora reactivar el sector para recibir cuanto antes al mayor número de viajeros. No serán tantos como antaño, pero cuantos menos se pierdan por el camino, mejor soportarán la crisis.
Es una guerra soterrada por quedarse con los turistas que opten por viajar este verano. Esta vez, más que nunca, cada visitante (y cada euro) cuenta. La batalla se centra en la comunicación: fechas de reapertura de fronteras, acuerdos para crear rutas turísticas entre países y un sinfín de medidas para garantizar la salud de los turistas.
La otra gran pelea está en incentivar el turismo nacional. Europa genera la mitad de los viajes de todo el mundo, de ahí que cada Gobierno haya animado “a conocer las maravillas de su país” en un año en el que las salidas fuera serán casi esporádicas. Todos necesitarán más consumo interno, por lo que cada viaje doméstico repercutirá en la economía nacional: es la era del proteccionismo turístico. No es una guerra arancelaria, aunque ya se han anunciado las primeras ayudas para que los residentes viajen dentro del país. Y, de forma tímida, cada presidente intenta proteger su industria de la del vecino. Es solo el inicio.
Francia: 18.000 millones en ayudas
La reactivación de la industria turística es una de las prioridades del Gobierno francés. En mayo puso en marcha un plan de rescate de 18.000 millones de euros, incluidas ayudas directas e inversiones para modernizar el sector. La cifra es 3.000 millones superior a los planes para la industria aeronáutica y 10.000 millones más alta que el paquete para el automóvil. Francia es la primera potencia turística mundial, con 90 millones de visitantes en 2019. Supone el 8% del PIB y suma dos millones de empleos entre directos e indirectos. La recuperación económica se juega, en parte, en la recuperación de este sector.
El mensaje del Gobierno a los franceses es que aprovechen para redescubrir el turismo interior. Al mismo tiempo, llama a los ciudadanos de otros países a pasar sus vacaciones en Francia a partir del día que abran las fronteras intraeuropeas, mañana, y las exteriores a la UE, el 1 de julio, según la propuesta de París. También confía en prolongar la temporada hasta el otoño, con jubilados o estudiantes. Pese a todo, las autoridades tienen claro que no serán unas vacaciones al uso. “Pienso que este será un verano de fidelización, no de conquista”, declara a EL PAÍS Jean-Baptiste Lemoyne, secretario de Estado de Exteriores, responsable de turismo. “Mi primera preocupación, es lograr que los europeos que ya conocen Francia como destino y les gusta sepan que son bienvenidos”.
España: El reto de amortiguar el golpe
El sector turístico español se enfrenta a su año más decisivo tras tres meses en coma inducido. La crisis del coronavirus ha supuesto un misil en la línea de flotación de una industria que genera más del 12% del PIB. El reto es perder los menos turistas extranjeros posibles para amortiguar el golpe, aunque se quedará a años luz de los 83,7 millones de 2019.
La primera reacción del Gobierno fue tratar de incentivar la demanda doméstica. Algo que el sector considera insuficiente: los viajes nacionales, dicen, no podrían aliviar la caída del turismo internacional. Según Exceltur, las pérdidas del sector para este año superan los 80.000 millones de euros, lo que dejará un socavón insalvable en las cuentas de muchas empresas y también en las cuentas públicas. El segundo movimiento del Gobierno fue, precisamente, tratar de reactivar la llegada de viajeros extranjeros. Primero, con el anuncio de la reapertura de fronteras el 1 de julio. Y más tarde con la creación de una ruta turística segura entre Alemania y Baleares, lo que sitúa a España en el mapa de nuevo. El último golpe de efecto será un gran plan de ayudas en el que el Ministerio de Turismo lleva semanas trabajando y que espera ver aprobado antes de que acabe junio.
Italia: Mejorar la imagen del país
El sector turístico italiano representa alrededor del 13% de su PIB. Es el tercer país de la UE que más visitas recibe (por detrás de Francia y España), y el quinto del mundo (con EE UU y China por delante). La crisis sanitaria ha golpeado muy fuerte su imagen de país seguro y fiable adonde viajar este verano. El estigma de ser uno de los principales focos del virus y donde comenzó su expansión por Europa todavía pesa. Por eso el Ejecutivo quiso adelantarse a sus competidores y anunció a mediados de mayo la apertura de sus fronteras a los turistas, sin necesidad de hacer cuarentena, a partir del 3 de junio. Aun así, las reservas no remontan y el objetivo es potenciar el turismo doméstico.
El Ejecutivo ha lanzado incentivos para que los residentes viajen este verano dentro del país. En esta línea, las familias de al menos tres miembros y con una renta inferior a 40.000 euros anuales podrán disponer de hasta 500 euros para sus vacaciones. El 80% se restará del importe a pagar y el otro 20% se deducirá de la declaración de la renta.
Los cálculos de pérdidas en el sector turístico italiano alcanzan los 30.000 millones de euros. Básicamente porque llegarán unos 45 millones de viajeros menos que el año anterior. La competencia para captar a los pocos turistas que atravesarán las fronteras de su país será dura este verano.
Portugal: Optimismo moderado
El sector turístico portugués es hoy más optimista que hace un mes. Si a principios de mayo preveía una catástrofe, ahora las perspectivas son prudentemente positivas. El gran puente de esta semana, con cuatro festivos del 10 al 14 de junio, ha sido la primera prueba de fuego de la temporada. Y si el turismo rural y de interior no prevé cambios respecto al año pasado, incluso quizá con alguna subida, el turismo masivo de sol y playa, que se concentra en El Algarve, se muestra aliviado. En este puente la ocupación ha llegado al 70% gracias a los viajes interiores. Además, para julio las reservas internacionales llegan al 20%, fundamentalmente del Reino Unido, pero también de mercados lejanos como EE UU.
El Gobierno y el sector trabajan para generar confianza en el exterior. Esgrimien, por un lado, el control de la epidemia y, por otro, fomentan campañas como Clean and safe (limpio y seguro), una etiqueta para el sector hotelero y de restauración. También se trabaja en puentes aéreos seguros, punta a punta, con el fin de evitar cuarentenas tanto en origen como en destino. Es el caso del Reino Unido, que obliga a pasar una cuarentena al regreso a su país. Se trataría de un acuerdo importante porque cada año llegan a Portugal 2,5 millones de británicos, principalmente al Algarve y al archipiélago de Madeira.
Sin embargo, el Gobierno espera que haya una decisión común en la UE para abrir fronteras y restricciones el 1 de julio y así recuperar el sector turístico, el más castigado durante la crisis, con cierres de hasta el 80% de las empresas en marzo y abril. Es vital en un país en el que el 12% del PIB descansa en esta industria.
Grecia: Reapertura y seguridad
Grecia intenta el complicado equilibrio de ofrecerse como un destino seguro y a la vez impedir que la llegada de turistas se sustancie en nuevos brotes. Por los datos epidemiológicos, lo primero parece conseguido: acumula solo 183 muertos y 3.088 contagios en un país de 10 millones de habitantes. Y espera que eso sirva para que la temporada de verano no sea excesivamente mala. Grecia recibe cada año más de 30 millones de viajeros y el turismo genera el 18% de la actividad económica.
La nueva normalidad turística consta de dos fases: a partir de mañana se restablecen los vuelos a Atenas y Salónica; y, desde el 1 de julio, a todos los aeropuertos regionales, islas incluidas. Estas estarán conectadas por las habituales líneas de ferry, una vez reforzada la capacidad de sus centros de salud. Además, en zonas turísticas se imponen cuantiosas multas a los locales que no respetan la limitación de aforo.
Inicialmente las autoridades establecieron una lista de 29 países, España incluida, a cuyos nacionales se permitiría la entrada, bajo estricta cuarentena; posteriormente, se asumieron las directrices de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA, por sus siglas en inglés), que ha establecido una lista de aeropuertos con alto riesgo de diseminación del virus. “No bloqueamos países, sino aeropuertos”, explican a la agencia AP fuentes gubernamentales.
Marruecos y Túnez: Dos modelos de reactivar el turismo
Túnez y Marruecos son ejemplo de dos maneras muy distintas de afrontar la batalla del turismo. Ambos países han mostrado una gran eficacia en el control del virus. En Marruecos, con 35 millones de habitantes, solo se registraba hasta el miércoles 210 muertes y 8.455 contagiados. En Túnez, con 11,5 millones de habitantes, había hasta el mismo día 49 muertes y 1.087 contagiados. Pero mientras el Gobierno de Túnez lleva semanas pregonando que el 27 de junio abrirá sus fronteras, en Marruecos aún no se sabe cuándo lo hará. Ni siquiera se conoce si se podrá efectuar la Operación Paso del Estrecho, que se extiende cada año entre el 15 junio y finales de septiembre y que permite la llegada de 3,4 millones de marroquíes que viven en Europa.
En la prensa del país se ha criticado que Marruecos está quedándose muy rezagado respecto a otros competidores. La ministra de Turismo, Nadia Fettah Alaoui, indicó el pasado lunes en el Parlamento que su hoja de ruta para preservar el empleo en el sector turístico se centra en los viajes domésticos.
La columnista marroquí Nadia Salah ensalzaba a principios de mes la campaña publicitaria a escala mundial que desencadenó el Gobierno griego al reabrir la Acrópolis, su monumento más visitado, desde el 18 de mayo. “Es evidente que los primeros en lanzarse tendrán ventaja y una monumental campaña publicitaria a escala planetaria”, señalaba. “¿Y qué hace Marruecos en la carrera? Nada en absoluto. Tardó dos meses en ponerse a trabajar. No hay visión, ni audacia. Cuando se tiene en el bolsillo a Marrakech y a las playas de Agadir, la apatía es una forma de crimen social”.
En Túnez, sin embargo, un país que recibió el año pasado 14 millones de turistas y cuya actividad representa el 14% del PIB (frente al 11% de Marruecos), la población se muestra satisfecha con la forma en que se está llevando la desescalada. “Aquí no ha habido apenas estrés en los hospitales. Y están trabajando muy bien incluso desde el punto de vista de la comunicación”, apunta un diplomático europeo que prefiere el anonimato. “Pero las autoridades no han desvelado todavía en qué condiciones se podrán utilizar sus playas. Cada país se guarda sus cartas en este terreno”.
Con información de Marc Bassets (París), Hugo Gutiérrez (Madrid), Daniel Verdú (Roma), María Antonia Sánchez-Vallejo (Madrid), Javier Martín del Barrio (Lisboa), y Francisco Peregil (Rabat).
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