Pisos turísticos que se travisten para sobrevivir
Mientras las casas del interior y la costa se preparan para salvar el verano, en las ciudades se reconvierten en alquileres de temporada
El aluvión de reservas canceladas pocos días antes del comienzo del estado de alarma hacía presagiar lo peor. Y lo peor llegó para más de 220.000 propietarios de viviendas turísticas —el 95% particulares—, que contabilizan ya unas pérdidas de 448 millones de euros por la crisis del coronavirus. El agujero alcanzará los 2.900 millones a finales de 2020, según los cálculos de la Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos (Fevi...
El aluvión de reservas canceladas pocos días antes del comienzo del estado de alarma hacía presagiar lo peor. Y lo peor llegó para más de 220.000 propietarios de viviendas turísticas —el 95% particulares—, que contabilizan ya unas pérdidas de 448 millones de euros por la crisis del coronavirus. El agujero alcanzará los 2.900 millones a finales de 2020, según los cálculos de la Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos (Fevitur), que avisa de que esta cifra se quedará corta en los próximos meses. La peor parte será para Cataluña —donde la facturación anual caerá un 85%, apuntan en la Federación Catalana de Apartamentos Turísticos—, seguida de Andalucía y Comunidad Valenciana.
Una cruz con la que muchos propietarios y empresas no han podido o querido cargar. Su estrategia ha sido la de reconvertir sus viviendas turísticas en alquileres de temporada, por meses. Son menos rentables que los vacacionales pero peor es tenerlos vacíos. “Habrá traspaso a este mercado, estamos viendo mucho alquiler de este tipo para alojar a profesionales o temporeros”, dice Tolo Gomila, presidente de Fevitur. Esta es su cámara de aire urgente e improvisada hasta que pase lo peor. “En Barcelona han entrado en este tipo de arrendamientos para poder subsistir hasta principios de 2021, ya que el 90% del turismo de la ciudad es internacional y este no se va a recuperar hasta el año que viene”, explica Enrique Alcántara, presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de Barcelona (Apartur). En la Ciudad Condal, con 9.600 viviendas turísticas que dan empleo directo a 5.000 personas, el sector pierde 30 millones de euros cada mes.
Esta modalidad de temporada les permite esquivar el alquiler tradicional, con contratos de cinco años (siete si es persona jurídica) y menores rentabilidades. Pero la práctica ha indignado a los sindicatos de inquilinos, que denuncian que en plena pandemia estos arrendadores “pretenden hacer alquileres de temporada totalmente fraudulentos”, critica Jaime Palomera, del Sindicato de Inquilinos de Barcelona.
Estos contratos están contemplados en la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) y son legales, siempre y cuando no se usen como la vivienda permanente del inquilino y se justifique su temporalidad. El caso más habitual es el de la casa que se alquila para vacaciones, por obras en la vivienda habitual, así como por el desplazamiento temporal a otra ciudad por trabajo o estudios. “No hay ningún plazo. Rige la libre voluntad de las partes, lo que acuerden”, explica Luis Miguel Fernández, socio director de Aestimatio Abogados.
El 11 de mayo comienza la desescalada para las viviendas turísticas en algunas provincias españolas (las que entran en la fase 1). Ese día pueden abrir sus puertas de nuevo, aunque sin movilidad entre provincias —prevista para finales de junio— y sin tráfico aéreo, “el negocio ahora mismo es inviable”, opina Gomila. “Esperamos un arranque de la actividad de manera escalonada que permita empezar a operar en el mes de junio”, añade.
El sector, cuyo impacto en la economía española es de 8.500 millones de euros —el 67% en gasto turístico y el resto en alojamientos—, está tocado pero no hundido. Ni mucho menos dan por perdido el año completo. De hecho, si hay un sector bien posicionado para salvar el verano parece ser este. La vivienda turística tiene todos esos ingredientes que el cliente nacional va a buscar y reclamar estas vacaciones (sin zonas comunes, sin comedores atestados de gente y con posibilidad de aislarse de otros turistas). “Va a ser la elegida frente al hotel, es la que menos pierde cuando hablamos de viajes de ocio”, cree Alcántara. La plataforma Airbnb considera que los viajes serán principalmente locales. “En todos los países, el porcentaje de reservas en destinos dentro de un radio de 300 kilómetros ha crecido”, apuntan.
Las mayores oportunidades estarán en los destinos de interior, los menos masificados. “Será una palanca para las casas unifamiliares de pueblos y las fincas rústicas en el campo”, dicen en Fevitur. “Serán el modelo de alojamiento más seguro para viajar porque todas las gestiones se hacen sin personal de recepción ni espacios de contacto”, añade David Riba, presidente de Federatur. De hecho, en Galicia las reservas para los meses de verano se han mantenido y en los últimos días se han cerrado algunas nuevas, señala Dulcinea Aguín, presidenta de la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia (Aviturga), con 8.500 plazas, más del 90% de particulares. “La mayor parte de las peticiones son de gente de Madrid, País Vasco, Asturias, Cantabria y Castilla y León”, señala.
También estarán en el radar las viviendas turísticas de la costa peninsular. Los propietarios de la Comunidad Valenciana, donde hay 399.659 plazas de uso turístico, viven esperanzados el despegue y confían en el demandante nacional para curar parte de su herida. La Asociación de Viviendas de Alquiler para Estancias Cortas de la región calcula que propietarios y gestores han dejado de percibir 18 millones de euros. Y otros dos millones los proveedores (limpieza de los pisos o lavanderías).
“Esta semana y la anterior ya hay movimiento de gente interesada. Creo que no va a ser la mejor temporada, pero no será tan mala”, confía Agus Villafañe, fundador de MyRentalHost, que gestiona apartamentos en Barcelona y en las comarcas del Maresme y Garraf. La compañía, donde al comienzo del estado de alarma se cancelaron 100 reservas, prevé una recuperación progresiva de sus contrataciones.
En cambio, las peor paradas serán Canarias y Baleares por la desaparición del cliente internacional, así como los destinos urbanos por el frenazo del turismo de congresos y negocios. En la ciudad de Madrid siguen recibiendo cancelaciones. “La recuperación de la capital en verano es complicada, nos iremos más bien a septiembre. Además, están creciendo las visitas de extranjeros a webs españolas de cara a contratar en enero de 2021”, dice Adolfo Meras, presidente de Madrid Aloja.
En cualquier caso, las estancias en las viviendas turísticas del país no volverán a ser como antes. Habrá distanciamiento social entre clientes y empleados, mascarillas, refuerzo de la limpieza, monitorización del personal que haya podido tener contacto con alguien infectado o refuerzo de los check in no presenciales (más bien virtuales). Son algunas de las medidas del protocolo sanitario elaborado por el Instituto de Calidad Turística de España.
Por su parte, Airbnb lanza este mes de mayo un nuevo protocolo de limpieza, con procedimientos mejorados sobre cómo limpiar cada habitación. Los huéspedes podrán identificar y reservar los espacios que formen parte de esta iniciativa. Si los anfitriones no pueden realizarlo podrán optar por lo que llaman booking buffer: un periodo vacante entre estancias para la limpieza. Las reservas se bloquearán de manera automática durante 72 horas.
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