Lagarde urge a la UE a actuar para evitar una crisis como la de 2008

El BCE anuncia el jueves las medidas con las que tratará de ahuyentar el pánico por el coronavirus

Christine Lagarde, presidenta del BCE.Vincent Kessler (REUTERS)

El jueves es el día de Christine Lagarde. A la aún bisoña presidenta del BCE le ha llegado su momento de la verdad mucho antes de lo previsto. La amenaza sanitario-económica del coronavirus le obliga a mover ficha, presionada por las bajadas de tipos en EE UU e Inglaterra. El problema es que tras años de medidas extraordinarias, el margen de maniobra del eurobanco es muy reducido. Lagarde trasladó el martes a los líderes...

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El jueves es el día de Christine Lagarde. A la aún bisoña presidenta del BCE le ha llegado su momento de la verdad mucho antes de lo previsto. La amenaza sanitario-económica del coronavirus le obliga a mover ficha, presionada por las bajadas de tipos en EE UU e Inglaterra. El problema es que tras años de medidas extraordinarias, el margen de maniobra del eurobanco es muy reducido. Lagarde trasladó el martes a los líderes de la UE la gravedad de la situación. Alertó contra el riesgo de “complacencia” y les dijo que, sin una respuesta contundente y unitaria, la pandemia amenaza con provocar una crisis como la de 2008.

Lagarde, exministra de Finanzas francesa y exjefa del FMI, lleva medio año escaso al frente del Banco Central Europeo (BCE). En este tiempo se ha beneficiado de una relativa calma por el contundente paquete de estímulos aprobado por su antecesor, Mario Draghi, justo antes de irse y por la incipiente tregua comercial entre Washington y Pekín. Pero ese espejismo se ha roto. El brote del coronavirus —ya oficialmente pandemia— acerca el riesgo de recesión a la economía global. Y el Consejo de Gobierno del BCE, que se reúne el jueves en Fráncfort, tiene que presentar unas medidas que amortigüen el pánico que se ha apoderado de los mercados. Una misión hercúlea para alguien que cuenta con un arsenal ya muy debilitado.

Dos días antes de la reunión del BCE, los líderes europeos habían discutido por videoconferencia su respuesta a la crisis del coronavirus. De esa reunión no salió un plan coordinado, como querían Francia y otros países del sur de Europa, sino uno poco ambicioso que prevé movilizar 25.000 millones de euros. Pero no se trata de dinero fresco, sino de fondos que ya estaban comprometidos. En esa cita, según una fuente citada por la agencia Bloomberg, Lagarde advirtió a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE de la seriedad de la situación, que comparó con la crisis financiera de 2008. Otras fuentes recuerdan que insistió a los líderes en la necesidad de evitar la complacencia.

En una dirección muy parecida apuntó hace pocos días el Fondo Monetario Internacional (FMI). Su economista jefa, Gita Gopinath, también comparó la importancia de la epidemia que nació en Wuhan (China) con crisis como la de 2008 o con el impacto de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Gopinath escribió el pasado lunes que el descenso de oferta y demanda que ahora sufren determinados productos recuerda a lo ocurrido “durante la fase más aguda de la crisis financiera global” y superaba lo visto en “otras epidemias recientes o después del 11-S”. Con el incendio de los mercados financieros de las últimas semanas, los inversores parecen descontar ya una recesión global si la epidemia no se contiene.

El dilema del eurobanco

Según la información de Bloomberg, la presidenta del BCE alertó el martes a los 27 líderes de la UE de que, en ausencia de una respuesta urgente y coordinada, la epidemia amenaza con provocar una crisis semejante la crisis financiera de 2008. Esta advertencia no suponía un preanuncio de medidas de calado en la reunión del BCE del jueves, sino más bien un aviso a los gobernantes de que no se pueden permitir la complacencia. El mundo vive un “escenario que recordará a muchos de nosotros la gran crisis financiera de 2008”, indicó Lagarde. La jefa del BCE cree, sin embargo, que si las autoridades dan una respuesta adecuada, el impacto podría ser solo temporal.

La presidenta del BCE aseguró que la entidad examina todas sus herramientas, particularmente aquellas que facilitarían financiación barata y liquidez. Sin embargo, según la fuente consultada, Lagarde advirtió de que las medidas del BCE solo pueden funcionar si los Gobiernos las respaldan con medidas para asegurar que los bancos presten a las empresas en las áreas afectadas.

El BCE se enfrenta a un dilema de dificilísima resolución: por un lado, los observadores confían en que dé un puñetazo sobre la mesa, pero su margen de actuación, tras años de tipos negativos e inyecciones masivas de liquidez, es muy estrecho. La reunión del Consejo de Gobierno se celebra además con la presión añadida de las rebajas de medio punto decididas por la Reserva Federal (Fed) de EE UU la semana pasada y el Banco de Inglaterra este mismo jueves. Unas recortes que han tenido muy escasos efectos.

Entre las medidas a disposición del BCE, Joaquín Robles, analista de XTB, cita bajadas de tipos, ampliación y rediseño del programa de compra mensual de activos —ahora de 20.000 millones mensuales— o una actualización de las operaciones de liquidez para los bancos. “El mercado espera un mensaje contundente, en un momento en el que los inversores descuentan una nueva recesión”, concluye Robles.

Una posibilidad es bajar aún más el tipo de depósito, ahora en una tasa del -0,5%, hasta el -0,6%. A esto se le podrían añadir otras medidas. El problema es que los analistas dudan de la efectividad final de estos nuevos estímulos monetarios.

Los analistas del Bank of America admiten la extrema dificultad de la tarea a la que se enfrenta el BCE. “La reacción de los mercados a la bajada de tipos de la Fed muestra que la política monetaria no es la solución a la Covid-19. El mercado ya descuenta una bajada de tipos, pero ahondar en los tipos negativos puede ser contraproducente”, aseguran sus analistas. “Es muy difícil que el BCE sorprenda positivamente, y vemos riesgo de decepción”, concluye el informe.

Así que Lagarde está obligada a sacarse un conejo de la chistera. Muchos analistas recuerdan estos días el famoso “haré lo que sea necesario” para salvar al euro que pronunció Draghi en 2012, cuando parecía que la unión monetaria estaba a punto de fracasar. Pero la situación ahora es muy diferente. Durante la crisis del euro, la transmisión de la política monetaria se había roto por culpa de un sistema financiero atragantado de ladrillo que había trasladado sus problemas al mercado de deuda soberana del sur de Europa. Ahora, la pandemia mundial ha provocado a la vez una crisis de oferta y de demanda. Y es muy cuestionable que nuevas bajadas de tipos de interés vayan a contener la situación.

Un tuit publicado por el economista de ING Carsten Brzeski resumía bien el ambiente: “¿Cómo se dice ‘lo que sea necesario’ en francés?”, se preguntaba con ironía.

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