El coronavirus obliga a revisar la estrategia económica del Gobierno
El Ejecutivo trabaja en un plan de garantías para que el crédito fluya a las pymes
El Gobierno está revisando toda su política económica para hacer frente al coronavirus. Aunque la banca nada en liquidez, el Ejecutivo teme que empresas pequeñas y vulnerables del sector turístico se queden sin financiación al presentar un mayor riesgo por la epidemia. Así que trabaja en un plan de garantías estatales para que el crédito fluya a estas pymes. Además,...
El Gobierno está revisando toda su política económica para hacer frente al coronavirus. Aunque la banca nada en liquidez, el Ejecutivo teme que empresas pequeñas y vulnerables del sector turístico se queden sin financiación al presentar un mayor riesgo por la epidemia. Así que trabaja en un plan de garantías estatales para que el crédito fluya a estas pymes. Además, los Presupuestos tendrán que hacer hueco al gasto por la Covid-19 con una recaudación que se resentirá. Y se levantará por ahora el pie en aquellas medidas que puedan presionar más a las empresas, como los cambios de la reforma laboral.
La epidemia del coronavirus está obligando a revisar toda la estrategia económica para este año, admiten fuentes gubernamentales. A la velocidad que se extiende y viendo lo sucedido en Italia, en Semana Santa podría haber un pico de contagios. Y ese escenario ya no implica una simple crisis de falta de suministros por lo sucedido en China. La cosa va a mayores. Nadie espera de momento en sus proyecciones una recesión por la Covid-19. Sobre todo porque se abriga la esperanza de que el calor sofoque el brote. Pero las previsiones que había hasta ahora sí que se verán trastocadas.
“Hasta la fecha el impacto detectado es poco significativo, pero estamos preparados para reaccionar de forma coordinada con el resto de países europeos”, afirma una fuente del Gobierno.
Todavía no hay suficientes datos para poder calibrar cuál será la intensidad. Pero llegan esclarecedoras imágenes de enclaves turísticos del norte de Italia con terrazas vacías. Las aerolíneas están reduciendo un 20% sus vuelos. Y los hoteles españoles reconocen cancelaciones de más del 20% de las reservas. El turismo supone un 12% del PIB y el empleo en España. El capítulo de ocio, restauración, cultura y hoteles representa casi un 20% del consumo de los hogares. Las empresas que puedan teletrabajar acusarán menos el impacto. Pero sufrirán aquellas como la hostelería, que no puedan organizar sus tareas a distancia.
Por más que China esté recuperando producción, la industria padece. Este viernes, el índice global de gestores de compras apuntaba una contracción por Asia y las manufacturas. Y la falta de suministros está creando problemas en las cadenas de valor europeas: según la ONU, la UE ha perdido unos 13.800 millones de euros en comercio por las piezas y componentes chinos que no han llegado. Además, la bajada de tipos de la Fed puede encarecer el euro y restar competitividad a las exportaciones europeas. Eso sí: la caída del precio del petróleo brindará algo de respiro.
En estas circunstancias, la agencia de calificaciones S&P recortó esta semana su previsión de crecimiento para España del 1,7% al 1,3% debido a la enfermedad. “En la hipótesis menos pesimista, con una crisis de solo unos meses, el turismo puede drenar hasta dos décimas de crecimiento en el año”, explica Pedro Antonio Merino, economista jefe de Repsol.
En su escenario base, la OCDE sostiene que la economía de la eurozona perderá este año tres décimas hasta un 0,8% de avance anual. Si los problemas continúan, incluso podría entrar en recesión, dice el organismo.
Esta conjunción de elementos ha cambiado el paso del Gobierno, que está teniendo que reevaluar todo y a la vez no quiere causar más pánico. Cualquier medida de contención puede ocasionar un impacto económico, recuerdan fuentes del Ejecutivo. Y añaden que por eso resulta esencial mostrar prudencia y mesura.
Unos Presupuestos contra el virus
En cualquier caso, la senda de déficit público que se aprobó esta misma semana en el Senado ya parece papel mojado. Y hasta pierde importancia sacar un Presupuesto en tanto que cualquier aumento del gasto irá dirigido a sanidad o a medidas paliativas para las empresas afectadas.
Ya se antojaba complicado bajar el agujero presupuestario al 1,8% del PIB prometido para 2020. La Autoridad Fiscal prevé que en 2019 se cierre en el 2,2%, y esto implica una reducción del déficit para este año por valor de unos 6.000 millones de euros. Tan solo las pensiones subirán cerca de 7.000 millones. El gasto en funcionarios se elevará al menos en otros 3.000 millones por la revalorización de los salarios. Los ingresos ya se estaban resintiendo en un contexto de ralentización económica y baja inflación. Y la mayoría de impuestos planeados no parece que vayan a entrar en vigor en el año. Ahora, además, se suma el golpe que supondrá para la recaudación un primer semestre malo. En el mejor de los casos se ingresará un total de 10.000 millones más. Así que las cuentas no salen.
Máxime cuando siguiendo la estela italiana se preparan medidas para hacer frente al coronavirus. Roma ha anunciado un paquete por valor de 7.500 millones. La Comisión Europea y el Eurogrupo tendrán que darle el visto bueno. Aunque en principio se espera que lo hagan alegando que se trata de una emergencia sanitaria. Cabe pensar que España seguirá un camino similar y la corrección del déficit y la deuda se retrasará un año más tras seis años sin acometer ajustes. Lo importante ahora es compatibilizar la responsabilidad fiscal con el crecimiento y el empleo, insiste el Ejecutivo.
Medidas para los sectores afectados
En estos momentos el Gobierno está pidiendo a los sectores y las patronales medidas que puedan ayudar a contener la crisis del coronavirus. Se están estudiando las que se han planteado en países como Italia y Francia. El espíritu es que sean iniciativas puntuales y centradas en empresas y sectores afectados. Sobre ellas se hará una criba, y luego se consensuarán con la Comisión y el Eurogrupo, explican fuentes gubernamentales. Entre ellas destacan las medidas de liquidez, orquestadas a través del ICO, para que las pymes no se queden sin crédito. Existe un gran temor a que estas empresas sufran una caída severa, aunque temporal, de sus ingresos. Y que los bancos no financien esa pérdida de la facturación por el aumento del riesgo que entraña. De ahí que se planteen garantías estatales para facilitar la financiación, algo que ya se ha aprobado en Francia.
Pero no solo eso. La hoja de ruta planteada hasta ahora perderá algo de urgencia. El aumento de cualquier carga a las empresas se analizará con sumo cuidado, conceden. Traducido: se ralentizarán también los cambios a la reforma laboral. En principio, estos consisten en ajustes con el fin de corregir las disfunciones que arrastra el mercado laboral. Sin embargo, no se arriesgarán a ponerlos en marcha en medio de la actual incertidumbre. “Este será el gran test de la reforma laboral del 2012. Ahora se verá si de verdad sirve para dar flexibilidad evitando despidos”, señala una fuente de la Administración.