La fábrica que refresca a Europa

La firma gaditana Procubitos es líder en el sector y produce 200 millones de cubitos de hielo al mes

Uno de los trabajadores de la fábrica. En vídeo, el reportaje completo.Vídeo: Paco Puentes/Jaime Casal

Hace tanto calor estos días en las calles de Cebreros, un pueblo de Ávila de poco más de 3.000 habitantes que, a pleno sol y con temperaturas de 35 grados, cuesta encontrar vecinos por sus calles. Paradójicamente es el frío el que mueve la economía de la localidad. Mientras que Cebreros se derrite, en la empresa Procubitos parte del personal está acostumbrado a trabajar en cámaras a 18 grados bajo cero. La fábrica es capaz de producir 200 millones de cubitos al mes, con los que podrían enfriar al menos una b...

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Hace tanto calor estos días en las calles de Cebreros, un pueblo de Ávila de poco más de 3.000 habitantes que, a pleno sol y con temperaturas de 35 grados, cuesta encontrar vecinos por sus calles. Paradójicamente es el frío el que mueve la economía de la localidad. Mientras que Cebreros se derrite, en la empresa Procubitos parte del personal está acostumbrado a trabajar en cámaras a 18 grados bajo cero. La fábrica es capaz de producir 200 millones de cubitos al mes, con los que podrían enfriar al menos una bebida para los habitantes de todo el país.

ICH (Ingeniería y Comercialización del Hielo) es el nombre de la planta que Procubitos tiene en Cebreros, la mayor del continente. “Somos los mayores productores a nivel europeo”, asegura Miguel Ángel Vázquez, su director. En estos días, la actividad, tanto en Cebreros como en las otras cuatro fábricas que la empresa tiene en Valencia, Gijón, Cádiz y Fráncfort (Alemania) es frenética. Y no solo porque en estos meses venden la mitad de lo que comercializan en el año. Gracias a la fusión con el fondo GED Capital, Procubitos acaba de materializar la compra de la firma asturiana Cubers Premium, lo que ha consolidado su liderazgo en el mercado.

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El camino hasta aquí no ha sido fácil. La historia de Procubitos comenzó en 1986 en el Campo de Gibraltar, Cádiz, de donde la familia Vázquez es originaria y donde aún mantienen la sede social de Procubitos. Por aquel entonces, Miguel Ángel tenía 23 años y una atrevida idea, como él mismo recuerda: “Gestionaba unas gasolineras y nuestro proveedor, que era de Málaga, nos fallaba mucho, así que me planteé producir hielo en un garaje de Algeciras”. Ni su padre —Manuel Vázquez, creador en 1950 de la empresa familiar, dedicada a agricultura y ganadería— tuvo del todo claro el negocio.

Fue su madre la que le prestó el millón de pesetas (6.000 euros) con el que arrancar. También fue la que pintó el célebre oso, logo de la marca Procubitos. Acertó con la apuesta. Poco después, Miguel Ángel Vázquez fabricaba 2.500 kilos diarios de hielo y lo distribuía personalmente en un Land Rover isotermado. A los tres años, creó la firma Procubitos. En 2004, dieron el salto con su fábrica de Cebreros. Hoy, sus 140 trabajadores —160 en verano— son capaces de fabricar nueve millones de cubitos al día entre todas sus factorías, incluyendo a las de Valencia y Gijón, procedentes de Cubers Premium e integradas ya en la compañía.

De esa producción, la mayor parte se fabrica en ICH. “Es nuestro buque insignia”, señala Vázquez, en referencia a una planta que produce diariamente 370 toneladas, unos seis millones de cubitos. El agua cristalina del pantano de El Burguillo alimenta una maquinaria automatizada en la que, como reconoce Vázquez, “no hace falta la intervención manual”, más allá de la supervisión. El hielo se forma alrededor de unos tubos fríos que se calientan posteriormente para liberar la barra helada formada y que se corta en dimensiones homogéneas. Aunque el cubito sale a dos grados bajo cero de la cadena, se enfría hasta los -14º para que no pierda sus propiedades durante el transporte.

En Cebreros son capaces de producir 45 bolsas de hielo por minuto. Y este proceso se repite en verano “las 24 horas del día, los siete días de la semana”, explica el director. “El 50% de la comercialización la hacemos nosotros y la otra San Pedro, con la meteorología”, bromea. “Si hace calor, las ventas crecen un 20% o 30%, con lo cual nunca tienes clara la facturación. Lo que sí es un hecho es que de junio a septiembre producimos y vendemos la mitad de lo de todo el año”, añade Vázquez.

Al día, tan solo desde Ávila, parten 14 camiones diarios cargados de cubitos. El hielo de Procubitos supone el 18% del total del que los fabricantes venden en España, donde el consumo está muy asentado. Sin embargo, la marca ha conseguido llegar al mercado europeo: un 22% de su producción va a países como Portugal, Francia, Alemania, Bélgica u Holanda. La demanda española —muy sibarita en el consumo de cubitos— y la extranjera no puede ser más diferente. “Aquí el alcohol se sirve con la mano, sin medidores. El mercado, y sobre todo el canal de hostelería que es nuestro principal cliente, ha ido tirando a hacer hielos más grandes, de 55 a 65 gramos. Pero el mercado europeo se basa en cubitos entre 30 y 40 gramos. Poco a poco intentaremos introducir nuevos productos”.

28 millones en ventas

Fue en el inicio de la crisis, en 2008, cuando los Vázquez comprendieron que en ese nicho europeo estaban sus perspectivas de crecimiento. En 2014 compraron una fábrica alemana y, ahora, con su fusión con el fondo GED, consolidan su expansión. Tras año y medio de negociaciones, el Grupo Hervaz —conglomerado familiar propietario de la marca— mantiene el 50% de Procubitos. A cambio, la empresa espera pasar, en cinco años, de los 28 millones de euros de facturación anual a los 45. “La previsión de crecimiento de un 20% anual, añadiendo nuevos mercados y fábricas”, reconoce Vázquez.

Han pasado ya 32 años desde que ese gaditano decidió repartir personalmente su hielo. Todo ha cambiado, salvo el espíritu emprendedor del hoy veterano director de Procubitos. Sigue innovando y, mientras su marca se hace más potente en Europa. En octubre tiene previsto lanzar un nuevo producto: una bolsa de hielo picado para mojitos con el suficiente cuerpo como para servir también como enfriador de botellas. “Tenemos un futuro muy halagüeño”, remacha Vázquez.

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